domingo, 9 de junio de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

MEDICINA: MITOS Y RITOS
Formo parte de un grupo de más de 600 pediatras en la red, que además de amistad compartimos diversos tópicos de la especialidad, como artículos de consulta y casos clínicos. Hace poco un compañero lanzó una pregunta con relación a la lactancia materna: Qué hacer con la mamá de un bebé de escasos días de nacido que había comenzado con grietas en los pezones.
  Calculo que no hayan sido menos de quince correos de respuesta, cada uno presentando su propia versión de cómo resolver el problema de aquella madre.  Fue estimulante y divertido descubrir todo orden de sugerencias, desde las más simples hasta algunas muy sofisticadas; claro, todas con una base científica común, pero a la vez muy variadas, y  de acuerdo a la experiencia profesional de cada uno, así como  a los usos y costumbres propios de  cada región. Los dos últimos colegas enviaron además varias citas bibliográficas donde se podía consultar acerca de la alimentación al seno materno.
   En esta lluvia de ideas yo participé con un par de sugerencias extraídas de mi  libro sobre lactancia materna publicado por Panorama Editorial en el 2008 y en el 2011, obra que me propuse escribir en un lenguaje muy sencillo, con miras a lograr que  fuera de fácil lectura para cualquier persona. Quizás uno de los mayores problemas de comunicación en la práctica médica sea que  caemos en el error de  utilizar términos muy técnicos que muchos pacientes o sus familiares no alcanzan a comprender.
   Ello me llevó a otra reflexión, que tiene qué ver con aquellos mitos y ritos que prevalecen en el inconsciente colectivo, y que tantas veces representan un verdadero obstáculo a la hora de establecer un tratamiento. Hay  mil anécdotas que podría citar, donde pudo más la opinión de la abuela que toda la ciencia del mundo.
    Por estas mismas fechas me llamó un conocido  pidiéndome opinión con relación al caso de una familiar. Muchacha joven que se detecta una pequeña tumoración en un pecho, se somete a biopsia la cual reporta  una lesión cancerosa. Su cirujano le propone extirpar esa glándula mamaria, pero ella decide solicitar una segunda opinión, y esta vez le sugieren extirpar ambas glándulas mamarias.  No pude evitar pensar para mis adentros, que quizá sea uno de los primeros casos del “efecto Angelina Jolie”, que estaremos viendo, en los que se  plantee llevar a cabo una resección bilateral de mamas aún cuando no haya una plena justificación para hacerlo.
   Ahora viene a mi mente que hará poco más de cuarenta años se puso de moda quitar la matriz para “prevenir” los casos de cáncer cérvico-uterino, y del mismo modo comenzó a preconizarse la extracción del apéndice para prevenir casos de apendicitis, y de amígdalas para prevenir la amigdalitis.  Ninguna de tales  prácticas prevaleció después de un tiempo, aunque claro, en aquellos años la ciencia estaba en pañales,  en cambio hoy se  cuenta cada vez con más  marcadores genéticos  para predecir con relativa precisión el riesgo a padecer determinadas enfermedades, como algunos tipos de cáncer.
   Con un par de días de diferencia me llega la consulta de otra persona cercana: Su hija tiene veinte años de edad, está cursando un embarazo de alto riesgo y va por la tercera cesárea, y se opone a  la ligadura de trompas al momento de la cesárea  bajo la creencia de que tendrá problemas emocionales si se opera. Hasta donde alcanzo a percibir le apuran más los trastornos emocionales que atribuye a la ligadura de trompas, que el inminente grave riesgo de un cuarto embarazo después de tres cesáreas, que con base científica sabemos que pone en riesgo de muerte tanto a la madre como al hijo.  Éste, junto con el de los terribles trastornos  asociados a  la menopausia, constituyen mitos que llevará mucho tiempo y educación poder desterrar de las creencias populares.
   Otro gran problema en los asuntos médicos es el caso diametralmente opuesto, el del paciente que se basa en lo que halla en Internet para hacer su propio diagnóstico, y en el peor de los casos, para administrar un tratamiento por cuenta propia.  En los casos pediátricos es el papá o la mamá que después de algunas horas de haber  acudido a consulta llama para cuestionar el diagnóstico emitido, o para tratar de complementarlo o refutarlo, con base en lo que acaba de leer después de  “googlear”.   No ha sido infrecuente observar en reuniones sociales a aquel personaje que, al enterarse de que alguien padece determinada enfermedad comienza a hablar con voz de experto acerca de la misma, “porque  así  viene en Internet”.

   Difícil establecer los límites entre lo orgánico y lo emocional; entre lo mágico y lo científico. Educación, la única herramienta capaz de clarificar, de  orientar y encauzar.

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