domingo, 26 de mayo de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Y así es como la vida nos va llevando, o vamos llevando la vida.  Muchas veces tan preocupados por un futuro que no llega, otras añorando o maldiciendo un pasado ignoramos el presente.

Le damos más valor a veces a lo ya vivido, o a lo que suponemos será lo que vivamos, desdeñamos el hoy, lo dejamos pasar de largo, invertimos el tiempo en sufrir o gozar de lo que no nos está aconteciendo en ese momento. Dejamos cada vez más la realidad, para abstraernos en la virtualidad, para ser testigos de vidas ajenas, olvidando las nuestras propias, o haciendo uso de ellas como escaparate para otros.

Dedicamos poco tiempo a ver nuestro interior, a escanear nuestra alma, a tomarle una selfie a nuestra conciencia; a recrearnos con nuestros pensamientos, nuestras dudas. Sin googlear en nuestro yo interno para ser capaces de encontrar nuestra descripción, nuestra ubicación, y maravillarnos con aquello de lo que somos capaces. Como es el modo para enfrentar nuestras debilidades y reforzarlas, para encontrarnos con nosotros mismos.  Construir en nuestras propias mentes y corazones el mejor refugio, digno de ser compartido, sin mediar para ello ningún artefacto. Recurrir a esa antigua forma del lenguaje hablado, personal, íntima, a buscar en el contacto humano y real la retroalimentación que nos permita subsanar deficiencias.

El manejo de nuestras emociones, la empatía para reconocer las ajenas, la habilidad para no enredarse en las negativas y para hacer de las positivas un andamio que conduzca a la felicidad. Entendiendo por esta el bienestar, la paz que inunda el espíritu y que nos invita ser compartidos, porque la auténtica felicidad es la que se vive sin egoísmos.

Cualquier meta en la vida será vana, si no damos prioridad a fortalecer nuestro espíritu. A mantener saneado no tan solo el cuerpo, a fortalecer nuestra voluntad. Alcanzar la suficiencia, que nos permita congraciarnos con la vida,que nos haga sensibles a las necesidades de los demás. Resilientes ante la adversidad, tolerantes y humildes para aceptar que somos falibles. Con la habilidad de reconocer en las críticas aquellas constructivas y sumarlas al aprendizaje continuo que es la vida.

La vida es una hermosa sinfonía, requiere sintonizar neocórtex con sistema límbico, traducido como emociones y pensamiento, armonía total entre corazón y cerebro para crear la mejor melodía.

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