domingo, 10 de noviembre de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Hemos aprendido desde niños a que nuestros actos tenga una recompensa. De alguna manera educados con elogios, o premios por realzar aquéllo que en muchas ocasiones era nuestra obligación. Nos costaba pensar en hacer las cosas por obligación, entender esa palabra y lo que implicaba, no fue nada fácil seguramente, porque nos vincula a abstenernos de algo, y a cualquier edad algo que obliga, nos suena a imposición, y a pérdida de ejercer nuestra voluntad al hacer algo.

Pero aprendemos, y vamos aceptando que no todo en esta vida tiene mayor recompensa que la satisfacción del deber cumplido, y que al nacer ya llevamos implícitos derechos y obligaciones, que darán a nuestra vida según las ejerzamos, mayor o menor calidad.

No siempre habrá premios por buena conducta,y no siempre las obligaciones serán un castigo, todo depende de como nos percibamos a nosotros mismos, con humildad o con soberbia. Merecedores siempre de un aplauso, de un halago, o tan solo con la satisfacción de sabernos útiles,capaces de asumir nuestras responsabilidades, Sin esperar demasiado, pero agradecidos cuando se nos gratifica, encontrando la mayor gratificación en la correspondencia de un afecto,espontáneo y auténtico, el cual no hubo que reclamar.

Habremos que cumplir con obligaciones, mientras éstas contribuyan al enriquecimiento personal, acorde a los propios valores, a la ética, a una necesidad de tener equilibrio en nuestra vida.

Y si bien la vida no se puede concebir sin obligaciones, a nadie puede amarse ni hacer amar por obligación, y sin embargo la vida no se concibe plena y feliz sin el amor, ¿será entonces obligatorio amar?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario