domingo, 8 de febrero de 2015

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


El perdón, esa maravillosa clave para vivir sin ataduras a la ofensa sea cual sea ésta, sea quien sea la persona que nos lastimó.


Todos tenemos la capacidad de perdonar, con mas o menos dificultad la mayor parte de los agravios sufridos, vengan de quien vengan los vamos perdonando aunque la memoria nos condene a mantenerlos en sitio preferencial, porque es mas fácil olvidar buenas acciones que aquellas que nos produjeron dolor, que quebrantaron la confianza, que traicionaron el cariño en cualquier tipo de relación humana.

Terminamos perdonando porque perdonar es liberarnos, porque es dejar de tener vínculos con un dolor, con un pasado, con un recuerdo que sigue siendo herida abierta hasta que consciente o a veces inconscientemente a través del tiempo vamos perdonando.

No es algo que nos podamos proponer y lograr de la noche a la mañana, es un proceso en el cual a veces la misma vida nos da herramientas para darle al hecho la dimensión precisa, en otras las actitudes del ofensor nos permite reconocerlo como un ser falible, tanto como lo somos nosotros mismos.

Al perdonar nos liberamos, porque se siente mas libre aquel que perdona, que el perdonado. A veces cargamos las ofensas, los daños infligidos y el infractor, ajeno a ello vive tranquilo, él mismo hace mucho se perdonó.

Nos lo soliciten o no, siempre es sano estar dispuesto a perdonar, sin que ello necesariamente implique volver a confiar, volver a querer, pero si a no dejar llenar espacios valiosos del alma con rencores y resentimientos que sean peso innecesario en nuestro equipaje durante el recorrido en esta vida.

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