Hay quien dice que el médico asesina
y lo acusa y señala con enfado;
en sus dichos no existe la justicia
sólo juicios a priori, equivocados.
Es por eso que hoy he decidido
declararme culpable, así, de facto;
Confieso, pues, señores,que he matado.
Confieso, sí, que a diario es lo que hago;
Despierto y pido a Dios tener bien claro
el tino y la certeza de mis actos;
me enfundo en mi querido traje blanco
y parto tan feliz a mi trabajo.
Debo decir que siempre voy armado,
pues nadie sabe lo que va a pasarnos:
dos pistolas y un parque bien guardado
en ese suave roce de mis manos.
Declaro que maté la amarga espera
del padre aquel de entristecido llanto;
mi mano en su hombro ¿quién lo dijera?
fue al tumba de aquel dolor insano.
Han muerto, también ya tantas penas
con las palabras justas, como dardos.
Y confieso también que las tristezas
con mi risa gentil se envenenaron.
Ese es mi arsenal, no se malentienda.
Y quiero seguir firme, alimentando
desde el frágil lugar que es mi trinchera,
ese toque sutil de ser humano.
Ser Pediatra, lo digo de a de veras,
es, fácil, lo mejor que me ha pasado.
Poza Rica, Ver... sábado 4 junio del 2016
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