Septiembre 30, 2012
26 DE SEPTIEMBRE: LO QUE SIGUE
No quepa lugar a dudas: Los fenómenos que asuelan
a nuestro México, derivados de la delincuencia organizada y la guerra
emprendida en su contra, nos obligan a todos al re-diseño de conductas sociales. Escenarios que antes hubieran sido de ficción,
se han convertido en asuntos cotidianos que modifican nuestro modo de actuar, tanto dentro como fuera de casa.
Los
pequeñitos de Jardín han de aprender el “pecho tierra” a la par de las vocales o los colores, como
una medida de salvaguarda vital.
Aún así,
cuando se presenta una contingencia surgen problemas inéditos que de momento no hallamos cómo manejar. Tal fue el caso de lo acontecido en Piedras Negras la tarde del
pasado miércoles 26, a mediodía ocurrió el cierre del Puente
Internacional número Dos, a causa del hallazgo de un artefacto explosivo (que finalmente determinaron expertos
norteamericanos que estaba caducado), y cuando ya creíamos haber superado el
susto vino lo peor: Caía la tarde cuando en diversos puntos de la ciudad
comenzaron a escucharse detonaciones, tanto de armas semiautomáticas como de granadas, lo que se prolongó por al menos tres horas.
Yo me
hallaba en mi domicilio, de manera que, aunque alcanzaba a escuchar una parte de las detonaciones, no me consideré
en riesgo inminente. Las historias que fuimos conociendo durante las siguientes horas y días dieron
cuenta de lo que vivió mucha gente que prácticamente quedó atrapada entre dos
fuegos sin saber qué hacer, y que cobró una víctima fatal, una catequista que
regresaba a casa y falleció a bordo de su vehículo.
En lo que
a comunicación se refiere, las autoridades tuvieron una actuación muy tardía y tibia, que para nada contribuyó a orientar a la población
en riesgo, como tampoco ayudó a calmar la creciente psicosis que cundía como
reguero de pólvora a través de llamadas telefónicas y mensajes de texto. Queremos suponer que lo hicieron con el propósito de evitar el pánico,
en cuyo caso habrá que destacar que el resultado final fue precisamente lo contrario, la falta de información, aunada
a la ola de rumores, tanto de boca en
boca como en redes sociales, contribuyó
de manera directa a acrecentar los temores de la población.
Sin
lugar a dudas las redes sociales han venido a constituir un excelente recurso
para situaciones de riesgo como ésta, sin embargo también pueden convertirse en algo que por la transmisión de rumores complique las cosas de manera peligrosa. Diversos estudios científicos han abordado el
fenómeno del rumor en la red, tal es el caso de los trabajos de
Borge-Holthoefer y Yamir Moreno, quienes concluyen que a la hora de difundir una
información por la red, no importa qué tan confiable sea la fuente que la inicia
o la difunde para determinar su grado de propagación, puesto que son otros los factores que
determinan la velocidad con que habrá de
circular por la red, para convertirse en una información “viral”, como llaman
los expertos en la materia, que llega a alcanzar puntos geográficos por demás
lejanos.
Tal es lo
que ocurrió en redes el pasado miércoles, la escasa información, tanto de
autoridades como de fuentes confiables fue entretejiéndose con la de usuarios poco
responsables que fueron exagerando
cada vez más el estado de cosas, hasta sembrar pánico. Uno de los rumores fue la caída de un
helicóptero por el rumbo de El Mirador, que para el final de la noche había crecido hasta convertirse en “helicópteros
derribados”, generando comentarios de alarma, como si estuviéramos en plena
guerra. Lo mismo sucedió con el caso de
un vehículo incendiado; según los distintos usuarios se habló de dos,
tres, y hasta seis vehículos incendiados,
acrecentando los temores de todos aquellos quienes seguían la
información por redes sociales y se dejaron llevar por la alarma.
Así como
hemos tenido qué aprender otras cosas, ahora
habremos de organizarnos para contingencias como la recién acontecida en
Piedras Negras. Corresponde a las autoridades
la creación y difusión de un código de
procedimientos puntual, que señale qué hacer y qué canales atender durante la
contingencia. A nosotros como ciudadanos
nos corresponde acatar con disciplina y confianza las indicaciones que se nos
den.
Actuar
con responsabilidad, apego a la verdad, y búsqueda del bienestar colectivo: Algo
que corresponde a las autoridades, a los medios de comunicación formales, y a
los usuarios de redes sociales, en el
entendido de que hacerlo equivale a resguardar la vida y la integridad propia y de
nuestros seres queridos.
Antes de
redactar el presente me comuniqué con Anita, una estudiante de último semestre
de Psicología para hacerle algunas preguntas acerca del rumor en redes sociales. Concluimos que la inseguridad nos obliga a
todos a buscar información, rediseñar
esquemas y acatar nuevas conductas, si no queremos morir en el intento.
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