domingo, 10 de noviembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


NIÑOS EN LA MIRA
Dentro de una sociedad hay principios que se consideran universales. Una serie de eventos recientes, nos demuestran que esto ha perdido vigencia, que son otras las prioridades que dirigen el rumbo de la nave llamada México.
Uno de tales casos, es el de la familia Le Barón.   Aquel principio que indicaba “mujeres y niños no se tocan”, se pulverizó.  La varonía de los hombres que se enfrentaban unos a otros, huele a podrido cuando se dirige  contra  madres de familia y sus hijos pequeños.  Surgen argumentos en un sentido y en el otro, algunos para señalar que miembros de esta comunidad mormona estaban involucrados en actividades ilícitas.  Aún si ese fuere el caso, el principio de  excluir de la lucha armada a las mujeres y sus familias, sigue vigente.  Por simple dignidad.
La escalada de violencia en nuestro país  ha avanzado a niveles que jamás hubiéramos imaginado. Uno de los elementos que más daño viene provocando, es la “normalización”.  Esto es, debido a su frecuencia, nos parece normal lo que antes hubiera encendido todas las alarmas sociales.   No es el primer caso de poblaciones a las que se ataca en la parte más sensible de sus congregados. Ejemplos hay, sobre todo cuando contabilizamos hasta  100 muertos por día en el territorio nacional.  Me atrevo a suponer que lo que vuelve diferente del resto, lo ocurrido en Chihuahua, es que la emboscada  estuvo dirigida a un grupo compuesto por esposas e hijos, sin ningún hombre adulto, lo que da cuenta de que se les atacó habiendo pleno conocimiento de causa.  No dudo que hayan existido en el país  otros casos similares; quede el beneficio de la duda.
Ya se exhibió la cómoda salida que se sacan de la manga las autoridades cuando se ven en aprietos.  “Una confusión” como origen del acribillamiento y posterior incineración de los vehículos.  Poco faltó para que afirmaran que los niños constituían una célula delictiva y que en vez de biberones cargaban cuernos de chivo.
En años recientes ha habido ajustes al Código de Procedimientos Penales de la Federación, con el fin de garantizar la protección de identidad, además de hacerlo con  los menores de edad, también con  los presuntos delincuentes.  Los medios impresos y digitales se esmeran en aplicar estas medidas para salvaguardar los derechos humanos de estas personas. Por otra parte, se desprotegen individuos vulnerables.  La centenaria comunidad de Galeana, Chihuahua, integrada por un grupo de mormones, contaba desde tiempo atrás con la protección de las fuerzas del orden, misma que se redujo sustancialmente hace poco tiempo. Esto, en mayor o menor grado habrá contribuido a la masacre ocurrida en días pasados.  Es indispensable  conocer entonces, qué criterio se aplicó para disminuir esta protección, lo que precipitó los fatídicos resultados.
De acuerdo con un comunicado de prensa de UNICEF, en diciembre del 2017, países como Iraq, Siria, Yemen, Nigeria, Sudán del Sur y Myanmar se consideran aquellos en los que se vulneran abiertamente los derechos de los niños. Los menores son utilizados como escudos humanos en zonas de guerra, o bien terminan siendo reclutados como soldados, o resultan víctimas de tráfico humano o sexual.  Las cifras que reporta ese comunicado fechado el 28 de diciembre son alarmantes.  Doloroso decirlo, pero si se actualiza para el 2019, con seguridad México ya estará incluido  en la lista de esos países, en los que la vida de un niño tiene escaso valor más allá del utilitario, para las facciones en pugna.
Niños en la mira: un signo de alarma  para México.  Y lo más grave, todavía hay personajes de la vida cultural del país, que expresan su satisfacción por la muerte de los pequeños mormones, argumentando que la merecían.
Como capas de cebolla, están los problemas sociales y políticos de nuestro país.  Debajo de la capa violenta hay una  corteza llamada “descomposición social”.  Bajo la misma surgen como furúnculo a presión los graves problemas de corrupción e impunidad, que se agravan con esas lecciones de moralidad que llaman a enfrentar las ráfagas de metralleta con abrazos.  La siguiente capa, más que económica, yo la llamaría de valores.  Pretendemos definir el éxito como seres humanos en términos de poder adquisitivo, con dos palabras que en mis tiempos de niña se llamaban “ambición y codicia”.  Una y otra, en grado desmedido, son capaces de llevarnos a los actos más abyectos que podamos imaginar.  Quizá como núcleo de la gran cebolla yo colocaría en el centro un elemento cultural, que jamás nos ha permitido sentirnos cómodos en nuestra propia desnudez.  Necesitamos acaparar de manera desmedida e insaciable, buscando sentirnos bien.  Dicho sea de paso, algo que jamás se logra por este camino.  Es hora de sacar la brújula y reorientar la navegación.

POESÍA por María del Carmen Maqueo Garza


DIÁLOGOS CON LA MUERTE
En el continuo de la vida fluyo 
          día tras día, 
en tanto la fuerza vital no se apague.

Te conozco muy bien, Señora Muerte, hemos departido 
en más de una ocasión, 
en un  tête a tête que me ha enseñado
          a amar más la vida.

Siento que rondas cual ladrón furtivo.  Oculta entre las sombras. 
Cualquier noche. Detengo el paso,
alcanzo a escuchar tus estertores 
al instante en que  rompen
la dulce calma de los niños.
         
No te temo. ¿Sabes?
Algún día habremos de reunirnos, 
será de madrugada, lo supongo
          para un último encuentro
--el de la despedida--, porque así ha de ser.

Entre tanto, con cada golpe de reloj,
mientras la música corra por mi cuerpo,
danzo alegre al compás
          de la vida.
Acallo tu silencio, disipo tus largas
sombras de la noche.


GUSTAV MAHLER: Adagietto

Fragmento sobre Walt Whitman escrito por Rubén Darío


En su país de hierro vive el gran viejo,
bello como un patriarca, sereno y santo.
Tiene en la arruga olímpica de su entrecejo
algo que impera y vence con noble encanto.
Su alma del infinito parece espejo;
son sus cansados hombros dignos del manto;
y con arpa labrada de un roble añejo
como un profeta nuevo canta su canto.
Sacerdote, que alienta soplo divino,
anuncia en el futuro, tiempo mejor.
Dice el águila: «¡Vuela!», «¡Boga!», al marino,
y «¡Trabaja!», al robusto trabajador.
¡Así va ese poeta por su camino
con su soberbio rostro de emperador!

https://www.revistaarcadia.com/libros/articulo/de-neruda-a-frank-baez-7-poemas-para-celebrar-a-walt-whitman/75804

Entrevista entre científicas: Charlas BBVA

En memoria de Margarita Salas, prominente científica fallecida esta semana. Ella se enfocó en el campo de la biología molecular.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Hemos aprendido desde niños a que nuestros actos tenga una recompensa. De alguna manera educados con elogios, o premios por realzar aquéllo que en muchas ocasiones era nuestra obligación. Nos costaba pensar en hacer las cosas por obligación, entender esa palabra y lo que implicaba, no fue nada fácil seguramente, porque nos vincula a abstenernos de algo, y a cualquier edad algo que obliga, nos suena a imposición, y a pérdida de ejercer nuestra voluntad al hacer algo.

Pero aprendemos, y vamos aceptando que no todo en esta vida tiene mayor recompensa que la satisfacción del deber cumplido, y que al nacer ya llevamos implícitos derechos y obligaciones, que darán a nuestra vida según las ejerzamos, mayor o menor calidad.

No siempre habrá premios por buena conducta,y no siempre las obligaciones serán un castigo, todo depende de como nos percibamos a nosotros mismos, con humildad o con soberbia. Merecedores siempre de un aplauso, de un halago, o tan solo con la satisfacción de sabernos útiles,capaces de asumir nuestras responsabilidades, Sin esperar demasiado, pero agradecidos cuando se nos gratifica, encontrando la mayor gratificación en la correspondencia de un afecto,espontáneo y auténtico, el cual no hubo que reclamar.

Habremos que cumplir con obligaciones, mientras éstas contribuyan al enriquecimiento personal, acorde a los propios valores, a la ética, a una necesidad de tener equilibrio en nuestra vida.

Y si bien la vida no se puede concebir sin obligaciones, a nadie puede amarse ni hacer amar por obligación, y sin embargo la vida no se concibe plena y feliz sin el amor, ¿será entonces obligatorio amar?

CORTOMETRAJE; El cazo de Lorenzo