domingo, 29 de diciembre de 2019

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


FRENTE AL TIEMPO
Fin de año: un cruce de caminos.  Momento para detener la marcha, medir el rumbo de los propios pasos y reorientar el destino.
          Ocasión de plantarme ante el reloj para evaluar el año que concluye. Definir lo que ahora soy, en contraste con lo que fui hace justo un año.  Todo ello  frente al yo ideal que pretendo alcanzar.
          Las horas del año que fenece huyen escurridizas, como evitando el momento de  llevar a cabo este examen de conciencia, de cara al que debe de ser el juez más estricto: mi propio yo.
          Quiero medirme por el cumplimiento de los propósitos que me planteé hace doce meses.  Hasta qué punto culminé en hechos lo que me prometí. Las buenas intenciones son como una alfombra de hojas secas colocada encima de una oquedad de muerte. Al momento de pisarla, nos hundimos.
          …Ocasión de determinar si aquello que pretendí hacer por los demás, partió del amor propio.  Si supe prodigar lo necesario para mí, antes de salir a tender puentes más allá de mi propia persona.  Cuidando para que no sean puentes sin anclaje, que se vendrían abajo.
          Hoy requiero evaluar si mis acciones han nacido de la auténtica generosidad, alejadas del bullicio escandaloso de la autocomplacencia.  Determinar si mis pasos fueron silentes y mi boca discreta.
          Es tiempo de medir cuánto he aprendido de la vida, a través de sus variados maestros: La naturaleza; los libros; los ancianos; los niños; los compañeros de camino que guían mi ruta; los que van a mi lado.  Cada uno posee su propia verdad de la cual mucho se aprende.
          Deseo saber cuántas horas  he pasado en la labor de dominar  algo nuevo, y cuántas he desperdiciado rumiando asuntos que me son ajenos, y que finalmente no me corresponde juzgar.  Entre más noble el corazón, más ocupada la razón, y más gentil  la lengua.
          Hoy es el mejor momento para evaluar el nivel de  gratitud, hacia todos aquellos que me han permitido llegar hoy a este cruce de caminos: En primer lugar  Dios; la familia que me trajo al mundo y la que me sostiene; las manos que trabajan porque yo pueda tener lo necesario en tiempo.
          Quiero dar gracias por los amigos transparentes y leales, cuya presencia es bálsamo gozoso.  Mediante su acompañamiento entiendo cómo es que el cielo se vale de algunos seres humanos, para hacerse presente en la vida de otros, de la mejor manera.
          Así mismo quiero dar gracias por quienes me han hecho trastabillar y dudar.  A través de sus acciones puse a prueba mis recursos, y  aprendí a conocerme de un modo aún más profundo.  Hoy los bendigo por ayudarme a crecer.
          Gracias doy a la vida por la palabra, vehículo que me permite expresar ideas y sentimientos.  Espejo frente al cual aprendo más de mi propia persona y de la vida.  Medio a través del que he procurado tocar la vida de otros. Difícil saber si lo logré, así que me ocupo en seguir intentándolo.
          Frente al tiempo y la muerte, entiendo que nuestro paso por este mundo es transitorio, y que en cualquier momento la vida se interrumpe, así nada más, sin pedir permiso.  De este modo nos corresponde amanecer cada mañana con la capacidad de asombro del niño pequeño, para vivir a profundidad.  Y al caer la noche, irnos a dormir con la serenidad bendita de un bebé de brazos, habiendo cumplido por ese día.
         Para el tiempo que venga, quiero aprender a recibir cada jornada como quien recibe el mejor regalo.  Hacer de ella una oportunidad de crecimiento, y una vez que transcurre, cerrarla con santa alegría.
          Quiero enfocarme en los aspectos positivos, y desestimar aquellas cosas que no siempre salen como se espera. Que no sean motivo de pesadumbre.
…Aprovechar todo momento como ocasión para descubrir  cosas que vuelvan la vida más rentable, de modo de invertir lo que soy con entusiasmo, y recibir réditos que acrecienten mi gozo.
        Quiero tener la capacidad para sustraerme de la vorágine consumista, para recordar que lo mejor de este mundo tiene un valor tan alto, que no se mide en pesos y centavos.
        Darme a la tarea de agradecer cada bendición que llega a mi vida. Hacerlo de manera oportuna, sin escatimar, evitando caer en la soberbia actitud de quien cree que  todo lo merece.
      Cada día que pasa estoy más cerca de la meta final. No quiero que ésta me sorprenda con la mochila vacía, sin haber aprovechado el tiempo en prepararla.
         Que el paso de los siguientes meses vuelva dócil mi corazón y prudente la razón, hasta entender que los apegos anclan, tanto así, que llegan a impedir al espíritu elevar el vuelo.
       Termino el año con una sonrisa de agradecimiento, e inicio el  nuevo con una más de entusiasmo: Por la vida y la oportunidad de ser más feliz cada día, del tiempo que me sea prestado.                                Quiero poder desarrollar al máximo un firme propósito: Aprender  el arte de  vivir justo así, con el gozo inagotable de los niños pequeños.
      ¡Feliz 2020!



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