domingo, 1 de noviembre de 2015

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL REMEDIO Y LA ENFERMEDAD
Conforme a lo expresado por el ministro Arturo Zaldívar, en  el curso de los siguientes días terminará de revisar la Suprema Corte de Justicia de la Nación el proyecto de resolución al amparo presentado por algunos ciudadanos para el uso recreativo de la mariguana.  Dicho recurso legal hace mención a los derechos que tiene el hombre para procurar actividades que le permitan desarrollarse de manera integral, como sería fumar marihuana, alegando que es algo personal en lo que el estado no debe intervenir.
Con relación al uso medicinal de este producto acaba de dictarse un fallo que permite a Grace, una niña regiomontana de 8 años con crisis convulsivas de muy difícil control utilizar cannabidiol, un derivado de la  marihuana para ayudar a controlar estas crisis  y así permitir  mejorar la calidad de vida de la pequeña (y de sus padres, me permito agregar). Ahora bien, hablando de la propuesta de que se  permita su consumo con fines recreativos, no pensaría en abordar en este espacio lo relativo al uso de dicha droga y sus efectos en el organismo, solo baste decir que el consumo de la marihuana, como el de alcohol y tabaco  llega a provocar efectos adversos en el organismo, y  que puede ser perjudicial para la salud, como sucede con tantos otros productos que se ofrecen en el mercado.
El mayor de los problemas que enfrenta México por razón del narcotráfico es la inseguridad.  A partir de que se revolvieron las aguas cenagosas de la producción, trasiego y venta de drogas en la “Guerra contra el Narcotráfico” de Felipe Calderón se abrió la Caja de Pandora, y el territorio nacional comenzó a  ver surgir todo tipo de ilícitos que finalmente afectan a los ciudadanos: Muertos, desaparecidos, huérfanos, desalojados y desposeídos, entre otros muchos “daños colaterales” que nos lesionan a los mexicanos por causa de la violencia  asociada al narcotráfico.  Ante esta situación se han propuesto muchas iniciativas, una de ellas es precisamente liberar al consumo de mariguana de penalización, en el entendimiento de que,  al hacerlo se desmantelarán los grupos delictivos que hasta la fecha se dedican a llevar la yerba de los campos de cultivo a las manos del consumidor final.  Para apoyar esta propuesta se traen a colación estudios de países que tienen regulada la venta y el consumo de la hierba, sugiriendo que esos modelos pueden reproducirse perfectamente en nuestro país.
Un gobierno formado únicamente por políticos, que no da entrada a especialistas en los distintos ramos, está destinado a perpetuarse en el poder, pero a costa del daño a la ciudadanía, al no hallarse en condiciones óptimas de ofrecer la mejor solución para un problema determinado.   La despenalización en el consumo de marihuana resulta de lo más tentador, visto de un modo muy simplista, al permitirse el cultivo y la comercialización de la hierba, esta deja de ser negociable para los distintos carteles de la droga, y la violencia relacionada con esta actividad ilícita disminuye, y asunto resuelto.  Lo que no parece estarse tomando en cuenta es que detrás de cada cigarro de mota que se vende hay una compleja estructura económica que depende de la marihuana para su sostenimiento, desde el pequeño propietario, el campesino, el que la transporta hasta los puntos de venta, el que la concentra en dichos puntos, el que  negocia, el que la vende de modo doméstico, y el que finalmente la exporta a otros destinos.  Es absurdo pensar que toda esta estructura económica va a dejar de sembrar marihuana para comenzar a sembrar zanahorias, ¡por supuesto que no! El tráfico de estupefacientes es un negocio  que genera jugosas ganancias, a lo  que los carteles y todas las estructuras satélite no van a renunciar así nada más.  Si la marihuana deja de ser rentable, los grandes carteles van a apostarle a algo más, como  son los derivados purificados de la misma, o bien drogas duras que finalmente van a provocar daños orgánicos muy serios en los consumidores. Si hoy en día se induce a los jóvenes al uso de las drogas ofreciéndoles un cigarro de marihuana, mañana será el crack, la piedra o la cocaína el producto que se utilice para ese primer contacto que genera clientes potenciales en un mercado insaciable.
Despenalizar la marihuana, más que resolver un problema podría ser abrir  la puerta a cuestiones más graves de las que después no vamos a saber cómo deshacernos.   El panorama holandés o uruguayo no aplica a nuestro país, puesto que las condiciones socioeconómicas en las que esos países diseñaron sus programas de despenalización para el uso de marihuana no se parecen en nada a lo que nosotros estamos viviendo.

No vaya siendo que de nueva cuenta  resulte peor el remedio que la enfermedad.

1 comentario:

  1. Estimada amiga, siempre es grato leerla y comparto con usted que el mayor problema es la perpetuación de los políticos que cambian de una secretaria a otra con cera experiencia y mucho menos conocimiento en el área.

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