domingo, 2 de agosto de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

RESPETO Y  AUTOESTIMA

Los ejemplos parecen interminables, se multiplican día con día, son de todo tipo, con diverso perfil, ubicación y contenido, pero comparten algo en común: La falta de respeto a los derechos de otros seres vivos.

En los últimos días en la Aldea Global ha corrido la noticia de Walter Palmer, el dentista norteamericano que acudió a Zimbabwe de cacería, y quien junto con el guía “certificado” que había contratado, con engaños sacaron a un león de su santuario, ya fuera de territorio protegido Palmer lo atacó mediante arco y flechas, lo dejó agonizar durante poco más de tres días, y finalmente le dio el tiro de gracia con arma de fuego, desolló al león, le cortó la cabeza y regresó a su país feliz de su hazaña. El león se llamaba Cecil, era la bestia más querida en Zimbabwe, traía su collar con GPS que monitoreaba un programa de rescate animal de la Universidad de Oxford, y se movía confiado por toda la extensión del santuario, sin sentir hallarse en riesgo alguno, hasta que estos individuos pasaron por encima de las leyes y lo mataron. Ahora, de regreso a su país natal, y viendo que no logra reiniciar su práctica dental, y que las autoridades de Zimbabwe piden su extradición, Palmer ha expresado por diversos medios su arrepentimiento, alegando además desconocer que fuera ilegal todo lo que hizo.

Un caso similar se presentó en estas latitudes, en las instalaciones de un reconocido centro campestre lagunero con una ardilla que al paso del tiempo y gracias a la buena voluntad de los usuarios fue perdiendo el miedo a los humanos, al grado de domesticarse. Baby Roger, como la llamaban, se acercaba a los socios, particularmente a los niños quienes le daban de comer y se tomaban fotografías con ella. La confiada ardillita tuvo la mala fortuna de hallar en su camino a un joven de dieciséis años, por cierto hijo de un conocido político panista, quien arremetió a pelotazos contra la ardilla, y la mató. Tras lo sucedido el padre del joven fijó su postura frente a las autoridades del club campestre, dispuesto a acatar la sanción que éstas establezcan, según un comunicado enviado por el panista, que publica en su página de facebook. Confiemos en que los propósitos ahí expresados sean tales y se cumplan, como padre de familia, y como figura pública que es.

Otro caso muy emblemático aconteció en la ciudad de Ensenada, y también fue a través de redes sociales como quedó expuesta la terrible imagen: Al centro un indigente, posiblemente afectado de sus facultades mentales, con escasa ropa, improvisados zapatos, y una soga al cuello… Hasta ahí una imagen dolorosa que recuerda a aquellas de “Los Olvidados”, cinta estelar de Luis Buñuel, pero el ver que al indigente lo rodean unos adultos cuyo gesto denota diversión a costillas del hombre harapiento, y que uno de ellos tome el extremo de la soga como sugiriendo que lo va llevando como se hace con un animal, es lo que resulta denigrante. Por más que trato de imaginar el momento inmortalizado por la imagen, no logro conciliar la versión de los contertulios con el dicho de quien subió la imagen a redes sociales. ¿No supieron los señores que era inapropiada su conducta? ¿Acaso vamos a creer que no se estaban mofando de la desgracia del indigente?... Al sentir la presión de las redes sociales se justificaron, dos de ellos renunciaron a los cargos que ocupaban, y seguramente aprendieron la lección, en la era digital hay que andarse con gran tiento, porque es más válida que nunca aquella vieja sentencia de mis abuelas: “No hagas cosas buenas que parezcan malas.”

Y ya para rematar, el asunto del Piojo, como una pequeña muestra del poder que tienen las televisoras en México para concebir, lanzar y endiosar a un ser humano, hasta hacerlo creer que está más allá del bien y el mal, de modo que actúe conforme a la novel concepción de sí mismo, meta la pata bien metida, y luego vengan las consecuencias políticas y laborales de sus actos, y caiga en picada hasta estrellarse, todo ello en un plazo increíblemente corto. Claro, se va el Piojo, pero lleva su buena ganancia monetaria entre su sueldo como director técnico, los anuncios del estado de Chiapas, y las ganancias de sus tweets a favor del Partido Verde, aunque claro, oficialmente fue un acto espontáneo, inocente y emocionado por el hermoso color que más le inspira.

De un excelente artículo de Alejandro Calvillo que habla acerca de situaciones de humillación hacia otros seres humanos, rescaté un enunciado que me permito transcribir ya para terminar: “Lograr ser a partir de denigrar el ser del otro”, excelente concepto que condensa aquello que campea en estas agresiones, y nos invita a todos a revisar qué tal andamos como sociedad.

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas

Puntuales
Al niño hay que familiarizarlo con la puntualidad desde que es un bebé, pronto aprenderá a tener hábitos para comer, para dormir, para jugar.
Ya estando en la escuela todo se facilita para ese orden porque su vida se vuelve cuadriculada, todo tiene un horario, todo tiene un calendario desde leer y estudiar, hasta presentar exámenes y terminar cursos.
No se trata de educar bien a un niño, se trata de educar bien a un buen ciudadano que será reconocido por sus semejantes al ser persona de orden y puntualidad.
Esa educación empieza en el hogar donde ambos padres deben ayudar a generar hábitos nuevos y positivos.
El resto de la vida se irá acomodando apreciando la puntualidad de los demás y exigiéndola en los negocios.
Vivir con orden multiplica las horas disponibles para cada quehacer y cada necesidad cotidiana.
jvillega@rocketmail.com

La palabra "paciencia" en su versión gatuna.

Gracias a mi amiga Julia por alegrarnos el día.

Carta de amor a Saint-Exupéry de su esposa Consuelo


Finales de diciembre de 1944

Aunque me vaya muy lejos, en tren, en avión, bajo el mar o por tierra, siento que nunca podría llegar hasta ti.

Toño, Toñito, mi hombre, mi hijo, mi campana, siento que cuando tocan las campanas no puedo respirar. He crecido vigilando el oleaje que te traerá de vuelta.

Yo caigo con las hojas, con la lluvia, con mi falda de fiesta. No puedo caminar a fuerzas para esperar el momento donde vuelva a ver tus ojos, redondos como las flores.

¿No ves que no puedo regar el árbol de navidad para hacerlo crecer? Mi marido de las estrellas, tengo pies demasiado pequeños y manos demasiado pequeñas, tienes que volver para ayudarme.

No sé cómo anduve desde mi infancia hasta este momento. Mi vida fue un gran vértigo. Ahora tengo el pelo gris, tengo tantas lágrimas en mi boca que serían suficientes para beber toda mi vida. ¿Por qué Toño, mi Toño, mi marido, mi mal y mi bien, mi cielo y mi infierno, te fuiste para no volver? No lo puedo creer, no lo quiero saber, partiste en tu avión, el 31 de julio en una misión de guerra y no has vuelto. No hay noticias tuyas y va a terminar el año. Tengo que aceptarlo, y si lo acepto, será para amarte más. ¡Cómo te habría amado si hubieras vuelto! ¡Como tú habrías hecho lo mismo por mí!

Señor de la corona de espinas, arráncame el corazón para que no me haga más daño. Tú sabes que Toño es todo para mí. Sin él, no soy nada. En la mesa de mi habitación del hotel, tengo un libro suyo, su fotografía con su chaqueta de cuero de soldado y sus finas manos varoniles como alas, y su barba crecida con mis lágrimas.

Señor grande y misericordioso, te doy mi pena y mi dolor. Padre mío, ayúdame. No tengo a nadie para amar, para esperar, para entregarme en abrazos. Mi casa se ha vuelto pequeña, sólo mi ventana sigue abierta para permitir que entre el cielo a donde él se fue volando para no regresar.

Regrésamelo, Padre, te lo ruego, haz un milagro. Si me lo traes en tu bondad amorosa, yo lo peinaré, lo bañaré, lo besaré, y juntos iremos hacia Ti.

Traducción y edición: Eréndira Ovalle y M.C. Maqueo.




Noche estrellada de Vincent Van Dominogh: Véanlo hasta el final.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


A Brisa no le gusta la nostalgia y la entiendo,creo que a veces la encadena, la atosiga.

Quisiera poderle hacer ver que la nostalgia es transporte gratuito e inmediato a situaciones por demás gratas al alma, solo se anhela y se siente nostalgia por aquello que nos hizo vibrar, por aquellos a quiénes quisimos entrañablemente, por los sucesos con que la vida nos acarició.

Es dolor suave a veces, otras capaz de hacernos llorar, a veces la nostalgia me ha hecho sentir dolor hasta en mis manos, una sensación extraña que solo al ser invadida por ella he llegado a percibir. Apenas quien no tenga memoria, o no tenga nada valioso que recordar, puede negarse a rendirse en algún momento a la nostalgia, y hasta de modo masoquista sentir placer en el dolor de aquello que ya no se tiene, pero que nos hizo inmensamente felices.

Una canción, un aroma, un paisaje, un dicho, alguna imagen, la evocación del ayer, tantas cosas nos arrebatan del presente y nos hacen viajar y a sentir esta bendita emoción que la nostalgia nos da, sentimientos encontrados entre la deliciosa sensación de volverlo a vivir en la memoria y el dolor de saberlo irrepetible, inaccesible, dulce dolor del alma, caricia y bofetada al mismo tiempo.

Brisa querida, a mí me gusta la nostalgia, porque me hace sentir viva y que he vivido, porque mi riqueza son todas esas vivencias y personas que han hecho de mi existencia algo que, hasta que mi memoria lo permita, habré de revivir una y mil veces.

He aprendido eso si, a no caer presa de ese sentimiento, a poder liberarme de él y no quedarme atada a aquello, a entender bien que lo vivido se convierte en mi pasado, y que mi pasado no puede quitarme la oportunidad de vivir plenamente mi presente.

Que no me condene la nostalgia a sufrir más de lo que voluntariamente pago por volver a recorrer camino andado.

Mi nostalgia es diaria y es compañera de vida que solo me inspira a seguir atesorando afectos e historias que sean dignas de montarles escenario cuando quieran repetirse en mis recuerdos.

Caminante de Machado en voz de José Luis Perales