domingo, 22 de julio de 2018

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Todo ser humano posee una esencia, ese distintivo que lo hace distinguirse. Cualidades y defectos, características que forman nuestra personalidad. Conformada por aquello que la genética determinó, modificada por las condiciones del ambiente donde nos hallamos criado. 

A través de nuestra existencia, las vivencias van moldeando muchas conductas, en cada uno de nosotros incidirán de distintas maneras. Habrá quien resulte afectado negativamente por la adversidad, otros tendrán la capacidad de sublimarla y rescatarse a si mismo, logrando incluso sobrepasar las capacidades de quienes han sido más afortunados.

Existen seres nobles cuya esencia va quedando encriptada, encapsulada, como un mecanismo de defensa ante la agresión, o lo que consideran lo sea. Han sufrido rechazo, menosprecio, a pesar de dar lo mejor de si mismos, desilusionados y maltrechos, con una concepción ya distinta de lo que tenían entendido como bondad, deciden cambiar el rumbo y vivir para sí mismos, sintiendo que solo así habrán de librarse del dolor que les ha causado el sentirse defraudados.

Pero la esencia noble, ahí está, recubierta quizá bajo un falso manto de resentimiento que refleja hostilidad, y grita, con ahogada voz que se le rescate, una y otra vez, pero el orgullo sofoca su queja. Ni se es feliz, ni a su alrededor puede alguien serlo, y a pesar de que se advierte esa esencia, es sabido que el auto-rescate es la única forma de recuperarla. A veces será necesario tocar fondo para darse cuenta de que se ha perdido tanto o más de lo que se consideraba preservar.

Siempre vale la pena arriesgarse a dar, a amar. a confiar, a tener fe, que resguardar los sentimientos y presentarse ante los demás con frialdad, con egoísmo; eso --tarde que temprano-- cobrará una factura mucho mayor. El alma y la conciencia reconocen la bondad, y en ésta encuentran el mejor elixir de vida plena. Nunca la maldad, por asequible que sea, logrará dar la felicidad que la nobleza y el amor nos ofrecen, dándonos la sensación de libertad del alma, sin las cadenas que nos atan al rencor, al resentimiento, sino con alas que nos permiten volar, sin despegar los pies del suelo.

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