domingo, 13 de enero de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


A diario recibimos frases que pretenden ser inspiradoras. A veces las reenviamos sin detenernos mucho a encontrarles sentido, solo porque nos suenan bien. Una que llamó mi atención hoy decía: "la clave de la felicidad es no esperar nada de nadie".

Definitivamente me pareció absurdo que en eso cifrara la felicidad de nadie. ¿Sería tan fácil ser feliz? ¿cómo interpretar esta frase tan vacía, tan carente de sensibilidad?

Un mundo feliz, con gente que definitivamente tendría que vivir en un aislamiento emocional, para que no le afectase el no recibir nada de nadie. De acuerdo estoy en que la acción de dar debe ser mucho más satisfactoria que recibir, pero no concibo a un ser humano que viva diciéndose, menos sintiéndose feliz si no ha sido digno de algo recibir.

La esperanza guarda precisamente en su significado el esperar algo, si no fuera porque mantenemos viva la posibilidad de que se nos ame, de que se nos brinde amistad, de una reciprocidad en los afectos, y ser felices cuando la vida nos complace con dádivas que a través de nuestra existencia vamos obteniendo de las personas con las que coincidimos en nuestro trayecto.
Hacer de esta renuncia a esperar algo de alguien --sobre todo de alguien que nos importa, a quien queremos, y que tiene significado especial en nuestras vidas-- la clave de la felicidad, es totalmente absurdo. La felicidad, depende de nuestra actitud ante los hechos, y es más en ello que está a mi criterio, si es que es una sola, la clave de la felicidad, no en convertirme en un ente refractario a la maravilla de ser destinatario del más pequeño detalle que me sea otorgado.
Yo toda mi vida he esperado, quizá he aprendido lo que puedo esperar de cada quien, la gente aún me sorprende en sus respuestas, a veces gratamente otras por el contrario, pero en este "toma y daca" que es parte esencial de la convivencia humana, tengo la fortuna de decir que mi mayor felicidad la debo a todo aquello que la gente me ha dado,muchas veces sin siquiera merecerlo.

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