domingo, 18 de diciembre de 2022

Poesía de María del Carmen Maqueo Garza

 

EPIFANÍA DEL OCASO

                                                A la memoria de mi cuñado Gonzalo Díaz

Cuando adivinas próximo el final del camino, vas poniendo orden con lo que fue tu vida: Sueños, metas; aciertos, errores; afectos, desdenes.

Entonces entiendes que lo único que dejas y a la vez te llevas, es el amor que hayas sembrado a lo largo del camino.  Con tus manos desnudas, desgarrando feroz la entraña de la tierra, para depositar, una a una, tiempo a tiempo, las semillas de tu propio corazón.  Con fuerza, lacerando tu piel en cada siembra, así llegue a sangrar a causa de ello.  Gotas preciosas que dan vida al grano que la tierra acoge.

Sólo eso has de llevar con tu andar ligero, en el último tramo del camino.  Cae la tarde y tú con ella. Queda, contra el destello vivo del sol poniente, una nebulosa huella de tu paso, cual manso polvo que habrá de hacerte presente a tu partida. Que te habrá de permitir permanecer por siempre en lo más profundo de nuestra memoria.

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