LA
ELOCUENCIA DEL SILENCIO
“Entrar en el silencio, donde todo nuestro ser se siente remansado”
Jose Fernandez Moratiel
Noticias van, noticias vienen, algunas preocupantes con razón, otras exageradas para lograr los disputados seguidores en las redes sociales tan de moda. De vez en cuando surge información seria y responsable, sustentada en la ciencia que nos deja ver nuestra realidad un poco mas clara. El virus sigue aquí y va a estar por largo tiempo. A estas alturas algo hemos aprendido y ya sabemos que nos toca hacer para seguir sanos y protegidos de la enfermedad.
Los
protocolos siguen siendo los mismos, lavado de manos, cubre bocas, etc… Sobre
todo, la distancia social, bien calculada y admitida como la mejor protección,
puede ser la diferencia entre estar bien o la posibilidad de una reinfección
para los que ya han sido tocados por el virus, o bien exponerse a la enfermedad
por primera vez con todas sus consecuencias.
Llevamos
largos meses inmersos en un estado de incertidumbre, miedo y preocupación.
Hemos
de buscar formas de relajar la tensión acumulada para seguir adelante en esta
época difícil e incierta.
Silenciar
nuestra mente del parloteo que nos rodea, no es cosa fácil de conseguir. Sin
embargo, con algo de voluntad, esfuerzo y práctica, pudiéramos encontrar que el
silencio nos proporciona una hospitalidad que nos acoge; un buen “sitio” para
descansar un poco del agobio, de la excesiva actividad mental; darnos un
respiro.
Abrir
el silencio por un momento, es romper la rutina del hacer; detener por un
momento la vorágine de pensamientos y dejar de conversar con nuestros afanes
para encontrarnos refugiados por un rato en nuestro interior.
Buscar
un momento de paz silenciosa no es evadir lo que sucede, pero sí es recargar
nuestro espíritu para seguir enfrentando la vida que nos está tocando vivir.
Ese
rincón de nuestra casa, intimo, grato, puede ser el mejor lugar para detenernos
un momento y acallar el ruido. Uno encuentra dentro cuando suspende toda
búsqueda exterior.
En
el silencio nos quedamos con nosotros mismos y es posible que encontremos una
soledad misteriosamente fértil, de la cual surgirán respuestas a nuestras
preocupaciones y agobios.
Hay
una zona de descanso un poco ignorada y que está ahí, a la mano. Bastaría con cerrar los ojos y
escuchar el sonido del silencio, aunque sea de vez en cuando.
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