LECTURA Y CALIDAD DE VIDA
Leer nos hace
mejores personas.
Dentro de las actividades del círculo de lectura de la UNAM al
que pertenezco, comencé la lectura del libro “Persona normal” de Benito Taibo
(ed. Destino, 2021). Obra escrita a
manera de un diario en primera voz, que relata las vivencias de un joven a
punto de cumplir trece años, al lado de su tío Paco. El autor aprovecha para hacer digresiones
sobre diversos temas; hay una que me agradó en particular: acerca de los libros
como formadores de lo que él llama “educación sentimental”, que en términos
educativos correspondería a la inteligencia emocional, ese núcleo de fondo
sobre el cual se sostienen las decisiones que vamos tomando en el día a día.
Transcribo: “El libro es jardín que se puede llevar en el bolsillo, nave
espacial que viaja en la mochila, arma para enfrentar las mejores batallas […]
semilla de libertad, pañuelo para las lágrimas.”
Me gusta ver televisión cuando encuentro un programa con un
contenido que aporte algo en términos de conocimiento o de sensibilidad
social. Pertenezco al pequeño grupo de
espectadores que, por lo visto en redes sociales, no encontramos razones para
seguir el programa denominado “La casa de los famosos”. Algún periodista podrá
juzgarme, y con razón, porque critico algo que no conozco de primera mano, y
está en lo cierto. Nunca he visto dicho
programa ni lo veré; con conocer los contenidos que se filtran a través de la
red, sé que para mí representaría una franca pérdida de tiempo, y la vida es
muy corta como para desperdiciarla así.
La logística: un grupo de “famosos” del medio del
espectáculo son encerrados en una residencia y monitoreados las 24 horas del
día. Semanalmente se va expulsando uno de los residentes, hasta que al final
queda un único ganador que se lleva cuatro millones de pesos. Revisando los elementos que contiene el
programa, se trata de seguir muy de cerca la convivencia de diversos personajes
con una buena dosis de rivalidad entre ellos, un voyerismo muy tecnificado para
penetrar a la intimidad de las relaciones humanas y atestiguar las rispideces
de primera mano. Se apela a la empatía a
favor de alguno de los personajes y se apoyan sus acciones mediante el voto
personal, lo que da al espectador la sensación de participar activamente en la
decisión semanal de quién será expulsado.
Me recuerda esos pleitos que ocurrían en las famosas vecindades de los
años cincuenta y sesenta, estilo Oscar Lewis, donde lo reducido de los espacios
habitacionales y la porosidad de los materiales de construcción, volvían lo
íntimo del hogar en asunto común para todos, de manera que cada habitante
tomaba partido por uno u otro de los contendientes. ¡Qué manera de perder el tiempo! Mi opinión
muy personal, pensando en el desperdicio de tiempo, como si la cuenta de ese
material que la vida nos concede en préstamo, no se fuera consumiendo.
Un experimento que he llevado a cabo por mero accidente y
hallo muy revelador, de modo que les invito a replicarlo: Cuando aparece en la
pantalla una secuencia de comerciales de novelas, coloquen en “mudo” el sonido
y observen: La gran mayoría repiten la violencia a modo de gritos o golpes, y
las manifestaciones de pasión desmedida, ¡Y es todo! De tales contenidos buscan
alimentar nuestro espíritu las grandes productoras.
Cierto, es cada vez más dificultoso exaltar y promover los
hábitos de lectura. Los jóvenes conciben
esta actividad como una aburrición, y sucede porque, quienes seguimos creyendo
en el poder de los libros, no estamos haciendo bien la tarea. Tal vez los
animamos a emprender una lectura plana, sin los matices que el autor quiso dar
a cada uno de sus personajes, esos rasgos que los vuelven humanos a ojos del
lector y que, de este modo le permiten identificarse con ellos. En el caso de la obra que menciono, el tío
Paco es la oveja negra de la familia que se ve obligado a asumir un papel como
tutor del protagonista, luego de que este queda huérfano. A través de la narración podemos ver los
niveles de profundidad de quienes van apareciendo en escena, para quedarnos con
el mensaje de que, independientemente del origen, del modo habitual de
comportamiento y los desaciertos, cada personaje tendrá algo que aportar a la
historia. Es algo que igual se
desarrolla en una pieza teatral o una producción fílmica, aunque a través de la
palabra escrita es más accesible: podemos revisar lo narrado, tomarlo y
aplicarlo a nuestro diario vivir.
Una de las grandes falacias del tercer milenio, es que
perdemos de vista que el tiempo pasa y no regresa. Actuamos como si la vida se pudiera rebobinar
mañana, para volver a vivirla de una mejor manera.
Frente al tiempo la inteligencia para aprovechar cada hora,
cada día. Con un libro bajo el brazo, mejor aún.
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