domingo, 25 de agosto de 2024

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 

LECTURA Y CALIDAD DE VIDA

Leer nos hace mejores personas.

Dentro de las actividades del círculo de lectura de la UNAM al que pertenezco, comencé la lectura del libro “Persona normal” de Benito Taibo (ed. Destino, 2021).  Obra escrita a manera de un diario en primera voz, que relata las vivencias de un joven a punto de cumplir trece años, al lado de su tío Paco.   El autor aprovecha para hacer digresiones sobre diversos temas; hay una que me agradó en particular: acerca de los libros como formadores de lo que él llama “educación sentimental”, que en términos educativos correspondería a la inteligencia emocional, ese núcleo de fondo sobre el cual se sostienen las decisiones que vamos tomando en el día a día. Transcribo: “El libro es jardín que se puede llevar en el bolsillo, nave espacial que viaja en la mochila, arma para enfrentar las mejores batallas […] semilla de libertad, pañuelo para las lágrimas.”

Me gusta ver televisión cuando encuentro un programa con un contenido que aporte algo en términos de conocimiento o de sensibilidad social.  Pertenezco al pequeño grupo de espectadores que, por lo visto en redes sociales, no encontramos razones para seguir el programa denominado “La casa de los famosos”. Algún periodista podrá juzgarme, y con razón, porque critico algo que no conozco de primera mano, y está en lo cierto.  Nunca he visto dicho programa ni lo veré; con conocer los contenidos que se filtran a través de la red, sé que para mí representaría una franca pérdida de tiempo, y la vida es muy corta como para desperdiciarla así.

La logística: un grupo de “famosos” del medio del espectáculo son encerrados en una residencia y monitoreados las 24 horas del día. Semanalmente se va expulsando uno de los residentes, hasta que al final queda un único ganador que se lleva cuatro millones de pesos.  Revisando los elementos que contiene el programa, se trata de seguir muy de cerca la convivencia de diversos personajes con una buena dosis de rivalidad entre ellos, un voyerismo muy tecnificado para penetrar a la intimidad de las relaciones humanas y atestiguar las rispideces de primera mano.  Se apela a la empatía a favor de alguno de los personajes y se apoyan sus acciones mediante el voto personal, lo que da al espectador la sensación de participar activamente en la decisión semanal de quién será expulsado.  Me recuerda esos pleitos que ocurrían en las famosas vecindades de los años cincuenta y sesenta, estilo Oscar Lewis, donde lo reducido de los espacios habitacionales y la porosidad de los materiales de construcción, volvían lo íntimo del hogar en asunto común para todos, de manera que cada habitante tomaba partido por uno u otro de los contendientes.   ¡Qué manera de perder el tiempo! Mi opinión muy personal, pensando en el desperdicio de tiempo, como si la cuenta de ese material que la vida nos concede en préstamo, no se fuera consumiendo.

Un experimento que he llevado a cabo por mero accidente y hallo muy revelador, de modo que les invito a replicarlo: Cuando aparece en la pantalla una secuencia de comerciales de novelas, coloquen en “mudo” el sonido y observen: La gran mayoría repiten la violencia a modo de gritos o golpes, y las manifestaciones de pasión desmedida, ¡Y es todo! De tales contenidos buscan alimentar nuestro espíritu las grandes productoras.

Cierto, es cada vez más dificultoso exaltar y promover los hábitos de lectura.  Los jóvenes conciben esta actividad como una aburrición, y sucede porque, quienes seguimos creyendo en el poder de los libros, no estamos haciendo bien la tarea. Tal vez los animamos a emprender una lectura plana, sin los matices que el autor quiso dar a cada uno de sus personajes, esos rasgos que los vuelven humanos a ojos del lector y que, de este modo le permiten identificarse con ellos.  En el caso de la obra que menciono, el tío Paco es la oveja negra de la familia que se ve obligado a asumir un papel como tutor del protagonista, luego de que este queda huérfano.  A través de la narración podemos ver los niveles de profundidad de quienes van apareciendo en escena, para quedarnos con el mensaje de que, independientemente del origen, del modo habitual de comportamiento y los desaciertos, cada personaje tendrá algo que aportar a la historia.  Es algo que igual se desarrolla en una pieza teatral o una producción fílmica, aunque a través de la palabra escrita es más accesible: podemos revisar lo narrado, tomarlo y aplicarlo a nuestro diario vivir.

Una de las grandes falacias del tercer milenio, es que perdemos de vista que el tiempo pasa y no regresa.  Actuamos como si la vida se pudiera rebobinar mañana, para volver a vivirla de una mejor manera.

Frente al tiempo la inteligencia para aprovechar cada hora, cada día. Con un libro bajo el brazo, mejor aún.

CARTÓN de LUY

 


Canción de mi vida - Himno del Adulto Mayor

CONFESIÓN DE UNA MUJER MADURA


Y me vi al espejo, con todos mis años y mis kilos de más y una que otra imperfección,
¿Pero saben algo?:
me gustó lo que vi frente a ese espejo,
y me dije:
Eres guapa mujer, a pesar de que tu cuerpo ha dado vida varias veces, eres guapa...
Eres inteligente, has sacado adelante a tu familia, callaste tus miedos, para dar seguridad a los tuyos...
Eres productiva, y altamente activa, no le temes a la competencia en el trabajo...
Eres un poema, puesto que conoces todas las emociones y sentimientos en carne viva y de eso puedes hacer grandes y bellos versos...
Eres un libro de historia, puesto que de tus otoños vividos, y de los que te resten por vivir, puedes editar y compartir tus experiencias vividas...
Eres fuerza y coraje, y a la vez miedosa y temerosa y con ansias inmensas de protección...
Me gustó lo que ví frente al espejo.
Toda una mujer, afortunadamente perfectible ante sus errores, y siempre conservando en su interior, el candor de la niña que cree en los sueños y los cuentos de hadas.

Tomado de la red.  Circula desde el 2021.  No logro identificar autor(a) original.

De que te arrepentirás en la vejez según la Universidad de Harvard

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Aparentar, hacer creer lo que no se es, lo que no existe, es práctica común para esconder una realidad. Disimular emociones, esconder problemas, fingir sentimientos, crearnos incluso una imagen ante los demás para buscar aceptación, para evitar críticas, para vivir en esa irrealidad en la que sucumbimos arriesgando la paz interior que solo la autenticidad puede ofrecer.

Pero hay un costo al mostrarnos tal cual somos, y a veces no se está tan dispuesto a pagarlo, importa más el "que dirán", buscar el elogio, alcanzar los estándares que nos han señalado como los deseables, en lo personal, familiar, profesional, social, que el ser uno mismo, sin disfraces, maquillajes, sin falsas poses.

La aceptación de los demás es quizá secundaria. Creo que a veces aparentamos porque nosotros mismos no admitimos ser como somos, quizá la autoestima no es suficiente para que la autopercepción no nos decepcione, para definir lo positivo, aceptar lo que no lo sea, agradecer lo que se es, lo que se ha sido, y buscar ser cada día un poco mejor. Mejor en calidad humana, en tener congruencia de palabra y acción, en dejar de vivir en la irrelevancia, volver a sentir la emoción del asombro de todo aquello que gratuita y cotidianamente nos ofrece la naturaleza, alimentar cuerpo, mente y espíritu de elementos que nutran, que nos den la fortaleza para enfrentar la vida, sin más armadura que nuestra propia esencia.

Las apariencias engañan, y sin embargo seguimos queriendo engañar y así engañarnos a nosotros mismos, pero la verdad como la humedad tarde que temprano emerge, si no ante los demás, sí ante nuestra conciencia.

En esta vida, no se trata de impresionar con falsedades, porque finalmente vivir de apariencias es solo aspirar a ser un pastel de utilería.

Los abuelos en la vida de la familia. Cortometraje.