EL REMEDIO Y LA ENFERMEDAD
Conforme a lo expresado por el
ministro Arturo Zaldívar, en el curso de
los siguientes días terminará de revisar la Suprema Corte de Justicia de la
Nación el proyecto de resolución al amparo presentado por algunos ciudadanos
para el uso recreativo de la mariguana. Dicho
recurso legal hace mención a los derechos que tiene el hombre para procurar
actividades que le permitan desarrollarse de manera integral, como sería fumar
marihuana, alegando que es algo personal en lo que el estado no debe
intervenir.
Con relación al uso medicinal de este
producto acaba de dictarse un fallo que permite a Grace, una niña regiomontana de
8 años con crisis convulsivas de muy difícil control utilizar cannabidiol, un
derivado de la marihuana para ayudar a
controlar estas crisis y así permitir mejorar la calidad de vida de la pequeña (y de
sus padres, me permito agregar). Ahora bien, hablando de la propuesta de que se
permita su consumo con fines recreativos,
no pensaría en abordar en este espacio lo relativo al uso de dicha droga y sus
efectos en el organismo, solo baste decir que el consumo de la marihuana, como el
de alcohol y tabaco llega a provocar
efectos adversos en el organismo, y que
puede ser perjudicial para la salud, como sucede con tantos otros productos que
se ofrecen en el mercado.
El mayor de los problemas que
enfrenta México por razón del narcotráfico es la inseguridad. A partir de que se revolvieron las aguas
cenagosas de la producción, trasiego y venta de drogas en la “Guerra contra el
Narcotráfico” de Felipe Calderón se abrió la Caja de Pandora, y el territorio
nacional comenzó a ver surgir todo tipo
de ilícitos que finalmente afectan a los ciudadanos: Muertos, desaparecidos,
huérfanos, desalojados y desposeídos, entre otros muchos “daños colaterales”
que nos lesionan a los mexicanos por causa de la violencia asociada al narcotráfico. Ante esta situación se han propuesto muchas
iniciativas, una de ellas es precisamente liberar al consumo de mariguana de
penalización, en el entendimiento de que, al hacerlo se desmantelarán los grupos
delictivos que hasta la fecha se dedican a llevar la yerba de los campos de
cultivo a las manos del consumidor final.
Para apoyar esta propuesta se traen a colación estudios de países que
tienen regulada la venta y el consumo de la hierba, sugiriendo que esos modelos
pueden reproducirse perfectamente en nuestro país.
Un gobierno formado únicamente
por políticos, que no da entrada a especialistas en los distintos ramos, está
destinado a perpetuarse en el poder, pero a costa del daño a la ciudadanía, al
no hallarse en condiciones óptimas de ofrecer la mejor solución para un
problema determinado. La
despenalización en el consumo de marihuana resulta de lo más tentador, visto de
un modo muy simplista, al permitirse el cultivo y la comercialización de la
hierba, esta deja de ser negociable para los distintos carteles de la droga, y
la violencia relacionada con esta actividad ilícita disminuye, y asunto
resuelto. Lo que no parece estarse
tomando en cuenta es que detrás de cada cigarro de mota que se vende hay una
compleja estructura económica que depende de la marihuana para su
sostenimiento, desde el pequeño propietario, el campesino, el que la transporta
hasta los puntos de venta, el que la concentra en dichos puntos, el que negocia, el que la vende de modo doméstico, y
el que finalmente la exporta a otros destinos.
Es absurdo pensar que toda esta estructura económica va a dejar de
sembrar marihuana para comenzar a sembrar zanahorias, ¡por supuesto que no! El
tráfico de estupefacientes es un negocio
que genera jugosas ganancias, a lo que los carteles y todas las estructuras
satélite no van a renunciar así nada más.
Si la marihuana deja de ser rentable, los grandes carteles van a
apostarle a algo más, como son los
derivados purificados de la misma, o bien drogas duras que finalmente van a
provocar daños orgánicos muy serios en los consumidores. Si hoy en día se
induce a los jóvenes al uso de las drogas ofreciéndoles un cigarro de
marihuana, mañana será el crack, la piedra o la cocaína el producto que se
utilice para ese primer contacto que genera clientes potenciales en un mercado
insaciable.
Despenalizar la marihuana, más
que resolver un problema podría ser abrir la puerta a cuestiones más graves de las que
después no vamos a saber cómo deshacernos.
El panorama holandés o uruguayo no aplica a nuestro país, puesto que las
condiciones socioeconómicas en las que esos países diseñaron sus programas de
despenalización para el uso de marihuana no se parecen en nada a lo que
nosotros estamos viviendo.
No vaya siendo que de nueva
cuenta resulte peor el remedio que la
enfermedad.
Estimada amiga, siempre es grato leerla y comparto con usted que el mayor problema es la perpetuación de los políticos que cambian de una secretaria a otra con cera experiencia y mucho menos conocimiento en el área.
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