domingo, 1 de julio de 2018

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

MUNDIAL Y ELECCIONES
…para narrar hay que tener problemas. 
Juan Villoro
Tal vez  la coincidencia del Mundial de Futbol con las elecciones no es gratuita.  Me imagino que es una travesurilla del Dios que le encanta a  Sabines, ese Dios al que de repente se le pasa la mano y nos rompe una pierna, y que ahora ve a  todo México  inmóvil frente al televisor con el corazón puesto en Rusia.
     No soy aficionada al futbol.  Como deporte podría gustarme, sin embargo hallo  insultante  la parafernalia que se monta en torno al mismo.  La selección mexicana resulta una casta de benditos a los que se rinde culto, casi tanto como a la Virgen de Guadalupe.  Habitualmente, cada vez que van de  campeonato aseguran  que  vencerán, y si regresan derrotados se justifican diciendo que el cielo así lo dispuso. Con estas historias hallo que son impulsivos, lo que me lleva  a suponer que en  la derrota  contra Suecia haya influido que se confiaron tras haber ganado los dos primeros partidos.
     Lo que tantas veces sucede con la selección, es lo mismo que prevaleció durante las campañas con todos los candidatos. En las encuestas cada uno clamaba a los cuatro vientos tener el triunfo en la mano. Respecto a  las promesas de campaña, igualmente  aseguraron que habrán de  cumplirlas todas, hasta las más fantasiosas.
     Catón tiene cuatro lectores, yo tengo dos.  Seguramente para ahora uno de ellos ya abandonó la lectura, incómodo con mis disertaciones.  Continúo entonces escribiendo para el que sigue aquí,  probablemente sea mi hijo Amaury, mi lector cautivo.
     Volviendo al comentario inicial, no parece gratuita la coincidencia entre el Mundial y las elecciones, ya que nos permite medir la forma como aquilatamos los distintos rubros presupuestales  en nuestro país.   Para el proceso electoral son carretadas de dinero la que se destinan a las campañas, y –terrible mi suspicacia—otro tanto lo que ingresa de manera subrepticia, para reforzar la estrategia partidaria.  Todo estaría bien si tuviéramos resueltos rubros de primera necesidad  como son salud, educación y un salario digno, pero no es así.  
     Resulta inconcebible que haya tantas escuelas que  funcionan como de milagro en tejabanes de madera y lámina, con piso de tierra, muchas veces sometidas a  una humedad insalubre.  Planteles que no cuentan con agua potable ni drenaje, o que se localizan a una distancia tal de ciertas comunidades rurales, que a los niños les lleva una o dos  horas llegar a ellas, y otro tanto para regresar a casa.  Por cierto, son niños de primaria  que muchas de las veces andan en ayunas. 
     Justo en estos cotejos es donde la aplicación de  las matemáticas me provoca cólico biliar.  La selección nacional es un negocio de cientos de miles de millones de dólares, que hasta donde sé, está libre de impuestos.  Algunas de las 24 poderosas empresas que patrocinan a la selección, son  transnacionales que se valen de la ingeniería fiscal para exentar impuestos.   El resultado final de los factores en  la ecuación, es que hay necesidades de primer orden que no alcanzan a cubrirse, en tanto  asuntos  no prioritarios tienen  presupuestos sobrados.  
     Desde el punto de vista antropológico es muy probable que ese gusto por el balompié lo traigamos en la sangre desde la época prehispánica, y que el juego de pelota de los pueblos originales –con sus adecuaciones—esté representado por el actual futbol. Y que sea por eso que las aficiones se vuelcan en hurras y vítores, y hay quienes  empeñan todo lo que tienen por ir al otro lado del mundo a vivir los partidos de forma presencial.  No acaba de sorprenderme que se calcule en 300,000 el número de turistas mexicanos  que han viajado a  Rusia para el Mundial. En las imágenes transmitidas, me deja atónita  la presencia de grupos familiares, algunos hasta con niños pequeños.  En mi limitada visión financiera me pregunto: ¿Cómo le hicieron?, y prefiero quedarme con la duda, en lugar de  dar vuelo a la imaginación.
     Las del 2018 están consideradas como las elecciones más grandes de la historia.   Grandes en cuanto a padrón electoral, grandes en cuanto a presupuesto, dolorosamente grandes en lo que respecta a  muertes de candidatos y funcionarios.   Está en juego el destino de México, no solamente para 6 años sino para mucho tiempo.  De la corriente política que resulte triunfadora en la contienda electoral, dependerá en gran medida el curso de nuestra historia.  Se requiere que prive la conciencia crítica, la participación activa.  No podemos actuar de manera precipitada y mucho menos con apasionamientos, como si fuera un partido de futbol y nosotros la versión mexicana de los “Hooligans”.  Que prive la serenidad, la claridad de pensamiento, recordando que lo que hoy se juega es  la paz y el progreso que nuestros hijos merecen.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario