LLENAR VACÍOS
La globalización ha exigido de cada uno de nosotros,
ciudadanos del mundo, el pago de un elevado arancel emocional, situación de la
que posiblemente no estemos tan conscientes como deberíamos. El planteamiento de una sola cultura en la
que quepamos todos representa una terrible pérdida: La pérdida de la identidad
personal.
Hasta el siglo pasado estábamos ciertos de que cada región
del mundo poseía características propias; cada país y población tenía algo que convertía
aquel pedazo de tierra, sus usos y costumbres en algo único que habría de
diferenciarlo del resto del planeta. En
la medida en que la globalización ha ido uniformando modos de pensar y de
actuar, esas características propias de cada sitio se han ido desvaneciendo, se
borran las fronteras culturales y de lenguaje para
convertirnos a todos en una población con características bastante similares.
La definición de lo propio de alguna manera nos permite
satisfacer ese sentido de pertenencia, una de las necesidades fundamentales
para nuestro bienestar como
personas. Percibir que yo pertenezco a
un grupo con tales y cuales características, y que ese grupo me reconoce como
parte suya es fundamental para el desarrollo de la autoestima. Ello explica muchos casos de adolescentes que se incorporan a un grupo
que para nosotros como adultos resulta
totalmente ajeno a la educación que les proporcionamos, sin embargo es la
satisfacción de ese sentido de pertenencia lo que los lleva a integrarse a los
que consideran sus iguales, en particular durante ese período de exploración
personal que les permitirá finalmente definir
quiénes son, y qué quieren lograr en la vida.
Dentro de la red podremos encontrar afinidad con ciertas personas o grupos, pero una relación virtual difícilmente va a
proporcionar la empatía que se da en una relación directa cara a cara. El joven se siente solo, no halla dónde se
le acoja con la calidez que él siente necesitar, y termina refugiándose aún más
en ese mundo virtual que por sí mismo no alcanza a arroparlo de acuerdo a sus
necesidades.
Estos vacíos representan una oquedad dañina que no puede
quedarse así en la vida de una persona, es un vacío que duele, que cuestiona terriblemente la razón de la
existencia, y que actúa como una limitante en el proceso de definición
secundaria del adolescente. Un vacío que
hay que llenar de alguna manera, con aquello que se halle en el camino, para no
sentir esa inminencia de muerte que de otra manera se percibe. En el plano presencial quizá ese jovencito
encuentre a un grupo de adolescentes con similares necesidades con los cuales
consiga crear una fraternidad, porque a esta edad más vale para él tener
cualquier compañía que estar solo.
Cuando sucede en el plano virtual, el adolescente se conecta a causas
que de algún modo le hermanen con otros, al menos para hacerse la ilusión de
pertenencia, de ser parte de algo superior a él y sentirse aceptado.
Vemos incontables casos de jóvenes y no tan jóvenes
saturando las redes sociales con comentarios negativos, señalando el negrito en
el arroz; quienes siempre van a criticar y a atacar a quien opina de modo
distinto, llegando al grado de denostar
la integridad de quien emite comentarios contrarios al suyo. De alguna manera ese hacerse notar es una
forma de decir “aquí estoy”, esperando que otros reconozcan y aplaudan su
manera única de ser.
Otro buen ejemplo de esos personajes aislados y resentidos, con un vacío
emocional que no parecen hallar cómo llenar, son esos jóvenes homicidas que,
provistos de armas de alto poder, atacan principios o instituciones socialmente
reconocidas. Harper Mercer, el asesino de la comunidad universitaria de
Umpqua, en el estado norteamericano de Oregon es un ejemplo más de esa
condición de solitario frente a una realidad virtual que no alcanza a
satisfacer sus necesidades afectivas. Unos días antes del fatal incidente comentó en línea sus intenciones de
atacar a esta comunidad académica cristiana, y ya en el lugar de los hechos,
antes de disparar con intención de matar, les preguntó a las potenciales
víctimas qué religión profesaban, lo que es congruente con su pertenencia a un
grupo en la red denominado “A los que no
les gustan las religiones organizadas”.
Llenar vacíos o sentir que mueren, es el estado actual de
muchos jóvenes alrededor del mundo, dentro del concepto de “Aldea Global”. Llenarlos con lo que se tenga al alcance,
para sentir que están vivos, que son importantes, que alguien coincide con ellos y los toma en
cuenta…. La comunicación virtual nunca podrá llenar las necesidades afectivas
de un ser humano en formación. Estos jóvenes comenzarán a migrar de regreso a
casa cuando sientan que acá tenemos algo satisfactorio para ofrecerles.
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