domingo, 20 de noviembre de 2022

POESÍA EN PROSA de María del Carmen Maqueo Garza

 

EPIFANÍA DE LA MUDANZA
Con cariño para Elsa Angélica  

Sabia es la naturaleza. Se cumplen ciclos en su continuo devenir.

El verano va cayendo a pedazos. El verdor de los árboles se transforma en amarillos y ocres; las ramas castañetean con el viento; sus hojas se desprenden para lanzarse al vacío como clavadistas suicidas desde la altura. Tocan suelo y entonces juegan a revolcarse con gracia sobre las baldosas. Tal parece que sus piruetas rompen la firmeza de la piedra; la hacen sonreír con su cosquilleo.

Cae el fruto maduro justo cuando debe caer. Ni antes ni después. Ajena a los afanes del hombre, la entraña vegetal se desprende del producto de su vientre henchido en el justo momento.

Un viento sereno y a ratos juguetón, agita el cuerpo de los altos bambús, esos cuyos retoños más tiernos apuntan al cielo. Miro cómo se balancean a uno y otro lado con total confianza, como si fueran movidos por un trillador que los agita con ternura de padre. Pareciera que ellos lo saben y se entregan mansos a ese vaivén amoroso.

Roza el frío mi piel. Corriente dichosa que me indica de un modo gozoso que estoy viva.

En medio del cielo un sol otoñal se arranca su templado velo gris. Veo que sonríe. Una vez más se ha cumplido la vida, desde la pequeña hormiga que acarrea sus provisiones para el invierno, hasta las aves cuyo canto hoy es distinto. Es un canto que anuncia cierre, terminación, promesa de un reinicio en el tiempo justo, cuando la mudanza y sus afanes hayan cumplido lo suyo y un nuevo ciclo despunte.

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