He oído ciento de veces decir que los niños de ahora nacen con un chip distinto, concepto que dista mucho de ser cierto. La esencia de los niños ha sido la misma siempre, no ha habido modificación alguna en su esencia, lo que si ha cambiado es el entorno. Cada vez más hemos ido cayendo en las redes que nos tendió la tecnología, convencidos que el desarrollo humano implica hacer uso de ella, aunque muchas veces gran parte del tiempo el uso que les damos no es realmente para lograr desarrollarnos.
Desafortunadamente la tecnología avanza de manera tan vertiginosa que los estudios para valorar sus efectos secundarios no pueden ir a la par, hay un rezago de años y difícil llegar a conclusiones que limiten el daño, antes de que éste ya haya ocurrido.
Me refiero a la tecnología, porque gran parte de lo que ahora afecta a nuestros niños, es ella. Se ha convertido en un problema de salud pública en que el que después de décadas se está haciendo pertinente tomar medidas adecuadas. Hace apenas unos siete años, las academias pediátricas inician con recomendaciones sobre el uso de pantallas, las cuales no debieran usarse antes de los dos años y de los dos a los cinco, no más de una hora diaria, supervisando, claro está el contenido de la programación .
Además enfatiza en que el uso de pantallas en los sistemas de educación, no aportan ninguna ganancia en el aprendizaje del niño.
La adicción a las pantallas, que se da a través de la compensación con la producción de dopamina, en seres pequeños en que no existe la templanza ni la fortaleza, la atención es sustituida por lo que se denomina "fascinación", pasando de ser una actitud activa a una actitud pasiva, a un embotamiento. Actualmente la crisis educativa es mayormente una crisis de atención.
La adicción a las pantallas, que se da a través de la compensación con la producción de dopamina, en seres pequeños en que no existe la templanza ni la fortaleza, la atención es sustituida por lo que se denomina "fascinación", pasando de ser una actitud activa a una actitud pasiva, a un embotamiento. Actualmente la crisis educativa es mayormente una crisis de atención.
Algunas de los efectos secundarios del uso precoz de pantallas son la tendencia a las adicciones, la inatención, la impulsividad, la reducción en el vocabulario y otras más que sería largo enumerar.
Ya parece imposible que la crianza de un niño pueda realizarse sin el uso de pantallas, hasta cursi suena cuando alguien lo propone, no lo es, no en tanto estemos dispuesto a hacerlo, cuando nos hayamos convencido de sus beneficios. Nunca las pantallas podrán reemplazar la estimulación sensorial, a la interacción humana para lograr una educación intelectual y moral digna de llamarse educación.
Ya parece imposible que la crianza de un niño pueda realizarse sin el uso de pantallas, hasta cursi suena cuando alguien lo propone, no lo es, no en tanto estemos dispuesto a hacerlo, cuando nos hayamos convencido de sus beneficios. Nunca las pantallas podrán reemplazar la estimulación sensorial, a la interacción humana para lograr una educación intelectual y moral digna de llamarse educación.
Hay mucho que decir al respecto, sin embargo solo quiero enfatizar en esto: La esencia de los niños no ha cambiado, la educación tradicional en el que lo más importante en casa son los padres que escuchan con los ojos, que en un salón de clases no es fundamental la tecnología, sino la preparación del maestro, que de nuevo habría que retomar lo que dejamos atrás a través del juego no estructurado, de dejar al niño descubrir, asombrarse, entender y no solo memorizar. Reconocer que todo lo que les llega a través de lo sentidos acabará formando parte de su identidad.
Por amor a los niños, hay que volver a ofrecerles lo que las leyes de la infancia y la naturaleza de los niños demanda, eso insisto, no ha cambiado, no prohibamos pantallas, ofrezcamos alternativas que no brindan inmediatez en la gratificación, dar el ritmo adecuado a cada etapa. lo esencial se transmite a través del contacto humano, la mirada, las palabras.
Por amor a los niños, hay que volver a ofrecerles lo que las leyes de la infancia y la naturaleza de los niños demanda, eso insisto, no ha cambiado, no prohibamos pantallas, ofrezcamos alternativas que no brindan inmediatez en la gratificación, dar el ritmo adecuado a cada etapa. lo esencial se transmite a través del contacto humano, la mirada, las palabras.
Esperemos a que nuestros niños adquieran la templanza y la fortaleza para que ellos sean en su relación con la tecnología los amos y no sus súbditos.
Termino, aún con mucho por decir, con esta frase de María Montessori:
SEMBRAD EN LOS NIÑOS IDEAS BUENAS, AUNQUE NO LAS ENTIENDAN. LOS AÑOS SE ENCARGARÁN DE DESCIFRARLAS Y HACERLAS FLORECER EN SU CORAZÓN"
Termino, aún con mucho por decir, con esta frase de María Montessori:
SEMBRAD EN LOS NIÑOS IDEAS BUENAS, AUNQUE NO LAS ENTIENDAN. LOS AÑOS SE ENCARGARÁN DE DESCIFRARLAS Y HACERLAS FLORECER EN SU CORAZÓN"
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