domingo, 25 de agosto de 2024

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Aparentar, hacer creer lo que no se es, lo que no existe, es práctica común para esconder una realidad. Disimular emociones, esconder problemas, fingir sentimientos, crearnos incluso una imagen ante los demás para buscar aceptación, para evitar críticas, para vivir en esa irrealidad en la que sucumbimos arriesgando la paz interior que solo la autenticidad puede ofrecer.

Pero hay un costo al mostrarnos tal cual somos, y a veces no se está tan dispuesto a pagarlo, importa más el "que dirán", buscar el elogio, alcanzar los estándares que nos han señalado como los deseables, en lo personal, familiar, profesional, social, que el ser uno mismo, sin disfraces, maquillajes, sin falsas poses.

La aceptación de los demás es quizá secundaria. Creo que a veces aparentamos porque nosotros mismos no admitimos ser como somos, quizá la autoestima no es suficiente para que la autopercepción no nos decepcione, para definir lo positivo, aceptar lo que no lo sea, agradecer lo que se es, lo que se ha sido, y buscar ser cada día un poco mejor. Mejor en calidad humana, en tener congruencia de palabra y acción, en dejar de vivir en la irrelevancia, volver a sentir la emoción del asombro de todo aquello que gratuita y cotidianamente nos ofrece la naturaleza, alimentar cuerpo, mente y espíritu de elementos que nutran, que nos den la fortaleza para enfrentar la vida, sin más armadura que nuestra propia esencia.

Las apariencias engañan, y sin embargo seguimos queriendo engañar y así engañarnos a nosotros mismos, pero la verdad como la humedad tarde que temprano emerge, si no ante los demás, sí ante nuestra conciencia.

En esta vida, no se trata de impresionar con falsedades, porque finalmente vivir de apariencias es solo aspirar a ser un pastel de utilería.

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