sábado, 14 de mayo de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

PRIMERAS LECCIONES
En este  Día del Maestro quiero evocar a aquellos personajes que han pasado por mi vida para dejar una huella indeleble.  A pesar del  transcurso de los años, y el hecho de que algunos ya han abandonado el plano terrenal, su memoria nunca morirá; está viva dentro de mi ser, y palpita con cada latido del corazón.
   Soy honesta, no conservo mayores recuerdos de aquéllos cuya labor frente a los alumnos se concretó a cumplir un programa, un horario, una tarea… Aún  cuando haya estado dentro de sus aulas por espacio de un año, los conocimientos se quedaron a un nivel cognitivo, sin alcanzar a meterse dentro del pecho, de manera que hoy los polvos del tiempo los han desterrado.
   Recuerdo con claridad a la maestra que tomó mi mano para enseñarme las primeras letras.  Parece que estoy viendo aquel gran salón de Párvulos lleno de luz,  y a la maestra Lesbia enseñándonos las vocales y las primeras sílabas.  No pudo haber existido un mejor salón que aquél,  desbordante de luz, para comenzar a enamorarme de la escritura.   Al lado estaba el salón de música en el cual aprendí aquello de: “Con una sonrisa, y una inclinación…”.  Cada mañana la maestra Lucita, amante de las notas musicales,  habrá renovado su propósito  de vida frente al oscuro piano vertical,  decidida a   arrancar armonías de aquel montón de chiquillas desentonadas; sólo puedo recordarla animosa, sin amilanarse jamás con nuestros cantos. Estoy cierta que  de alguna manera imprimió en todas nosotras el amor por la música, el cual con los años he visto crecer.
   Recuerdo a mi maestra  Cota de primer año. Parece que la veo frente al grupo, en un salón que parecía salido de un cuento de hadas; totalmente aislado del resto de la escuela, y al cual se llegaba luego de cruzar un jardín tan verde y tupido, que  ni siquiera  en pleno mediodía lograba verse iluminado.  Por las mañanas el pizarrón se poblaba  con grandes árboles, y  redondas  letras  cursivas escritas con gises de colores.  Amante de la disciplina, la seño Cota dejaba caer sobre el escritorio su metro de madera para imponer orden entre la treintena de chiquillas de seis o siete años. A su lado aprendí a dibujar casitas, y  memoricé lecciones como aquella de: ¿Qué miras por la ventana?// Miro el sol  que ya se va//Que me dice “hasta mañana”//¡Di madre que volverá!//Volverá niño querido//y hasta tu cama entrará//y  si te encuentra despierto//¡Qué contento se pondrá!  De igual manera   entoné las estrofas del Himno Nacional cuya letra no dejaba de impactarme cuando la comprendí, particularmente aquello de  “profanar con su planta tu suelo”…”en las olas de sangre empapad”…. y  “un sepulcro para ellos de honor”.   Claro  a  esa corta edad es difícil entender que aquello de decir que Dios siendo tan bueno,   hubiera escrito con su dedo   sobre la guerra y la muerte, era más poesía que otra cosa.
   El resto de la Primaria, por cuestiones de trabajo de mi señor padre, lo cursé en muy diversas escuelas en distintas ciudades. De  los maestros guardo las memorias que conserva mi corazón.    Algo muy claro de aquellos años  era la congruencia entre lo que los maestros decían y lo que hacían.   Muy en especial recuerdo a mi maestra de quinto año en Durango, Hortensia Bolívar quien me enseñó con su  entusiasmo a apasionarme por la palabra escrita; además aprendí a distinguir las plantas angiospermas de las gimnospermas; que los caudillos de la Independencia entregaron la vida y algo más; que el traje de yalalteca es digno de portarse,  y también  me enseñé a hacer buñuelitos de molde para el diez de mayo.
   De  la secundaria, en esos años de difícil autodefinición,  conservo grandes  enseñanzas de mis maestros: Disciplina, lealtad y  compromiso  hacia aquello que hacemos.   Fue en clase de Biología en donde descubrí mi deseo de ser médico, gracias a la actitud  proactiva de la maestra, que escuchaba y atendía cada una de nuestras inquietudes en clase.
   Y así podría seguir recordando los maestros de Preparatoria; los de la facultad, y aquellos que conocí durante los años de especialización.  Maestros con elevada calidad moral, que para cuando daban una orden, ellos ya habían cumplido con lo suyo,  resultando imposible no atenderlos.
   A nuestros niños y jóvenes ha tocado vivir en unos tiempos difíciles, en los que la palabra vana y el rigor del metal son la moneda corriente.   Habrá entonces qué plantearnos cómo  trabajamos todos para que los chicos tengan el privilegio de una tutela de maestros como los que aquí describo, tan buenos en enseñar, que aún después de medio siglo sus alumnos recuerdan perfectamente las primeras lecciones recibidas de ellos; lecciones que hablan de amor, de pasión y de entrega para toda la vida.

COSAS NUESTRAS de Jorge Villegas





Conciliación
Ya no quiero más un presidente panista, ni uno priísta, ni uno perredista.
Con cualquiera sentimos que nos quedan a deber cambio.
Porque acaban gobernando ni siquiera los partidos, sino una facción.
Como el gobierno faccioso, no panista, que hoy tenemos en Los Pínos.
O como el anterior, entregado inicuamente en las manos de una cónyuge desbocada.
Vamos a exigir que los candidatos próximos se comprometan a la apertura.
Que, finalmente, haya un gobierno de conciliación y compromiso.
México en manos de sus mejores hombres, por encima de los partidos y facciones.
jvillega@rocketmail.com

LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS DE NADIE: Por Dra. Fabiola Chacón Chaves


Unidad de Trauma, Hospital Nacional de Niños,  Costa Rica  
Los niños y las niñas de nadie tienen un año o menos. Algunos no conocen a su padre y lo más parecido a ello es ese hombre que los aterroriza con su voz y sus manos , y que los hace creer que los monstruos y villanos de los cuentos de hadas existen.
Los niños y niñas de nadie no conocen el abrazo de una madre, un te quiero, una simple mirada de aceptación o de solidaridad. No escuchan canciones de cuna, se duermen entre los gritos y la violencia, y no saben si están despiertos o viven en una pesadilla.
Tienen sus cuerpos marcados por manchas moradas, sangre, rasguños, mordiscos, quemaduras, descuido y abandono. Son aquellos que el único contacto que reciben es el de la mano que castiga, el látigo que hiere y la indiferencia que mata. Sus almas abarrotadas de indiferencia , desamor y soledad.
Son hijos e hijas de la vida que deben aprender a valerse por sí mismos, aunque aún no puedan siquiera caminar.
No tienen derecho a llorar, a sentir dolor o miedo porque eso sería el principio de la peor película de horror.
Incomprensible. Los niños y las niñas de nadie son invisibles para sus vecinos, que una y otra vez son testigos de cómo son golpeados, humillados o abandonados, será que no los ven o que prefieren no verlos'. Nunca lo entenderé. Porque lamentablemente nuestros niños sueñan con superhéroes que vendrán en su rescate' pero ¿cómo los van a rescatar quienes eligen no ver?
Los niños y niñas de nadie son mis pacientes desde hace 8 años'. Son pequeños con sus cuerpos brutalmente golpeados sin importar cuán pequeños son. Las fracturas, los sangrados , las cirugías, el dolor, el miedo y la soledad son sus compañeros.
Hace un año le pedí a uno de ellos que luchara por vivir'. Que luego de 3 meses de hospitalización, múltiples cirugías, toda la gama de complicaciones de una hospitalización prolongada, ni una sola llamada o visita de un ser querido para saber si aún vivía, el dolor de un cuerpo y un alma agotada' lo esperaba el compromiso de un hospital y una sociedad de mostrarle que el mundo no era solo un sitio de horror. Que había fuera de las puertas del hospital amor, justicia, abrazos, te quieros'
Pero le fallé, y luego de 3 meses partió al cielo, sin haberme mostrado nunca una sonrisa y sin saber que los únicos que lo lloramos éramos la familia que adoptó en esos meses en ese hospital. Probablemente sabía que no estábamos preparados para darle lo que se le había negado en su añito de vida y que merecía, porque la indiferencia de la sociedad, la falta de recursos y personal de nuestras instituciones y la falta de compromiso de todas y todos no nos ha permitido devolverle a todos la posibilidad de sonreír.
Por eso y por todos mis niños y niñas estoy convencida que ya no nos podemos permitir ser más espectadores de esta terrible realidad que nos cubre como la más densa niebla. Hoy es el momento de adquirir responsablemente el compromiso con los niños y las niñas de nadie que desde hoy y para siempre deben ser los niños y niñas de todos. Tienen que dejar de ser invisibles y ser de nuevo Juan, María' No podemos darnos el lujo de perderlos porque la muerte nos los arrebate o porque las secuelas de sus traumas los maten en vida.
Es por esto y por todas las vidas que en 8 años he visto apagarse , que como médico, como mujer, como hija y madre hoy hago una invitación a todos y todas sin importar quienes seamos o lo que hagamos para que nos unamos como estado y sociedad civil y nos convirtamos en una muralla de valientes seres humanos que resguarde y proteja a lo más valioso de nuestra sociedad: nuestros niños y niñas.
ftraumahnn@gmail.com
Tomado de: 
http://161.58.182.53/2010-05-31/Opinion/Foro/Opinion2390760.aspx el 1o de mayo del 2011

USA PROTECTOR SOLAR: Sanofi Aventis

LO QUE NOS FALTA, en palabras de ROMÁN REVUELTAS RETES

¡No podemos negar al texto su buena parte de verdad! Román Revueltas hereda el arte de sus mayores; de Don Silvestre la música, de José el  novelista revoltoso, el gusto por escribir.  
   Para muchos su inclinación política es demasiado obvia; en este caso el texto me parece sólido y  claro en lo que a ética ciudadana se refiere.   ¡Léanlo!

 
Los países más seguros son también aquellos donde la gente se detiene ante los semáforos. Esto, lo de respetar una luz roja, es asunto de llevar interiorizado a un gendarme virtual en la cabecita que hace innecesaria la presencia de una autoridad real —por ejemplo, un policía en el crucero— que nos obligue a comportarnos correctamente.

 
Ese mismo inspector interno es quien nos impide tirar basura en las calles y perpetrar otras infracciones aunque sepamos, de cualquier manera, que no habrá castigo si las cometemos.

 
En un mundo ideal las personas deberían de poder autorregularse sin necesidad de sanciones, advertencias, amenazas o penas corporales.

 
A los hijos, en un primer momento, los educamos con un sistema de correctivos y recompensas hasta que ellos mismos aprenden a discernir lo que más les conviene, dicho esto en el sentido más exacto de la palabra.

 
La gratificación inmediata parece ser siempre una opción irresistible pero, justamente, los adultos saben ya que todo tiene un precio: si me dejo llevar por la gana de comprar un tentador artículo sin tener realmente la capacidad de pagarlo, tarde o temprano habré de enterarme.

 
El asunto es que algunos individuos de la especie no conocen, digamos, los límites. Tal vez sus padres no supieron trasmitirles ciertos principios o ellos mismos nunca tuvieron la capacidad de controlar sus impulsos.

 
En todo caso, no hay otra manera de regular a estos sujetos que a través del ejercicio de la autoridad: la única receta que conocen es la amenaza de una sanción, es decir, el castigo.

 
En México tenemos dos gravísimos problemas sociales:

 
Hemos fracasado en la trasmisión de los valores; y, por el otro lado, hemos propiciado un entorno de escandalosa impunidad: nuestra justicia no castiga; es decir, no sirve para ordenar la estructura de la sociedad.

 
Esta combinación tan nefasta nos ha llevado a donde nos encontramos ahora.

 
Y esto, con perdón, no tiene nada que ver con la guerra de Felipe Calderón.

VIDEO MOTIVACIONAL: Sonríe y sé feliz

POESÍA LATINOAMERICANA: Jaime Torres Bodet en su aniversario luctuoso

Civilización

Un hombre muere en mí siempre que un hombre
muere en cualquier lugar, asesinado
por el miedo y la prisa de otros hombres.

Un hombre como yo; durante meses
en las entrañas de una madre oculto;
nacido, como yo,
entre esperanzas y entre lágrimas,
y -como yo- feliz de haber sufrido,
triste de haber gozado,
Hecho de sangre y sal y tiempo y sueño.

Un hombre que anheló ser más que un hombre
y que, de pronto, un día comprendió
el valor que tendría la existencia
si todos cuantos viven
fuesen, en realidad, hombres enhiestos,
capaces de legar sin amargura
lo que todos dejamos
a los próximos hombres:
El amor, las mujeres, los crepúsculos,
la luna, el mar, el sol, las sementeras,
frío de la piña rebanada
sobre el plato de la ca de un otoño,
el alba de unos ojos,
el litoral de una sonrisa
y, en todo lo que viene y lo que pasa,
el ansia de encontrar
la dimensión de una verdad completa.

Un hombre muere en mí siempre que en Asia,
o en la margen de un río
de África o de América,
o en el jardín de una ciudad de Europa,
Una bala de hombre mata a un hombre.

Y su muerte deshace
todo lo que pensé haber levantado
en mí sobre sillares permanentes:
La confianza en mis héroes,
mi afición a callar bajo los pinos,
el orgullo que tuve de ser hombre
al oír -en Platón- morir a Sócrates,
y hasta el sabor del agua, y hasta el claro
júbilo de saber
que dos y dos son cuatro...

Porque de nuevo todo es puesto en duda,
todo
se interroga de nuevo
y deja mil preguntas sin respuesta
en la hora en que el hombre
penetra -a mano armada-
en la vida indefensa de otros hombres.
súbitamente arteras,
las raíces del ser nos estrangulan.

Y nada está seguro de sí mismo
-ni en la semilla en germen,
ni en la aurora la alondra,
ni en la roca el diamante,
ni en la compacta oscuridad la estrella,
¡cuando hay hombres que amasan
el pan de su victoria
con el polvo sangriento de otros hombres!
Acotación mía:Yo sospecho, Jaime, que anticipando la destrucción  de tu México y de tu carne,  optaste por la salida más digna en el  amplio repertorio de salidas. Te nos fuiste así nomás, al silencio total,  tras un único estruendo muy tuyo, muy certero. 
Nada más me pregunto: ¿Sería casualidad, en un Día del Maestro?... M.C.

domingo, 8 de mayo de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


 EL RESPLANDOR
Hace unos días, mientras llevaba un recuento mental de los jóvenes desaparecidos en mi entorno inmediato a  causa del crimen organizado y su fallido combate, caí en cuenta que México se está convirtiendo en país de los niños perdidos,  evocando al escritor británico J.M. Barrie, autor de la obra Peter Pan. En este caso no es la fantasía de una noche  en la cual los niños viajan a emprender grandes aventuras al lado de un joven adulto que se niega a crecer; aquí es la pesadilla de niños y jóvenes que de un día para otro simplemente desaparecen, dejando atrás padres, hermanos, amigos; desolación y un dolor vasto como el océano.  Desaparecen mientras van a la tienda; mientras juegan con los vecinos; mientras se apean del camión foráneo de regreso a la universidad; mientras viajan a otra ciudad para pasar el fin de semana…
   Javier Sicilia, luego del trágico asesinato de su hijo Juanelo, ha dejado de lado la poesía y orienta sus afanes hacia el logro de la paz en nuestro país.   Hoy domingo arribará a la ciudad de México la marcha que emprendió desde el pasado día 5 partiendo de Cuernavaca, denominada “Marcha por la paz con justicia y dignidad”,  a la que se han ido integrando luchadores sociales, intelectuales, estudiantes,  representantes populares y ciudadanos  propuestos a exigir a Calderón un cambio en la estrategia frente al crimen organizado.   De manera paralela al discurso  presidencial con motivo de la conmemoración de la Batalla de Puebla, Sicilia  hizo lo propio, conminando al presidente a revisar su estrategia  con las siguientes palabras: “La soberanía radica en el pueblo, no en el estado”.   Comienza a cumplirse el vaticinio contenido en la poesía del propio poeta: “La mañana ha incendiado los prados// en la fuente de tu ojo// las llamas resplandecen…”
   Tradicionalmente  constituimos un país sumiso, resignado a su suerte… que si acaso repela un poco, pero nada más.  Pagamos impuestos, nos tronamos los dedos; hacemos malabares  quincenales, e imploramos favores  a San Judas Tadeo cada día 28.  Somos un pueblo que acoge con gracia las desviaciones de la autoridad como  un mal necesario, hechos a la idea de  que el que  llega al poder va a saquear al pueblo, pero en el fondo esperamos, o confiamos, o pedimos al cielo, que no nos vacíen las arcas.  Frente al ejecutivo nos comportamos como frente al Tlatoani, dispuestos a someternos con mansedumbre  a sus particulares designios, mismos que en este caso están matando a nuestros niños. 
   O sea, hemos sido un pueblo que no ha  sabido hacer valer los derechos que le son inherentes por naturaleza, y que ahora enfrenta las consecuencias de su pasividad.  Todavía así, en esta vorágine progresiva de complicidad y corrupciones de los últimos veinte años, cada  vez que hay elecciones vamos, votamos, y nos encomendamos al cielo pidiendo que  nos conceda un milagro para los siguientes cuatro o seis años. 
   Nuestro actuar sugiere que no  sentimos merecernos algo mejor; que estamos dispuestos a seguir  sometidos, ahora por el crimen organizado por un lado, y por la autoridad desencaminada por el otro.   Javier Sicilia increpa al ejecutivo, pero al mismo tiempo su actitud nos cuestiona a todos los mexicanos, acerca de si éste es el México que soñamos para nuestros hijos.   Como diría Sicilia en el que ha  manifestado que sería  su último poema: “El mundo ya no es digno de la palabra//nos la ahogaron adentro…”
   Ante este resplandor que ahora se enciende en  los ojos de todos los mexicanos, es tiempo para derogar las palabras huecas.  Basta ya de promesas de campaña que no quedan más que en eso, en palabras que se lleva el viento.  Basta ya de dolorosos gastos  suntuarios cada vez que hay elecciones.  Basta ya de que el funcionario público utilice su plataforma política para beneficio personal,  en lugar de orientarlo hacia el bienestar social.   Basta ya de burdas incongruencias entre el dicho y el hecho.
   ¿Qué podemos hacer desde nuestro sitio?... Unirnos como fuerza pública; hacer frente común.  Exigir que se someta a una revisión seria la estrategia de combatir la violencia con violencia, que a todas luces no está funcionando.  No es posible que el empecinamiento de un individuo se imponga por encima de la voluntad de ciento veinte millones.
  Al mismo tiempo nos corresponde evitar la colusión; la  complicidad, los favores ilícitos.  Cumplir con lo que nos toca cumplir, sin excepción.   Llamar a las cosas por su nombre, y enseñar a nuestros hijos el valor último de la verdad y la justicia.
  En Argentina la lucha pacífica de las madres de la Plaza de Mayo hizo  la diferencia. Sea   el resplandor al que hoy llama Sicilia el  disparador ciudadano  para el logro de  la  urgente paz social que México necesita.

COSAS NUESTRAS de Jorge Villegas

A tiempo
Llegué a la casa con un juego de jarra y vasos decorados.
Pero doña Guadalupe no pegó saltos de júbilo, como yo esperaba.
Mira, me explicó, hoy no es Día del Hogar, sino de la Madre.
Regálame algo para mí, no para la mesa; así sea un broche para el pelo.
Gordolfo Gelatino, el personaje de los Polivoces, cometía el mismo error.
Nada sutil y convenenciero, a la madre le regalaba una plancha.
Se lo decimos a tiempo, porque el martes es Día dre las Madres.
Tiempo de agasajarlas, no de regalarles grilletes domésticos.

POESÍA de Gabriela Mistral (Chile)

MADRE MIA

I
    Mi madre era pequeñita
como la menta o la hierba;
apenas echaba sombra
sobre las cosas, apenas,
y la Tierra la quería
por sentírsela ligera
y porque le sonreía
en la dicha y en la pena.
    Los niños se la querían,
los viejos y la hierba;
la luz que ama la gracia,
la busca y la corteja.
    A causa de ella será
este amar lo que no se alza,
lo que sin rumor camina
y silenciosamente habla:
las hierbas aparragadas
y el espíritu del agua.
    ¿A quién se lo estoy contando
desde la Tierra extranjera?
A las mañanas la digo
para que se le parezcan:
y en mi ruta interminable
voy contándola a la Tierra.
    Y cuando es que viene y llega
una voz que lejos canta,
perdidamente la sigo,
y camino sin hallarla.
    ¿Por qué la llevaron tan
lejos que no se la alcanza?
¿Y si me acudía siempre
por qué no responde y baja?
    ¿Quién lleva su forma ahora
para salir a encontrarla?
Tan lejos camina ella que
su aguda voz no me alcanza.
Mis días los apresuro
como quien oye llamada.

II
    Esta noche que está llena
de ti, sólo a ti entregada,
aunque estés sin tiempo tómala,
siéntela, óyela, alcánzala.
Del día que acaba queda
nada más que espera y ansia.
    Algo viene de muy lejos,
algo acude, algo adelanta;
sin forma ni rumor viene
pero de llegar no acaba.
¿Y aunque viene así de recta
por qué camina y no alcanza?

III
    Eres tú la que camina,
en lo leve y en lo cauta.
Llega, llega, llega al fin,
la mas fiel y más amada.
¿Qué te falta donde moras?
¿Es tu río, es tu montaña?
¿O soy yo misma la que
sin entender se retarda?
    No me retiene la Tierra
ni el Mar que como tú canta;
no me sujetan auroras
ni crepúsculos que fallan.
    Estoy sola con la Noche,
la Osa Mayor, la Balanza,
por creer que en esta paz
puede viajar tu palabra
y romperla mi respiro
y mi grito ahuyentarla.
    Vienes, madre, vienes, llegas,
también así, no llamada.
Acepta el volver a ver
y oír la noche olvidada
en la cual quedamos huérfanos
y sin rumbo y sin mirada.
    Padece pedrusco, escarcha,
y espumas alborotadas.
Por amor a tu hija acepta
oír búho y marejada,
pero no hagas el retorno
sin llevarme a tu morada.

IV
    Así, allega, dame el rostro,
y una palabra siseada.
Y si no me llevas, dura
en esta noche. No partas,
que aunque tú no me respondas
todo esta noche es palabra:
rostro, siseo, silencio
y el hervir la Vía Láctea.
    Así... Así... más todavía.
Dura, que no ha amanecido.
Tampoco es noche cerrada.
Es adelgazarse el tiempo
y ser las dos igualadas
y volverse la quietud
tránsito lento a la Patria.

V
    Será esto, madre, di,
la Eternidad arribada,
el acabarse los días
y ser el siglo nonada,
y entre un vivir y un morir
no desear, de lo asombradas.
¿A qué más si nos tenemos
ni tardías ni mudadas?
    ¿Cómo esto fue, cómo vino,
cómo es que dura y no pasa?
No lo quiero demandar;
voy entendiendo, azorada,
con lloro y con balbuceo
y se rinden las palabras
que me diste y que me dieron
en una sola y ferviente:
-"¡Gracias, gracias, gracias, gracias!"

DENISE DE KALAFE: Señora, señora

LUIS DONALDO COLOSIO RIOJAS: De su columna "Ancora Imparo"

EL LLANTO DE UN MEXICANO

Abril 26, 2011

Me preocupa. Me preocupa que veo a un país olvidado por sus líderes, quienes se concentran en sacar adelante sus carreras y a sus partidos antes que a su gente.

Me preocupa ver un abismo de desigualdad y diferencia, permeado todo por la infame indiferencia de quienes tienen la responsabilidad de honrar la confianza de esa gente.

Me preocupa ver que en el Congreso imperan el caos y la desunión, que los ‘triunfos’ de mis diputados sean ver quién difama más al otro o quién silencia con más fuerza. Que exista un aura de trabajos inconclusos y que los pocos que se dedican al trabajo son sopesados por quienes se dedican al ultraje. Me preocupa ver más respeto en las tribunas de un clásico de futbol mexicano que en los escaños y curules legislativos.

Funcionarios públicos ausentes o sumisos y fuerzas policiales abandonadas o corrompidas es el maltrato que nos dejan nuestros gobernantes. Benditas aspiraciones de nuestros jóvenes con tanta materia prima corroída. No es sorpresa que ‘ni estudien, ni trabajen’ si el sistema educativo es cada vez menos adecuado y continúa decayendo gracias a quienes se supone deberían levantarlo. El empleo y las oportunidades son virtualmente inexistentes y nuestra economía es tratada con la lujuria de unos cuantos.

Me preocupa mi tierra, sangrando a borbollones, con sangre nacional y extranjera, de quienes depositaron su confianza en unos cuantos. Me preocupa que ‘esos cuantos’ tampoco sean eficaces porque ‘algunos muchos’ se empeñan en que fallen con tal de alzarse el cuello y alardear un ‘se los dije’.

La desigualdad de ideas nunca ha sido crimen, pero el callarlas y asesinarlas es nuestro nuevo movimiento nacional.

Miles de millones de pesos, de nuestro dinero, de nuestros impuestos, se reparten a ‘unos cuantos’ para hacer bien ‘muchos nadas’, mientras tanto nuestros niños tienen hambre, tienen sed y tienen miedo. Miedo, no de una inseguridad que crece sin medida, sino de lo que seguramente terminarán siendo: seres olvidados y marginados por su patria y a quienes luego se les reclame de ‘holgazanes’. Se les castigará por ineficientes y por no saber aprovechar las infinitas oportunidades inexistentes que tuvieron. Nuestros niños, ¿pero qué demonios les hicimos?

Me preocupan todos y cada uno de los miembros de mi familia, más de 112 millones de ellos, que miran al futuro sin un rumbo certero, ese rumbo que nuestros predecesores se negaron rotundamente a asegurar y que ahora miran con desconcierto alegando que ‘no es su culpa’. Y la pelea continúa; y las divisiones incrementan; y las diferencias se exaltan; y nuestros niños, mientras tanto, sufren.

¿Pero qué te pasa, México? ¿En qué momento se volvió rutina suicidarte?

Me preocupa mi gente, que prefiere esconderse frente a una pantalla de televisión que detrás de un libro, o mejor aún, de un oficio. Me preocupa que la política de desarrollo colectivo nacional en estos momentos pareciera que se llama 'resignación', pareciera que se llama 'derrota'.

Me niego rotunda y enfáticamente a quedarme dormido, a darme por vencido. Así me tachen de por vida de demente o inadaptado. Qué ilusos somos todos al pensar que México necesita héroes, si lo único que le hace falta es la atención de sus ciudadanos, o mejor quizá, unos cuantos más de estos.

Este es el movimiento de la tercera insurrección mexicana, cuyo campo de batalla se libra en nuestros propios corazones, donde las únicas armas que encontremos y utilicemos deberán ser la paz, el trabajo y la Patria: suficientes muertes ha soportado lo sagrado de este suelo, y la tierra que se tiñe de rojo con la sangre de mi sangre es testigo de mi entrega. La batalla se gana en el corazón de nuestra gente, al denunciar nuestras propias faltas al país... y a nuestra estampa.

El autor es fundador del despacho Basave, Colosio, Sánchez Abogados, y catedrático de la Facultad de Derecho y Criminología de la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Twitter: @colosioriojas

ENYA: La naturaleza

¡Cuántas veces la abundancia cierra nuestros sentidos, y dejamos de percibir tanta maravilla que nos rodea! Llega entonces la crisis, y tras de ella un despertar nuevo y fresco que hace que el mundo se nos presente del modo más extraordinario.

HOMENAJE A LAS MAMÁS: Voz de Mariano Osorio