domingo, 19 de julio de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

MEMORIAS 3D
Hace un par de días me regalé un  ramo de flores; debiendo hacer otras compras en un conocido centro comercial, aproveché la vuelta para adquirir uno de esos ramos que ya vienen arreglados en papel celofán, con su sobre de “polvos mágicos” para prolongar la vida de las flores.  Para mi sorpresa buena parte de hojas y tallos de la parte central del ramo venían podridos, así que luego de eliminar parte de ellos y colocar las flores en el florero, quedó una pequeña sobreviviente de colores blanco y rosa que deposité sobre mi escritorio, y que para el siguiente día se había deshidratado lo suficiente como para colocarla entre las páginas de un libro.  Recordé entonces la sensación de los pétalos de flores momificadas en libros antiguos de mi madre, esa fina crepitación entre los dedos cuando se toma aquella delgada lámina en la que se conservan los colores originales de la flor.  De ahí brincó mi mente con sus cavilaciones hasta chocar de frente con una realidad de nuestros tiempos: En un futuro conoceremos la naturaleza de este modo, a través de piezas momificadas de lo que alguna vez fueron hermosas especies libres y palpitantes.
Sin humor de meterme con el manido asunto del Chapo, permítaseme solamente rescatar un concepto: México se ha convertido en un vejado rehén de políticas egocéntricas derivadas de un capitalismo mal entendido, llevado al extremo para beneficiar a una élite privilegiada a costillas del resto de la población.  Por ese mismo mecanismo mental la mayoría nos hemos ido acostumbrando a ver por lo propio sin detenernos a respetar lo ajeno, tiramos basura en las calles, que al cabo hay un servicio de limpieza, olvidando que la ciudad más limpia no es la que más se asea sino la que menos se ensucia.  No respetamos las reglas de vialidad en una actitud pueril como diciendo, “yo estoy por encima de toda regla”, y sobrevienen los accidentes.  Por miopía  mental no respetamos los cajones para discapacitados, sin darnos cuenta de que algún día nosotros o algún familiar podremos quizás requerir uno y no hallarlo.  Y en cuestión de especies animales, pasamos por alto respetar las regulaciones que aseguren una vida digna y a futuro.
 Con relación al uso del agua vivimos como si la tuviéramos segura por mil años más, cuando la crisis por el  vital líquido está a la vuelta de la esquina; una vez más nos manejamos bajo la premisa de “a ver cómo le hacen los demás cuando el agua se acabe”, sin darnos cuenta de que tanto nosotros como nuestros hijos seremos parte de esa población con graves problemas por falta de agua.
Los gobiernos gastan grandes cantidades de dinero en cuestiones publicitarias, ahí tenemos a EPN que lleva una millonada en gastos de imagen personal mientras constriñe presupuestos de primer orden.  A través de publicidad,  se pretende crear conciencia ecológica, algo que tiene poco o ningún impacto en la conducta de los ciudadanos.  Es necesario un cambio de estrategia, educar primero a los padres de familia, hacerlos conscientes de la razón por la cual hay que llevar a cabo tal o cual medida preventiva, para que entonces sean ellos los educadores dentro del hogar, algo que no ha tenido cabida en un sistema de gobierno que no se basa en resultados sino en gastos publicitarios.  Ahí tenemos el caso del Chapo, nos dan una y mil explicaciones de los sistemas de seguridad con que cuenta el penal del Altiplano, todo ello para decirnos que los diecinueve candados y la estrecha vigilancia de 24 horas al día, simplemente no funcionaron (claro, partiendo de la hipótesis de que El Chapo en verdad se haya fugado).  No nos interesa  el rollo sino los resultados, mismos que no hemos visto ni en este ni en muchos otros casos emblemáticos.
La tecnología es un excelente recurso informático a todos los niveles; esta vez nos hemos maravillado con las imágenes de Plutón, al que creíamos extinto como planeta y que ahora pugna por recuperar su estatus dentro del Universo.  Hemos conocido en modelos 3D diversos saurios que existieron millones de años atrás, pero será lamentable que nuestros nietos no puedan conocer más que en imágenes digitales digamos, un elefante, un rinoceronte, una vaquita marina o un venado cola blanca, porque nosotros mismos hayamos terminado con ellos.
Dentro de esa visión egocéntrica contemporánea a la que me refería al inicio hay una tendencia al no respeto por la vida, aunque --hay que decirlo—se multiplican los grupos conservacionistas que buscan contrarrestar esta corriente maligna.

Luego de tantos pensamientos guardo esta florecilla huérfana, no sin antes preguntarme quién podrá encontrarla momificada en veinte o treinta años, y sobre todo, cuál podrá ser el escenario en el que viva quien la encuentre.

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