RETORNO AL PENSAMIENTO MÁGICO
Al comienzo la humanidad mantenía
un equilibrio respecto al medio ambiente, que en un momento dado se rompió, generando
enfermedad.
Quiero imaginar a aquellos
primeros hombres preguntándose qué ocurría cuando alguno de ellos comenzaba a retorcerse,
a agitarse, a cambiar de color o a rechazar el alimento, y tal vez, después de cierto
tiempo de estar así, moría. Lo más seguro es que no hayan sabido qué
hacer o cómo ayudarlo, pues simplemente desconocían cuál era su origen.
Surgió el pensamiento mágico, los
observadores de la vida y del universo, que siempre ha habido, habrán comenzado
a asociar lo que ocurría a ese individuo con lo que acontecía en derredor, quizás atribuyéndolo
a fuerzas más allá de su condición humana, tal vez eran los dioses que vislumbraban cuando el
rayo parecía partir en dos el cielo, o
cuya voz portentosa creían escuchar al producirse el trueno. Asimismo, observando la naturaleza y
experimentando de diversas maneras, habrán comenzado a producir algunos
remedios para devolver la salud a ese
individuo enfermo.
Avanzaron las épocas y sus
grandes guerras acompañadas de terribles plagas que arrasaron poblaciones enteras. Con el conocimiento cada vez más orientado
hacia el origen real de la enfermedad, la Medicina comenzó a integrarse como
una ciencia separada de las demás. Los
griegos fueron los primeros en
establecer un orden en el estudio de la salud y la enfermedad, teniendo entre aquellos galenos a Esculapio en Grecia y a su
equivalente –Imhotep-- en Egipto. Se atribuía
a espíritus malignos el mal funcionamiento de órganos y tejidos, por lo que el
paciente era sometido a conjuros y exorcismos para recuperar su salud.
Se siguieron grandes avances en
la Roma Imperial, en Francia y en Arabia, hasta el siglo 18 cuando podría
decirse que arranca la Medicina moderna, con la fabricación de la vacuna contra
la viruela por el médico francés Edward Jenner, pero aún así con limitaciones,
pues a mediados del siglo 19, cuando la epidemia de cólera en Inglaterra, fue cuando vino a descubrirse la asociación entre agua contaminada y esta enfermedad,
algo que hoy en día un niño de primaria conoce.
No podríamos seguir profundizando
en la historia de la Medicina, pues el espacio no lo permite, baste entonces
imaginar el brinco cuántico que ha significado pasar de esas calles repletas de
cadáveres a causa de la epidemia mundial de peste bubónica en el siglo 14, al
escáner intracreaneal actual que logra detectar lesiones milimétricas en las
estructuras nerviosas alojadas dentro de la cabeza.
La Medicina moderna depende mucho
más de la tecnología de lo que lo que hicieran los grandes clínicos del siglo
19 y primera mitad del 20, particularmente en Francia, cuya acuciosidad frente al paciente permitía establecer diagnósticos que hoy en día requerirían de
todo un arsenal de estudios para lograr.
Por esta razón los costos de la Medicina se han elevado, lo que trae
aparejado todo un sistema económico alrededor de la práctica médica con
hospitales, recursos diagnósticos y operación de aseguradoras, entre muchas
otras. En Norteamérica hay estudios que calculan que alrededor del 50% del costo de
una consulta se destina a cubrir los riesgos por “mala práctica”.
En México, donde nos encanta todo lo extranjero, por supuesto
que hemos querido copiar esto de las demandas calificando como “negligencia
médica” cualquier incidente en la atención del paciente, tanto en el medio
particular como en el institucional, de manera que el médico ejerce una
profesión de alto riesgo. Por desgracia
el sistema de administración de hospitales, por un lado, la falta de cultura médica de los demandantes
por el otro, y de ribete la voracidad de los litigantes, llevan a atribuir a la persona del médico asuntos que
no lo son. Esto es, si la institución no
contaba con el recurso idóneo para la atención del paciente, o si la
clínica estaba muy alejada del domicilio del enfermo, o bien, si la condición
que genera la demanda se debió al desacato de indicaciones médicas por parte
del paciente, cómodamente se determina que fue “negligencia médica”, y que
rueden cabezas.
Esto es, después de más de dos mil años de
avances médicos estamos volviendo a los tiempos de las cavernas, aplicando el
pensamiento mágico, o la postura cómoda, o la versión redituable para
visualizar un caso en el que las cosas no salieron como se esperaba, atribuyendo
al médico toda la responsabilidad.
El gremio médico exige a las
autoridades que se hable con la verdad en lo relativo al sistema de salud y demanda
con justa razón un trato digno. De otra suerte México corre el riesgo de ir
perdiendo profesionales de la salud y a ver cómo nos curamos, tal vez utilizando
el conjuro o la cartomancia.
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