domingo, 1 de enero de 2017

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

2017: AÑO DE CAMBIO
Arranca un nuevo año, nos proponemos llevar a cabo planes y proyectos con todo el entusiasmo y toda la voluntad. Éste en particular será para los mexicanos un tiempo de grandes retos  para sacar adelante la economía familiar pese a las severas limitaciones del exterior, un período en el que  la industria y el comercio deberán aplicar su máxima creatividad para no naufragar.   Lo vemos venir y nos enoja, pues es la consecuencia de un sistema de gobierno que ha pretendido vendernos palabras y no resultados.
   Cuando los problemas económicos llegan al hogar, surge una crisis; la angustia existencial que implica mantener a flote las necesidades de  la familia genera estados emocionales complicados que de alguna manera redundan en la calidad de las relaciones interpersonales. No perdamos de vista aquel refrán popular que reza: “Cuando la pobreza entra por la puerta, el amor sale por la ventana”.  Sirva para estar conscientes de que viene un año  difícil para todos, resultado de malas decisiones administrativas de nuestros gobernantes para las que no se tomó en cuenta la voluntad ciudadana, asunto que debemos vigilar para que no dañe nuestro espíritu.
   En este estado de cosas nos corresponde pues, ser muy cuidadosos con nuestros gastos, planificar, endeudarnos lo menos posible, y mantener la organización de nuestras finanzas.  De alguna manera será una oportunidad para aprender a vivir con menos, a mantener un buen nivel de vida dejando de lado gastos que no son indispensables.   Ocasión para despegarnos un tanto del consumismo y asumir ese concepto de que el valor del ser humano no se halla fincado en su capacidad adquisitiva sino en su potencial creador.
   Con respecto a las relaciones personales dentro del hogar es buen momento para revisarnos, trabajar por mantenernos enfocados en lo que  finalmente es  importante, y evitar generar conflictos gratuitos.  Buen tiempo para poner en práctica ciertos principios que rigen las relaciones humanas, orientarnos a encontrar el punto de convergencia unos y otros, y no extraviarnos en inútiles luchas de poder.  Ahora menos que nunca debemos permitir esas desgastantes afrentas que no llevan a nada constructivo dentro del hogar; es ahora cuando debemos, de manera seria, trabajar conscientemente por fomentar la armonía familiar.
   Nos espera un año difícil en lo económico, que habrá de poner a prueba todas  nuestras capacidades.  Un tiempo en el que habremos de sobreponernos a los rigores del exterior para sacar adelante lo esencial.  Si no lo habíamos hecho antes, es ahora cuando corresponde a  la sensatez imponerse por encima de tantas otras cosas como lo es la moda, dado que lo importante en un producto no es la marca sino su utilidad;  necesario comenzar a entender que las riquezas en esta vida, las que finalmente nos llevamos al momento en que partimos, no tienen nada que ver con el mercado de consumo.
   Sea éste un inicio de año diferente, una prueba para nuestro potencial creativo en todos los sentidos, un tiempo para trabajar el estado de cosas dentro de la familia de manera de mantener un equilibrio en  los aspectos más importantes, cuidando al máximo que las restricciones del exterior no hagan mella en nuestro estado de ánimo, para  no caer en la desesperanza y el abatimiento.
   Quienes tenemos edad para hacerlo,  recordamos las grandes crisis de 1981 y de 1994 que dejaron su estela de desgracias personales irreparables.  Fueron tiempos en que  los ciudadanos de pronto nos convertimos en delincuentes, al  no poder afrontar las exigencias financieras que se generaron, no por nuestra causa, sino por la impericia de nuestros gobernantes y la voracidad de los banqueros.   Que no nos apague el entusiasmo la recesión que se anuncia y claro, hagamos valer nuestro poder ciudadano de manera pacífica y civilizada para comenzar a desarticular el sistema plutocrático que tanto nos ha dañado.
   Enseñemos a nuestros niños el valor del dinero, fomentemos en ellos la capacidad de autogestión.  Qué mejor momento para alejarnos de los contenidos tóxicos de la televisión que  presentan paradigmas de ficción para nuestros incautos jóvenes,  quienes tantas veces pretenden empatarlos en la vida real y –obvio—no lo logran.   Ningún humano de carne y hueso tiene en su persona todos los atributos de los personajes de las telenovelas, eso no es más que un montaje, y más nos vale a todos entenderlo.  Del mismo modo desterremos esos programas  que venden como diversión contenidos que no hacen más que embotar la capacidad crítica del  televidente.
   2017: Tiempo de un cambio renovador, forzados por  circunstancias del exterior, ocupados en desarrollar un sentido humanista y trascendente.   No hay más que de dos sopas, la del espíritu entrón y creativo, y la que se terminó.

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