domingo, 30 de noviembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 NACER INMENSAMENTE

Llega esa época del año que nos remite a los asuntos del espíritu. A recordar nuestra infancia con sus momentos mágicos y su ambiente de celebración por la vida, la familia y los amigos. Para los cristianos es el tiempo de celebrar la venida de Jesucristo Salvador con su promesa de vida eterna. Las visiones y los sonidos que invaden nuestro espacio nos llevan a reconectar con ese, nuestro niño interior, que nunca ha dejado de creer.

Quizá para muchos de nosotros este año sea más sanadora la época que en ocasiones previas. Hay mucha paz por recuperar en nuestra vida y en nuestro entorno. Los acontecimientos a ratos han sido inquietantes y desalentadores, tal vez hasta nos han secuestrado la tranquilidad. La esperanza pudo haberse sentido traicionada, y, con cierta angustia, nos preguntamos cuál será el nuevo acontecimiento que nos asalte a la vuelta de la esquina.

Qué maravilla poder reconectar con esa etapa de nuestra vida donde poco o nada nos preocupaba. Donde todo resultaba novedoso y encantador, y podíamos pasar horas fascinados con alguna imagen o un sonido, en particular en esta temporada. Tiempos en los que el más sencillo de los juguetes que recibíamos como regalo de Navidad, nos volvía los niños más dichosos del planeta.

Buen momento para darnos una pausa en el diario ajetreo de la vida. Espacio para valorar lo que se cumplió a lo largo de once meses y lo que tenemos pendiente de realizar, en el entendido de que la materia prima para cumplir nuestros más caros sueños es el tiempo, el cual habrá de agotarse, hayamos o no sacado provecho de él.

Como dice Vinicius de Moraes en su hermoso poema que alienta a vivir las fechas que llegan con diciembre: “Porque para eso fuimos hechos/Para la esperanza en el milagro…”  A partir de ello valdría la pena plantearnos construir milagros de temporada: en nuestro interior, en el seno de la familia, frente a los amigos. Construir milagros de reconciliación con esas personas de las que nos hemos alejado, para descubrir que ninguna distancia provee mayor satisfacción que el más valiente de los encuentros.

Hagamos de estas celebraciones del amor más grande, una ocasión para revisar nuestra propia mochila de viaje, y por qué no, aligerarla. Desechar las emociones viejas y oxidadas que no hacen más que entorpecer la marcha. Refrescar nuestros afectos con nuevo oxígeno antes de continuar el camino. Perdonarnos a nosotros mismos por los momentos en que actuamos tan indolentes y severos con nuestra propia persona, para comenzar a amarnos más de lo que antes hemos hecho. Y luego extender los brazos hacia quienes la vida ha colocado en derredor.

Buen momento para valorar lo afortunados que somos de tener lo que tenemos: Vida, salud, capacidad para razonar y energía para emprender nuevas cosas. Un corazón para sentir, que vamos por la vida como una barca en el ancho mar, con momentos plácidos, pero también con otros aciagos, donde lo encrespado de las olas nos atemoriza. Pero ¡vaya! Eso es la vida: un andar incierto para ir tocando puertos que nos proveen satisfacción, hasta llegar algún día al puerto final que marca nuestra historia de ruta desde el principio.

Sea esta temporada que hoy inicia una de alegría, por encima de cualquier rispidez. Tiempo de armonía, más allá de las diferencias con otros. Pletórico de momentos que habremos de gozar y conservar para siempre. Que nuestra fe profundice y la esperanza nos conmueva. Que vivamos una espiritualidad que no se quede en el templo, sino que salga a recorrer calles, a tocar puertas y a auxiliar a quienes más lo necesitan. Una bondad que trascienda, que no se quede en la foto que busca acrecentar nuestra popularidad en redes, sino que, de forma callada, establece un puente de corazón a corazón.

Vivamos una temporada sencilla, tranquila, plena en el goce de las cosas profundas, que se aleja de los excesos y que se centra en lo esencial que hay en cada uno de nosotros, para vivir una vida que trascienda por los actos realizados.

Y, como termina diciendo Vinicius de Moraes en un llamado a la reflexión, a propósito de lo que nos ofrece la temporada navideña cuando la enfocamos desde el corazón. Sus palabras nos colocan frente a la imagen de Jesús en Belén, para creer con ella, que hoy: “Nacemos inmensamente”.

Siempre verde: Corto animado (Exclusive Streaming Premiere)

CARTÓN de LUY


 

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

El poder de la palabra

La palabra no es inerte, vive respira...
Primero nace como un murmullo tímido en la cabeza, una especie de presagio sin forma.
Pero basta con darle nombre para que empiece a respirar, para que estire las piernas y se atreva a caminar por la realidad.

Todo comienza así: imaginás algo, lo pronunciás, y de pronto el mundo se acomoda —o se desacomoda— a tu atrevimiento.
No lo creés posible hasta que un “te quiero” que vivía encadenado en la garganta cambia el curso de la historia cuando por fin se libera, se vuelve sonido y después gesto, piel, destino.

Y funciona igual con su sombra: un “te odio” pensado apenas como bruma puede volverse tormenta cuando lo soltás.
Porque las palabras no son inocentes: son semillas o son venenos.
Y cada vez que abrimos la boca, escribimos una pequeña profecía.

Porque así funcionan las palabras:
cuando las decís con la columna vertebral, se convierten en ley.
Cuando las decís con el alma, se convierten en destino.

Y entonces entendés lo inevitable:
no hay palabra que no dispare una batalla,
ni silencio que no esconda un reino entero.

Por eso, cuando abrís la boca, hacelo como quien desenvaina una espada.
Porque cada frase que pronunciás tiene el potencial de reescribir tu historia,
y hay días —muy pocos, muy densos— en que una sola palabra tuya
puede cambiar el mundo de lugar...

Hay que ser valiente para ser amable | Erna Jungstein

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


La libertad depende de haber elegido voluntariamente a qué atarse, de amar sus ataduras y reconocerlas como aquello que impide flotar en una atmósfera de soledad y desconcierto. 

Cuanto más libre te concibes, es quizá cuanto más esclavo terminas siendo de tu soberbia. 

El perdonar, responsabilizarse de sí mismo, el amar respetando la individualidad, sin querer apoderarse de la voluntad del otro, sin obsesiones, hacer del amor un sentimiento que nos dé certidumbre y no desasosiego. 

No intelectualizar el amor... yo sigo dejándolo con residencia fija en el corazón.



Por Suiza con la imaginación: De Grindelwald a Lauterbrunnen

domingo, 23 de noviembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 RESIGNIFICARNOS

Esta ha sido una semana de las que bajan los ánimos. Llega la fecha de elaborar la columna y me encuentro buscando el tema que detone la creatividad para el escrito semanal. Recurro, entonces, a alguno de mis poetas favoritos. Me topo con Rainer M. Rilke y sus cartas al joven poeta Franz X. Kappus, en especial con una que, hablando sobre la procreación, establece que “En las profundidades es donde todo se vuelve ley.”

Estas últimas palabras me llevaron a pensar acerca del giro que ha tenido el pensamiento en el siglo que media entre 1903, cuando el poeta consolidado escribía al novato, y nuestro tiempo. El maestro austríaco le aconseja, no solo acerca del arte poética, sino sobre el modo de vivir una vida plena, a partir de fomentar el arte, primero dentro de sí y luego en su entorno. Rilke aconseja como si la poesía le otorgara un par de anteojos muy particulares para ver la vida de un modo distinto.  Lo contrasté, entonces, con la forma más bien ligera como conceptuamos hoy en día tantas cosas: El acto de la procreación, las relaciones humanas, y en sí el valor de la vida.  Si revisamos algunos medios noticiosos nos toparemos con titulares que dan cuenta de ello, como si la vida fuera cualquier cosa de la que se despoja a otro por causas absurdas, como por impulso, sin detenernos por un momento a considerar que esa pérdida no podrá recuperarse jamás.

Si atendemos a lo que Rilke aconseja a su discípulo, y nos vamos un poco más a la profundidad de los hechos, descubriremos que dentro de nosotros habita todo un universo de elementos que nos vuelven únicos sobre el planeta: Nuestra historia familiar; los antecedentes de nuestra infancia; los ideales con que nuestros padres nos forjaron; el núcleo de propósitos personales que se fueron gestando desde que éramos pequeños. Esa pléyade inmensa de sueños e ilusiones que venimos tejiendo desde hace mucho tiempo y que nos permiten levantarnos cada mañana con la ilusión de avanzar en verlos realizados.

Si nosotros no conocemos y valoramos lo que somos en nuestro interior, tampoco podremos valorar y respetar lo que otros son. Tal vez en este punto sea que hoy en día se ha perdido el respeto por la vida para cada uno de nosotros; puesto que no logramos dimensionarla dentro del propio ser, no somos capaces de honrarla en los demás.

“En las profundidades es donde todo se vuelve ley”. Cito nuevamente a Rilke para afirmar que la banalidad con que asumimos las cosas hoy en día proviene, precisamente, de esa lectura superficial que hacemos a la vida. Mientras el viejo poeta aconsejaba al discípulo acerca de cómo aproximarse a quienes le rodean, a los jóvenes e inexpertos, a los iguales enceguecidos y a los viejos que están llegando al fin de su existencia sin haber despertado. Rilke le instruye sobre el modo de actuar para con ellos, a partir de su personal iluminación.

Estamos llegando a un estilo de sociedad que siempre tiene prisa, que prioriza resultados por encima del proceso para lograrlos. Un mundo en constante competencia en donde el vecino se ve como oponente, nunca como hermano, y donde la consigna es avanzar y vencer, aunque se llegue al final de la pista en completa soledad. Ante este panorama el poeta viejo sugiere paciencia para poder avanzar en compañía, y que no sea el logro de la meta una satisfacción que no tenga con quien celebrarse.

Volviendo a Rilke, él sugiere al joven poeta echarse un clavado a su propio interior para redescubrir y amar lo que lleva dentro. En pocas palabras, fomentar el autoconocimiento, algo que, justo en estos tiempos, hemos descuidado tanto. Solemos partir de un pensamiento que dicta que todo lo que nos ocurre viene de fuera, y que los factores que van a modificarlo también vienen del exterior. Ello genera estados ociosos en los que pretendemos culpabilizar de lo que nos ocurre a otros, sin asumir la responsabilidad personal que nos corresponde. O bien, nos sentamos a esperar a que los cambios anhelados vengan de fuera, cuando no será sino desde nuestro propio interior, que se generen.

Más delante nuestro poeta habla del amor verdadero, de ese que implica entrega y sacrificio, antes que goce y complacencia. El amor que se pone a trabajar desde el corazón y a través de nuestros actos, fundamentalmente, haciendo hincapié en desarrollarnos como seres independientes del amado, plenos y completos.

Resignificarnos: Comenzar a vernos y a ver a otros desde la complejidad de lo que es nuestra existencia en todas las capas de su profundidad: Su contenido metafísico, antropológico y personal. Descubrir que tener vida no es cualquier cosa, y que cuidarla es prioridad. Asumir que estar vivos es un privilegio que habremos de honrar a cada momento, como lo más sagrado.

CARTÓN de LUY

 


Rapsodia en pelotas con Les Luthiers

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

El arte de fluir

Fluir con la corriente… aprendí que no es rendirse, es un acto de profunda sabiduría.
Durante años creí que vivir era nadar contra todo, que el valor se medía en resistencia y que doblarse era sinónimo de derrota. Pero con el tiempo —y con algunas cicatrices que no se ven— entendí que hay una fuerza mayor en dejarse llevar sin perder el centro.

El río no lucha contra la piedra; la rodea, la acaricia, la desgasta con paciencia hasta que deja de ser obstáculo. Así también la vida, cuando uno deja de aferrarse a lo que no puede cambiar, empieza a fluir con una suavidad que no conocía.

Fluir no es pasividad. Es confiar en que el cauce sabe más que nosotros, que cada recodo, cada curva, incluso cada remolino, nos está llevando a donde debemos estar. Es entender que hay momentos para remar con furia y otros en los que la mayor valentía es soltar los remos.

Y entonces uno descubre que no se trata de controlar el agua, sino de ser agua: suave pero invencible, libre pero fiel a su destino, siempre encontrando el camino hacia el mar.

Porque al final, fluir no es perderse… es permitir que la vida nos lleve justo donde más necesitamos llegar...

Encontrando el propósito: Carla de Efrén Martínez

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Vamos siendo en la vida lo que la genética, epigenética y circunstancias modelan en nosotros. A través del tiempo, de las experiencias vividas, nuestro entorno familiar, social, escolar, nos va dejando cinceladas en cerebro y corazón para ir esculpiendo una personalidad, un carácter, que a través de distintas experiencias, emociones, de enseñanzas o imposiciones conforma la estructura de ese personaje multifacético en el que nos vamos convirtiendo y que se transforma a veces imperceptiblemente para nosotros mismos. Nuestra capacidad de adaptarnos a distintas situaciones, a pérdidas, a logros y fracasos, a ser aceptados o rechazados, nos permite tolerar las embestidas de la vida sin que la frustración nos hunda en profunda depresión o por el contrario, nos convierta en personas soberbias, con orgullo malentendido que no valora más que sus propios logros.

En lo personal yo tengo la fortuna de haber tenido dos etapas de mi vida en lugares distintos, con distintas personas y en ámbitos totalmente diferentes, y poder decir que en ambos he sido feliz.
He encontrado pertenencia en ambos lugares, me he sentido cajemense sin perder el orgullo de haber nacido en Chihuahua, Dos ciudades,, donde se me ha ofrecido en cada etapa de mi residencia en ellos, la oportunidad para lograr mis metas, para encontrar personas maravillosas que me rodearon de cariño, creando un entorno idea para mi desarrollo personal, familiar y profesional,.

¿Quién soy y cómo soy? finalmente no es mi descripción la real, tengo tantas identidades como las percepciones que la gente tenga de mí, lo único que deseo es que se haya encontrado en mi intención la buena fe y el amor que llevan mis acciones, aunque a veces mis palabras o actitudes sean equivocadas o malentendidas, nunca lo son malintencionadas.

Aún sigo en una tercera etapa, regresando a mi tierra natal en donde reintegrarme a mi familia, a mis amistades de niñez y juventud, me permite reafirmar que en esta vida no se tiene que ir en pos de la felicidad, sino en saber encontrarla en los pequeños detalles, en la gracia enorme de poder cada día recibir una señal de que estás vivo, de recibir y dar amor, de tener un ambiente fraterno que te cobija, que te hace saber que no estás solo, en poder sentirte útil y al mismo tiempo tener el invaluable apoyo de quienes te quieren cuando más lo necesitas.

Somos lo que la vida va forjando en nuestro espíritu, somos uno para nosotros mismos y otro para aquellos que nos rodean. Lo deseable es que sean más las coincidencias que las diferencias.


LOS CANTANTES DE BREMEN (1935)

domingo, 16 de noviembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 PANTALLAS E INDIFERENCIA

Susan Sontag (1933-2004) fue una escritora norteamericana muy prolífica, de novela, ensayo y guion cinematográfico, entre muchos otros menesteres artísticos. Uno de sus últimos libros, publicado en el 2003, se intitula “Ante el dolor de los demás”. Constituye un regreso a una de sus primeras obras que hablaba sobre fotografía testimonial. Ahora lo hace a partir de nuevos elementos visuales a los cuales se enfrenta para hablar sobre el efecto de impresiones gráficas sobre la conciencia colectiva.

La ensayista utiliza un término que resonó profundamente en mí: “Fotografía de conciencia”, que designa esas expresiones visuales que ilustran distintos momentos trágicos de la humanidad para despertar en el espectador la conciencia de lo que pudo haber sido. Refiere, y con sobrada razón, que una misma imagen cruenta es vista de distintas maneras si se publica en un periódico, si se lleva a un libro de fotografía especializada, o si se incluye como parte de una colección en alguna sala de exposiciones. Además, hace referencia a un término que me parece de lo más descriptivo, y que da pie a reflexiones que deseo abordar en seguida. Refiere que vivimos en una sociedad del espectáculo, en la cual materiales sensibles como pueden ser el dolor o la muerte, se convierten en mercancía que se comercializa, y nosotros, como espectadores, la consumimos a discreción desde la comodidad de nuestro hogar impoluto.

El caso contrario, al que no se refiere específicamente Sontag, pero que se antoja que habrá que analizar también, es el de negar una realidad ocultando los hechos que la pondrían de manifiesto. Por desgracia en México venimos viviendo mucho este fenómeno, los asesinatos dolosos bajan en la estadística porque se convierten en desapariciones; las fosas clandestinas se borran del mapa porque, antes de permitir la entrada a los periodistas, se retiran los detritus del lugar de los hechos. Se lleva a cabo un perverso juego de evidencias para recomponer la escena. Por cierto, esa suerte de protección que se otorga a cualquier individuo acusado o confeso cubriendo parte de sus rasgos y colocando una “N” en lugar de su apellido, a ratos me parece parte de ese mismo juego, una forma de enmascarar la evidencia de los malhechores para tal vez buscar que los delitos que se registran causen menor impacto.  O será también parte de esa estrategia calificada como humanista, de reconocer los derechos humanos de los criminales por encima de los de los ciudadanos. Y paradójicamente, como lo venimos viendo en derredor a la marcha del sábado 15, la identidad de los creadores de contenido convocantes se publica con todo detalle en la conferencia mañanera. Este manejo de lo que se muestra y lo que se oculta termina siendo manipulación de la verdad.

“La compasión se está adormeciendo”: Una de las más fuertes afirmaciones de Susan Sontag al referirse a la forma como nos vamos desensibilizando frente a escenas que presentan el dolor humano. Y si bien, en estos tiempos no es tan común asistir a un museo a ver colecciones de óleos o de fotografías de las grandes tragedias humanas, sí las tenemos a la distancia de un clic en nuestros aparatos digitales. Tal vez ni siquiera las estemos buscando intencionalmente, solamente deslizando nuestro dedo sobre ellas una y otra vez, pero el efecto repetido de su contundencia sobre nuestras pupilas, día tras día, a lo largo de toda una vida, terminará por volvernos indiferentes al dolor que expresan. Entre otros temas, la guerra se presenta como un espectáculo cotidiano, al que nos vamos acostumbrando.

¡Cuánto gana la inercia a nuestra mente racional! Las noticias se transforman en entretenimiento que consumimos a discreción, mientras esperamos el camión o nos sentamos a cenar. La imagen de personas con la mirada fija en la pantalla del celular es cotidiana en nuestros tiempos, al grado que parece fuera de lugar alguno, en particular de jóvenes edades, que no vaya caminando y revisando su celular de manera continua.  Susan Sontag refiere que ello nos está volviendo cínicos ante la sinceridad; hacemos todo lo posible para no sentir compasión, lo que nos coloca en una supuesta superioridad frente a lo observado.

Los especialistas en educación infantil están prendiendo las alarmas con relación al uso de pantallas durante la primera infancia. Podemos considerar que, a los muchos efectos perjudiciales que se vienen dando a conocer, se suma este, el de la pérdida de la compasión por el dolor ajeno, lo que nos conduce invariablemente a una sociedad cada día más indiferente frente al sufrimiento de los demás.

¿Es esto lo que nos proponemos legar a las futuras generaciones…? Pensémoslo dos veces antes de dar la vuelta a la página.

CARTÓN de LUY


 

Fuga de JS Bach a cuatro voces, por el Cuarteto Newfangled Four

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

El universo no se queda con nada

Mi papá solía decirme que el universo no se queda con nada. Que todo lo que das —sea bueno o malo—, en algún momento vuelve, aunque a veces tarde una vida entera en hacerlo. Por eso, decía, siempre conviene hacer el bien.

Hoy me acordé de él. Venía de regreso a casa en un Uber, y el conductor, un muchacho de unos veintitantos, empezó a contarme su historia. Me dijo que trabajaba todo el día manejando y estudiaba los fines de semana. Que dormía poco, comía cuando podía, pero que tenía una meta: graduarse para darle una vida mejor a su familia.

Entre charla y charla, me contó que una vez un extranjero olvidó su billetera en el asiento trasero. Dentro había más de seiscientos dólares. “Ese día no había comido”, me dijo. “Tenía hambre y apenas gasolina en el tanque.” Y lo tentó la necesidad —o el diablo, quién sabe—, pero al final decidió devolverla. Llamó al número del viaje, contactó al hombre y se la entregó sin esperar nada. Ni las gracias le dieron. Pero él, me dijo, durmió tranquilo esa noche.

Cuando llegamos a mi destino, le pagué con un billete de veinte. Él, con esa honradez que no sabe de máscaras, me extendió la mano para darme el cambio. Lo miré y le dije:
—El universo no se queda con nada.

Cerré la puerta y caminé hacia mi casa con esa frase de mi padre resonando en el pecho. Pensé que quizá el universo no es un juez ni un contable, sino una especie de espejo: te devuelve exactamente lo que le das. Y esa noche, mientras guardaba las llaves y el eco del motor se perdía en la calle, sentí que mi viejo sonreía desde algún lugar invisible, confirmando que —al final de todo— el bien siempre encuentra su camino de regreso...

El Arte de No Forzar. Wu Wei, la sabiduría del Tao.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Uno no decide nacer, y por mucho tiempo no toma decisiones, somos dependientes de que otros lo hagan por nosotros. Se llega el momento de que lo hagamos y muchas de ellas las haremos inconscientemente, en nuestras rutinas diarias, desde niños, sin que nos cause mayor conflicto. Iremos día a día siguiendo nuestros instintos basándonos en experiencias, en ejemplos de otros, y haremos así elecciones de simples a complejas que van conformando nuestra vida.

El éxito, la felicidad, el bienestar, en mucho dependen de haber tomado buenas decisiones, incluso ante la adversidad la elección de cómo afrontarla nos hace a unos y otros distintos en cuanto a como las percibamos. Hay quien sufre tan solo por elegir cómo vestirse cada mañana, hay quienes dependen toda la vida del consejo de alguien más para saber qué decidir o para corroborar su decisión. Unos lo hacen concienzudamente, otros, consideramos, lo hacen demasiado a la ligera, y unas y otras resoluciones pueden o no ser acertadas, porque finalmente las circunstancias ajenas a nosotros tienen su interacción y no son variables muchas veces que podamos manejar. 

Quizá no nos alcance la vida para tener la sabiduría necesaria y tomar las decisiones adecuadas para cada situación, quizá todavía tendremos que lamentar errores en ellas, aun cuando la experiencia de muchos años nos haya permitido, a nuestro parecer, haber elegido la mejor. 

Quizá la madurez no radica en que tomemos las mejores decisiones, sino en hacerlo en base a la experiencia, intentando no cometer los mismos errores, pero asumiendo que podríamos cometer otros distintos, que cuando no haya resultado como esperábamos, nos adaptemos a lo que de ello resulte. No lamentarnos ni condenarnos, saber que en esta vida todo pasa y que mientras sintamos latir nuestro corazón, la esperanza de renovación no muere, tan solo hay que esperar a que en nuestro cielo de nuevo salga el sol. 

Decidir sin miedo al fracaso, porque es mayor fracaso la indecisión.

El primer video a color en México, filmado en 1942

domingo, 9 de noviembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

DESDE EL CORAZÓN

México ha vivido una semana de particular agitación a raíz del asesinato a mansalva de Carlos Manzo, presidente municipal de Uruapan, Michoacán. Joven esposo y padre, idealista en sus propósitos, postulado por la vía independiente y que llegó al cargo provisto de grandes simpatías de los que serían sus gobernados. Igualmente lo hizo dispuesto a enfrentar de forma directa al crimen organizado que, desde tiempo atrás, tiene asolada buena parte del estado michoacano.

Lo que ha surgido entre los mexicanos durante la semana ha sido sorpresa, incredulidad, indignación, así como ira y hartazgo frente a la deficiente seguridad pública en muchos estados de nuestro país. Conforme pasa el tiempo sentimos nuestras libertades coartadas, en tanto somos sujetos a mayores restricciones para llevar a cabo una vida productiva y satisfactoria.  Lo más concreto hasta ahora es la organización de una marcha convocada por los jóvenes de la generación “Z” para el próximo 15 de noviembre en muy distintas localidades.

Detrás de todo esto se percibe un afán de poder desmedido, que lleva a un individuo al extremo de matar a otro ser humano que estorba a sus intereses, así nada más, como en un juego maligno. Frente a ello, habría cada uno de nosotros de emprender una revisión personal y analizar hasta qué punto nuestra actitud ha contribuido a ese estado de cosas. Hasta dónde olvidamos que somos seres espirituales en una coraza material por un tiempo corto, y que nuestros propósitos en este plano terreno deben ir más allá de la simple satisfacción de los sentidos, la adquisición de poder o la ambición desmedida. Y que, si nos regimos por estos afanes solamente, nunca nos vamos a sentir plenos, pues siempre habrá allá afuera algo más que se desea.

El budismo postula seis perfecciones trascendentes que vale la pena traer a colación. Constituyen el camino del Buda que se va formando interiormente hasta alcanzar un punto ideal. ¡Cuánto contrastan estos principios con los afanes que hoy en día tanto nos contaminan! Tenerlos en cuenta para modular nuestra forma de ser y de actuar en el mundo, constituye un buen referente.

Generosidad, disciplina, ética; paciencia, perseverancia, concentración y sabiduría. Constituyen las seis características que el budismo propone desarrollar para alcanzar una vida plena. Si nos detenemos un momento en cada una de ellas, observaremos la forma como se oponen radicalmente a las avideces que sustentan las conductas delictivas que han causado tanto mal a México. Entre unas y otras podremos darnos cuenta de cómo nuestro espíritu ha perdido el rumbo, de modo que avanzamos hacia la mezquindad. Algunos siendo capaces de cualquier cosa por consolidar sus intereses; otros a menor escala, tal vez con nuestras actitudes anodinas y permisivas, que llegan a que el problema de la criminalidad aumente.

Dice Javier Melloni, jesuita y antropólogo español en su hermoso libro “Sed de Ser”: «Para llegar al Mar/solo podemos ir por nosotros mismos. /Si no llegamos hasta nosotros/tampoco encontraremos el Mar/porque el Mar es nuestra profundidad.»

Con estas reflexiones quiero invitarte, amable lector, a la labor de reajustar todos nosotros la mira de nuestras aspiraciones. A plantear a nuestras autoridades que cumplan con su obligación de trabajar por la cobertura de nuestros derechos humanos fundamentales como son la alimentación, la salud, la educación, el sustento; la seguridad pública, la libertad en todas sus acepciones y el derecho a soñar. Y entre nosotros, ciudadanos, a trabajar por desarrollar cualidades que favorezcan la convivencia, el respeto a los demás en sus personas, propiedades y derechos fundamentales, descubriendo que la tarea es más sencilla si todos cooperamos, en lugar de estar estorbándonos unos a otros.

Muchos estudiosos de las ciencias sociales en México consideran que el asesinato de Carlos Manzo va a establecer un antes y un después en las condiciones generales del país. Yo también así lo creo, dados los niveles de inseguridad y coacción que se vienen sufriendo en los distintos ámbitos. Hagamos, entonces, de esto una lucha por mejorar las condiciones generales de todos, y no por jalonear y arrebatar lo que algunos pocos han vuelto propio, y que en gran medida es responsable del estado de cosas en la actualidad. Por ese camino jamás llegaremos a una concordia.

No permitamos que la muerte de un joven político que soñó con un México mejor para todos haya ocurrido en vano. Sea la muerte de Carlos Manzo una siembra de simientes de esperanza para las familias mexicanas. A partir de ello, nos corresponde a todos y cada uno de nosotros, trabajar por cultivarlas.

CARTÓN de LUY

 


Veinte años de las mejores fotografías de la naturaleza

 
Amigos: No hay traducción al español, pero ¡dejemos que las imágenes nos cautiven por ellas mismas!

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

A pesar de mí

Durante años creí que ser fuerte era aguantar. Callar el dolor, tragarse las lágrimas, apretar los dientes hasta que la mandíbula doliera. Me convencí de que la fortaleza se medía en la cantidad de golpes que uno podía recibir sin que se le notara la herida.

Hoy sé que estaba equivocado.

La vida me enseñó, a punta de quiebres, que la verdadera fuerza no está en no romperse, sino en seguir aun cuando ya estás roto. Ser fuerte, descubrí, es permitirse llorar hasta que se nublen los ojos y, aun así, avanzar con la vista empañada. Es arrastrar los pedazos de uno mismo sin vergüenza, con la certeza de que no hay cicatriz inútil.

Aprendí también que pedir ayuda no me hace menos. Que decir “no puedo solo” es, en realidad, un acto de amor propio. Porque amarse no es mirarse al espejo y creerse perfecto; es aceptar que, incluso con grietas, uno sigue siendo digno de cuidado, de descanso, de ternura.

A veces me encuentro exhausto, preguntándome si tiene sentido seguir. Y en esos momentos recuerdo que la resiliencia no siempre se ve heroica. Muchas veces es un gesto mínimo: levantarse de la cama cuando pesa el cuerpo, dar un paso más aunque tiemble el alma, susurrarse un “todavía no me rindo” en voz baja.

Eso es lo que hoy entiendo como fortaleza: seguir a pesar del miedo, del cansancio, de las dudas. Seguir, incluso contra mí mismo...

Comunicación con impacto social por Oscar Lozano

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Vivir es cuestión de fe y mantenerla, alimentarla, compartirla, propagarla, ser agente de transmisión de fe y poder creer en que pase lo que pase las cosas pueden mejorar, que no todo está tan perdido como para no poderlo recuperar.

Fe en una religión, en la pareja, en la familia, en la humanidad, a pesar de lo que duela la realidad, a pesar de lo que nos haya tocado sufrir, a pesar de la mentira, de la infidelidad, de la violencia, de la corrupción, de la impunidad que nos rodea, siempre encontramos algo rescatable en este mundo y es aquello que nos ha mantenido en esta vida deseando seguir viviéndola.

Fe en que todavía vienen sucesos maravillosos que nos hagan valorar nuestra estancia en este mundo. Vivir sin fe es morir poco a poco sin apenas darse cuenta de que solo se es un cuerpo inanimado que cumple con funciones básicas para sobrevivir, sin un porqué, sin saber por dónde y por quién seguir existiendo.

Mi fe en Dios, en la humanidad, en mi misma esa herramienta indispensable e irreemplazable para que la vida tenga sentido, para seguir en la lucha diaria esperando más de la vida que tan solo duros golpes.

Miroslava Ferra interpreta La Llorona (Zapoteco y Español) desde Chiapa de Corzo

domingo, 2 de noviembre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 CELEBRACIÓN DE FIELES DIFUNTOS

A propósito de la celebración de la Fiesta de Difuntos en México, retomaba el magnífico ensayo que hizo hace 75 años el gran Octavio Paz, incluido en su libro “El laberinto de la soledad”, que, me atrevo a asegurar, es uno de los estudios antropológicos más completos acerca de lo mexicano.

Comienza hablando de nuestro espíritu festivo que nos llama a invertir tiempo y dinero en conmemorar fechas civiles y religiosas como pocos países en el mundo. Relata que en esos días el mexicano descarga su alma, volcado en gritos, alharacas y tronar cohetes, sin que falte el alcohol, bebida que hermana a los alejados, y tal vez aleje a los cercanos, cuando los niveles del producto en sangre hayan escalado. El asunto es vivir la fiesta a profundidad, muy en contraste con el resto del año, cuando la figura del mexicano suele ser reservada, silenciosa y poco expresiva.

Octavio Paz habla de lo que él denomina “un baño de caos”, que se produce en nuestras grandes fiestas nacionales o religiosas. No lo menciona específicamente así, pero me hizo recordar los carnavales en las costas, previo al inicio de la cuaresma, en donde, tradicionalmente, los obreros de las fincas tenían permiso de actuar de manera festiva y escandalosa con anuencia del patrón.

Nuestro Día de Finados es patrimonio inmaterial de la humanidad, conforme a la UNESCO. Incontables turistas acuden a los sitios más emblemáticos en donde se celebra con especial luminosidad y colorido la ocasión. Por mencionar algunos, están las distintas localidades a lo largo y ancho de la Península de Yucatán; Veracruz; Estado de México, Ciudad de México, diversos poblados de Michoacán y Jalisco, además de localidades de Guanajuato. Las festividades se distinguen de acuerdo con las tradiciones de cada región, lo que provee a los eventos de gran lucimiento.

Con tintes prehispánicos, aunque Paz insiste en mencionar que no es tanto así sino producto de la religiosidad traída por los conquistadores españoles, posee simbolismo muy mestizo, digamos en sus altares de muertos, que tradicionalmente tienen siete pisos que se cruzan en uno y otro sentido, según sea la muerte o el regreso del finado. Se preparan aquellos platillos que él gustaba, se colocan fotografías, ropa y objetos que lo recuerden, y se hace acompañar de elementos como el perro (xoloitzcuintle, para los aztecas), que acompaña al alma en su recorrido a partir del segundo escalón, o la cruz de sal, para purificar el espíritu del que viene, y un vaso de agua para calmar su sed. El colorido original está dado por el tono naranja del cempasúchil y el morado de la mano de león, que abundan en las ofrendas, así como el papel picado, elemento artesanal que no debe faltar, y que con tiempo preparan las habilidosas manos mexicanas. Otros elementos son los alfeñiques, en particular con formas de calaveras adornadas con pastillaje en diversos colores, y el tradicional pan de muerto.

La introducción de las que hoy identificamos como catrinas fue muy posterior, a raíz de algunos grabados satíricos del hidrocálido José Guadalupe Posada, que inicialmente bautizó como “Calaveras Garbanceras”, mismas que más delante Diego Rivera inmortalizó al incluir una de ellas en su mural “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, obra que sintetiza 400 años de historia nacional a través de 100 personajes que aparecen en ella y donde el propio Rivera se autorretrató como un niño. Mural originalmente pintado en el lobby del hotel del Prado de la Ciudad de México, justo frente a la Alameda Central, que después del sismo de 1985 tuvo que ser reubicado en el Museo Diego Rivera.

Continuando con Paz: “Cada vez que intentamos expresarnos, necesitamos romper con nosotros mismos”, dando a entender que precisamente esa es la función de nuestras fiestas populares, la ruptura violenta que permite que escape todo lo que llevamos dentro. Y, a propósito del origen de la celebración de Difuntos, él marca una notable diferencia entre la concepción de la muerte para los antiguos pobladores de Mesoamérica y lo que devino tras la llegada de los evangelizadores españoles. La idea de vida y muerte como un continuo se modificó al concepto de vida para merecer la vida eterna, lo que cambió por completo la mentalidad de los evangelizados. Aun así, las festividades han perdurado hasta nuestros días, a lo largo de medio siglo, con, relativamente, pocos cambios.

Momento de recordar y honrar a nuestros difuntos, así como de perpetuar una fiesta que ha colocado a México en el concierto de las grandes celebraciones universales.

CARTÓN de LUY


 

Día de muertos: La Fiesta de los Ancestros con el historiador Juan Manuel Zunzunegui

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

Llamada al cielo

Aló... ¿Me escuchás? No importa, igual te hablo. Te hablo porque hace falta. Porque los extraño. Extraño tu voz como un puerto al que uno siempre vuelve cuando el mar se pone bravo. Extraño tus consejos, esa manera tuya de desarmar problemas enormes con una calma que parecía mentira. No era tanto que tuvieras todas las respuestas; era que me hacías creer que las cosas siempre podían arreglarse. Y, en ese creer, estaba mi paz.

Me falta tu compañía en los viajes. Esa complicidad silenciosa que teníamos cuando veíamos el sol caer al horizonte, cada quien en sus pensamientos, pero juntos. Me hace falta el peso de tu mano en mi hombro, o ese abrazo que no decía nada y lo decía todo. Con vos cerca, hasta el frío del alma era llevadero.

Y sé que me respondés. No con palabras, no, pero me respondés. En el viento que se cuela entre los árboles cuando me detengo a mirar el horizonte. En los recuerdos que me llegan de golpe, como una ola que no avisa. En los silencios que de repente suenan a vos. Es curioso: me basta cerrar los ojos para sentir que el cielo me escucha, como si existiera una línea directa entre mi alma y la tuya.

Entonces llamo al cielo, cada vez que el peso del día me aplasta un poco más. Y vos contestás, siempre contestás. No sé si sos vos, o el universo, o lo que queda de tu abrazo en mi memoria. Pero ahí estás, apaciguando mi alma como siempre. Como nunca. Como solo vos sabías hacerlo...



Los valores han perdido su valor; Charla de Santiago Gutiérrez

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Dos de noviembre, día de muertos. Festejo ancestral, celebración que nuestros antepasados prehispánicos iniciaron y que se mantiene hasta nuestros tiempos. Días en que los altares, los panes, las flores de precioso color naranja intenso y un exótico aroma, llamadas cempasúchil, iconica flor mexicana dan identidad a estas fechas. Fiesta que invade las calles, las casas, los panteones, las almas de los que permanecemos en este mundo y en la que en forma especial en ese día mantienen una comunión con nuestros muertos, en la que festejamos su vida, su permanencia en nuestra memoria, en nuestro corazón, en la que la nostalgia es emoción positiva, de gratos recuerdos, de revivir nuestra convivencia terrenal con ellos. Vienen a nuestra mente, sus risas, sus dichos, el abrazo que alguna vez nos dimos, sus caricias, las enseñanzas que nos dejaron, el cariño que nos unió y que aflora especialmente este día.
Recordarlos, pasarlos una y otra vez por el corazón, a ellos nuestros muertos que tan solo se han invisibilizado físicamente, pero que nos acompañan etéreamente, sin que el transcurso del tiempo nos borre su recuerdo ni el amor que por ellos tuvimos y seguimos manteniendo tan vivo como nosotros mismos.

Descansen en paz mis muertos, van para ustedes mi cariño, mi respeto, admiración, mi agradecimiento a Dios y a la vida por haber tenido la fortuna de ser hija, esposa, tía, cuñada, concuña, prima, nuera, sobrina o amiga y saberme en cada uno de estos vínculos amada.

Mi tributo a ustedes, su permanencia en mi, respetar y honrar su legado, mantener vivo su recuerdo que florece cual cempasúchil todo el año en mi corazón.



La Llorona interpretado en Náhuatl por el Coro "Niño Jesús"

domingo, 26 de octubre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 OCTUBRE Y LA VIDA

Estamos a escasos días de terminar octubre, que, a partir de 1988 se instituyó por parte de la ONU como el mes de sensibilización y prevención del cáncer de mama. El mundo se viste de color de rosa y muy diversas instituciones se solidarizan con esta campaña de alertamiento que, gracias a su difusión, a la fecha habrá salvado miles de vidas.

Con esa mala maña que tengo, me asomo a la literatura para buscar información en torno al tema. En este caso abrevo de lo escrito por mujeres. Han sido muchas literatas las que han padecido el calvario que inicia al detectarse una tumoración mamaria y continúa por todo lo que hay que pasar para clasificarla, extirparla, determinar si está localizada o se ha esparcido a otras partes del organismo, y ajustar un tratamiento para limitar o desterrar los efectos secundarios que la enfermedad es capaz de provocar. Más delante hablar sobre los efectos colaterales de los tratamientos, generalmente agresivos, ya sea por radiación o quimioterapia, amén del aislamiento social que la enfermedad por sí misma y sus diversos tratamientos, llegan a condicionar.

Quizá la escritora más conocida por haber padecido y documentado su propio cáncer de mama haya sido Susan Sontag. Fue diagnosticada en 1972, justo cuando trabajaba en un libro acerca de la muerte en mujeres, en el que abordaría el suicido de Virginia Woolf y la dolorosa muerte de Marie Curie, entre otras muchas, entre las cuales también disertaba acerca de la muerte de Alice James, diarista norteamericana y hermana de Henry James, muerta a finales del siglo diecinueve por cáncer de mama a los cuarenta y dos años.

En una revisión emprendida por Anne Boyer en su ensayo “Desmorir” me sorprende descubrir la cantidad de mujeres literatas que padecieron este mal y a edades muy jóvenes, y de como personajes de la talla de Sontag, hablan más bien poco de su proceso frente al cáncer. Lo hacen más como disparos catárticos que como un proceso caviloso al que nos tiene acostumbrados la norteamericana. La obra “Primavera silenciosa” escrita por la bióloga y ambientalista Rachel Carson en 1962, habla acerca del efecto de diversos químicos ambientales en la salud humana, incluyendo el tema del cáncer, padecimiento que terminó con su vida dos años después de publicada su obra.

“Mi labor es habitar los silencios con los que he vivido…”  escribió Audre Lorde, poeta feminista muerta en 1992 a causa de la misma enfermedad, para hablar del silencio que solía rodear en sus tiempos al cáncer de mama, y que, afortunadamente, ahora es mucho menor. Aun así, queda mucho por hacer.

Quienes hemos enfrentado un “tete a tete” con el cáncer, sabemos que se trata de palabras mayores. Que a partir del momento en que llega a nuestra vida será una presencia constante, aun cuando la ciencia médica consiga erradicar la lesión primaria de nuestros tejidos y haga un puntual seguimiento de cualquier recurrencia que pueda ocurrir. Comenzamos, entonces, a entender la vida de otra manera, como un préstamo bendito que el cielo nos hace para aprovechar lo que nos ha sido dado, de la mejor manera. Entendemos que la muerte es una realidad que flota en el aire, y que en cualquier momento podríamos aspirar y así terminar nuestra existencia. Pero no es algo que angustie o ensombrezca, por el contrario, es un acicate que llama a hacer las cosas de la mejor manera posible y hacerlas hoy, porque el mañana podría no llegar a nuestras vidas.

Reconocer de manera tan lacerante que la vida es un préstamo y nada más, nos lleva a reconciliarnos con nuestro pasado, a perdonar los males que podamos venir cargando en la mochila de viaje. Nos llama a detenernos un momento frente al espejo, congraciarnos con nuestra imagen y aprender a amarnos tal cual somos, con nuestras heridas y cicatrices, hasta entender que para amar a otros habremos de romper el capullo de nuestro propio egoísmo y así extender los brazos a la vida.

Vivir acompañados de la sombra del cáncer es aprender a danzar en su compañía siguiendo el compás que la vida nos marca. Es medir los escollos del camino frente a las verdaderas grandes dificultades, hasta hallarlos pequeños y sorteables. Es entender que vivir la vida con un propósito que vaya más allá de nosotros mismos, es la mejor manera de llevar nuestra condición humana a un nivel superior.

“La historia de la enfermedad […] es la historia del mundo” dice Anne Boyer respecto al cáncer. Suscribo diciendo que la enfermedad, o el estudio de la enfermedad, o la literatura al respecto, es una forma de entender nuestra historia personal. Es descubrir que, solo al filo del precipicio, la vida se aprecia en su total magnitud y aprendemos entonces a valorar cada respiro como una oportunidad única de cincelar nuestra propia creación terrena.

CARTÓN de LUY

 


El cielo de un otoño - Ensamble Somos Más que Dos (Flor González y Héctor Silva)

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

Nueve años después

Han pasado nueve años desde que mi padre partió, y todavía camino por el sendero que él trazó con sus pasos firmes. No necesito mapas: basta con recordar su voz, sus silencios, la manera en que miraba el mundo con esa mezcla de severidad y ternura.

Él me enseñó que ser justo es más importante que ser bueno, porque la justicia no se acomoda a caprichos ni se esconde en simpatías; es recta aunque duela. Me enseñó también que la honorabilidad pesa más que la diplomacia, porque la cortesía sin verdad es un traje bonito sobre un cuerpo vacío. Y me enseñó, sobre todo, que todo lo que vale la pena debe hacerse con amor, incluso cuando duela, incluso cuando el amor se confunda con sacrificio.

Hoy su ausencia es un eco que no cesa. No hay día en que no me sorprenda buscándolo en un gesto, en una palabra, en la sombra que deja la tarde. A veces lo encuentro en mí mismo, en la forma en que enfrento la vida, en esa obsesión casi testaruda de hacer las cosas con rectitud. Otras veces lo descubro en lo que me falta: en los consejos que ya no puedo escuchar, en el abrazo que no llega, en el orgullo que imagino y que ya no puedo confirmar en sus ojos.

Nueve años después, sigo conversando con él en silencio. Le cuento mis aciertos como si estuviera presente y le confieso mis errores como quien pide consejo en voz baja. Su ausencia se volvió una brújula: no señala el norte, pero me recuerda el rumbo.

A veces me pregunto qué pensaría al verme ahora, si aprobaría mis decisiones, si reconocería en mí al hombre que él intentó formar. Y aunque la respuesta siempre se escapa, me consuela creer que sí, que cada paso que doy con justicia, honor y amor es, en cierta forma, un diálogo secreto con él.

Porque hay ausencias que no desaparecen: se transforman en caminos. Y el suyo, nueve años después, todavía me sostiene...

Discurso de la Princesa Leonor en la entrega de los Premios PRINCESA de ASTURIAS 2025: "Volver a lo esencial"

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Teniendo como tengo el alma
tan llena de cariño
tan plena de satisfacciones
no hay cabida en ella ni para odios,ni para rencores
Cuando a veces siento
que algo no me cuadra
que algo me hace daño
tan solo exhalo mi ira
y con ella impido que
mi alma, reservorio de nobles afectos
de bellos recuerdos
intente abrir espacio para indignos sentimientos
que solo destruyen, que solo lastiman
que siembran tan solo incertidumbre y pena
Pero tengo el alma, llenita, hasta el tope
desde que era niña
de tanto cariño,
y tan solo tengo contrato con ella
de abrir más espacios, cuando no me quepa
el amor en el pecho,
solo eso se almaceno, solo eso conservo
porque es lo que abona, para que en mi ser
tan solo florezca la paz, la energía que
sea impulso, fuerza ante todo aquello
que sea una amenaza que pueda apagar la luz de mi alma
que pueda abolir la fe que tengo en la vida

Todo lo que perdimos por Omeleto

domingo, 19 de octubre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 UN CALDO TÓXICO

Las redes sociales son un medio que nos mantiene informados de los temas de nuestro interés. Cada uno de nosotros va determinando qué fuentes le parecen confiables y a ellas se afilia.

Hoy encontré en X con una nota muy dolorosa: Desde Sevilla, España, la foto de una niña hermosa, Sandra Peña, de 14 años, que se suicidó debido a un bullying escolar. El sitio recuerda un caso similar ocurrido poco tiempo atrás, otra chica de nombre Kira López, con enormes similitudes. En ambos casos los padres de familia pugnaron porque se hiciera pública la información de sus hijas, como una manera de denunciar el círculo maligno alrededor de los niños sometidos a acoso escolar, y que involucran a los pares acosadores, sus familias, maestros y autoridades, que poco o nada efectivo hacen para prevenir o detener esta agresión. El chico buleado se encuentra prácticamente solo, con tanta presión, que, a ratos, hasta llega a considerar la salida del suicidio. No lo mueve el deseo a morir, sino la urgencia de escapar de una situación a todas luces insostenible.

En México no cantamos mal las rancheras con relación a tales tipos de violencia. Se da en su variante física dentro de escuelas o centros laborales, contra ese compañero o compañera que, por alguna razón, se halla en desventaja con relación al resto. El grupo encuentra divertido y hasta justificado el ataque a otro ser humano, lo que llega a tener consecuencias fatales. Recordemos aquí el caso de “Papayita” en la Laguna tres semanas atrás, un hombre muy cándido, muerto por la ingestión de un tóxico colocado en su bebida.

Alrededor de la víctima el grupo se fortalece, para excluir cada vez más al buleado. Sin embargo, hoy quiero referirme a otro tipo de violencia, llamémosla política. Un buen ejemplo ha sido lo ocurrido por el desbordamiento de cauces que ha afectado a parte de la Huasteca potosina, hidalguense, queretana, veracruzana y poblana. Reacciones cargadas de violencia han impedido la entrada de contingentes con ayuda en especie, exigiendo que esta se entregue a las autoridades formales. Se minimiza el problema alegando que “se desbordó poquito el río Cazones”, o se ordena no enumerar en la mañanera los municipios afectados. Y la última, de la cual obra evidencia en un video que circula en redes sociales: La gobernadora de Veracruz Rocío Nahle emite una virtual carcajada cuando es cuestionada respecto a la cancelación del seguro contra desastres naturales en el estado. Ignora a la periodista que le hace la pregunta, y luego voltea de manera altanera a decirle que no fue por falta de dinero que se haya cancelado. La verdad es que se suprimió ese seguro catastrófico, lo que, aunado a la eliminación que se hizo en el sexenio anterior, del fideicomiso para casos de desastres naturales, denominado FONDEN, hoy las labores de desazolve y reconstrucción en las zonas afectadas se dificultan

Los habitantes del planeta tierra nos hallamos bullendo en un caldo tóxico que a ratos se vuelve más venenoso. Nos hemos ido acostumbrando a pensar mal, a ser desconfiados, a mantenernos a la defensiva. A mirar con suspicacia al que se aproxima a nosotros, tratando de imaginar qué intereses perversos le mueven a hacerlo. Buscando la oculta intención, como si de una guerra se tratase. En la vida pública estas actitudes y reacciones nuestras son más marcadas, lo que convierte la socialización en una actividad difícil y por momentos poco gratificante.

¡Cuánta falta nos hace regresar a la verdad como principio rector de nuestros dichos! Tener la valentía de expresar lo que sentimos o pensamos de manera abierta. El temple para reconocer que detrás de esas actitudes violentas que detentamos hay un germen nocivo que nos mueve a hacerlo. Como sociedad nos urge ser ciudadanos íntegros en nuestra diaria actuación, y así formar nuevos ciudadanos honorables y dignos para nuestra patria. Ser a tal grado honestos que consigamos ir saneando nuestro entorno inmediato de esas expresiones de violencia que tanto daño hacen.

Las verdades a medias son perjudiciales. No nos permiten conocer la realidad de las cosas para poder actuar en consecuencia. En el caso del acoso escolar, hacer como que nada sucede, o minimizar el sufrimiento de la víctima, es voltear la mirada al otro lado y no asumir responsabilidades. En el caso que ahora nos ocupa a los mexicanos, donde se pudo alertar a la población sobre el meteoro y no se hizo, y se subestima groseramente lo ocurrido de todas las formas posibles, es faltar a la verdad y revictimizar a los afectados.

Valores rectores, como la rectitud, la honestidad y el bien, se necesitan hoy más que nunca en nuestra sociedad. Hagamos lo que nos corresponde, desde nuestro pequeño espacio, para recuperarlos.

CARTÓN de LUY

 


Un poco de música clásica: Sinfonía nº 1’ de Franz Joseph Haydn

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

A pesar de mí

Durante años creí que ser fuerte era aguantar. Callar el dolor, tragarse las lágrimas, apretar los dientes hasta que la mandíbula doliera. Me convencí de que la fortaleza se medía en la cantidad de golpes que uno podía recibir sin que se le notara la herida.

Hoy sé que estaba equivocado.

La vida me enseñó, a punta de quiebres, que la verdadera fuerza no está en no romperse, sino en seguir aun cuando ya estás roto. Ser fuerte, descubrí, es permitirse llorar hasta que se nublen los ojos y, aun así, avanzar con la vista empañada. Es arrastrar los pedazos de uno mismo sin vergüenza, con la certeza de que no hay cicatriz inútil.

Aprendí también que pedir ayuda no me hace menos. Que decir “no puedo solo” es, en realidad, un acto de amor propio. Porque amarse no es mirarse al espejo y creerse perfecto; es aceptar que, incluso con grietas, uno sigue siendo digno de cuidado, de descanso, de ternura.

A veces me encuentro exhausto, preguntándome si tiene sentido seguir. Y en esos momentos recuerdo que la resiliencia no siempre se ve heroica. Muchas veces es un gesto mínimo: levantarse de la cama cuando pesa el cuerpo, dar un paso más aunque tiemble el alma, susurrarse un “todavía no me rindo” en voz baja.

Eso es lo que hoy entiendo como fortaleza: seguir a pesar del miedo, del cansancio, de las dudas. Seguir, incluso contra mí mismo...

El espacio entre la autoindulgencia y la autoestima: Kristin Neff

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Anoche soñé bonito. En mi sueño era yo una niña que como en aquellos mis tiempos de infancia, los juegos eran sencillos, eran cuando mucho necesarios un gis, una cuerda, mucha energía, interactuar con otros niños, tener la libertad de salir a la calle que se convertía en el área de juegos de todo el barrio, por cierto en ese entonces éramos tantos niños que estaba asegurado tener con quien divertirse.

Utilizábamos nuestro cuerpo, todos nuestros sentidos, emotividad. Había risas, enojos, asombro, tristeza, nos peleábamos y reconciliábamos al momento. Competíamos en un ambiente de amistad que nos unía durante horas hasta ver salir a las mamás con el usual grito de "ya métanse". A veces sin chistar, otras reclamando un poco de más tiempo, nos despedíamos para volvernos a reunir al día siguiente.

No éramos presas del aburrimiento, no deseábamos tener un juguete especial, vivíamos con lo esencial y considerábamos era más que suficiente, no teníamos un mundo virtual que a través de pantallas y algoritmos nos hiciera adictos a la banalidad, con una avalancha de algoritmos que nos conducen al consumismo, a la inconformidad con nuestra realidad, con nosotros mismos porque no cumplimos los estándares que personas totalmente ajenas a nosotros manipulan para hacernos ver como ideales, de acuerdo siempre a sus intereses meramente personales, de poder y monetario.

Esa realidad que era más lenta, que requería de mayores procesos para asimilarla, sin esa resolución inmediata de cualquier duda que se nos presente, esa realidad en que se requería mayor atención, donde no permanecíamos en ese estado de fascinación, de atracción irresistible, en el que se atrofia el desarrollo de las funciones cognitivas, donde nos atrapan y nos convierten en autómatas, sin darnos cuenta siquiera que nuestra voluntad ha sido "hackeada" hablando en términos de informática.

Mi sueño me llevó al pasado, me hizo reflexionar una vez más sobre la necesidad de recuperar lo que humanamente hemos ido perdiendo a causa del mal empleo de la tecnología. Nadie niega su invaluable utilidad, pero dejar en ese mundo virtual, que además está diseñado para manipularnos mental y emocionalmente, no nos lleva a evolucionar sino por el contrario, a una involución de nuestra esencia humana, a convertirnos en seres ansiosos, aislados, que pierden facultades para dirigir su atención, a socializar, a ser empáticos, con dificultades en reconocer y gestionar sus emociones, de decidir su vida sin que les propongan modelos a seguir que a veces por inalcanzables solo generan frustración.

Mi sueño, es parte un anhelo, de poder compartirle a los niños y jóvenes de ahora las bondades de lo que se vivió antes, de limitar su adicción a las pantallas, de tener propuestas de convivencia familiar y social con ellos, entre ellos, Mi sueño es que todos esos colectivos dañinos que existen en las redes dejen de atrapar a tantos seres inmaduros que debían encontrar consuelo, apoyo y amor en su entorno.

Desperté, y espero la noche para tejer un sueño entre lo que no tiene marcha atrás y es el presente con un poco de conciencia, de recobrar la personalización en nuestras relaciones, de vivir a la velocidad que la vida real marca, sin tanta prisa, permitiéndonos descubrirla y seguir dejando a nuestros niños y jóvenes educarse en el asombro, no perderlo nosotros mismos.

Regresar a casa, a lo esencial, rescatarnos como humanidad.

Vuelo con aves por la provincia francesa

 
Para verse y gozarse. Yo me emocioné hasta las lágrimas con este prodigio de la naturaleza y las hermosas vistas de la región francesa de Normandía.

domingo, 12 de octubre de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 MARIA CORINA Y LA ESPERANZA

Este viernes, como cada viernes de mi vida, en los últimos cincuenta años, cuando escribo la columna periodística del domingo, comenzó de una manera muy distinta a la habitual.  Lejos de dialogar conmigo misma sobre los contenidos a tratar en la colaboración, llegó como rayo una noticia que partió en dos mi habitual hábito creativo de este día: ¡María Corina Machado ha ganado el Premio Nobel de la Paz 2025! Me alegré como si ella fuera mi hermana, con un gozo indecible. Cometí varias locuras y transgredí algunas reglas de redes sociales para difundir la noticia, y no podía menos que dedicar a ella esta columna dominical.

La venezolana de 58 años de edad, ingeniera industrial de formación, se ha caracterizado por una trayectoria política muy destacada. Desde hace más de veinte años ha fundado y coordinado diversas asociaciones que pugnan por recuperar la democracia en un país que desde 1999, con la llegada de Hugo Chávez al poder ha transitado hacia una dictadura, que se ve plenamente consolidada con el actual mandamás Nicolás Maduro.

Las razones por las que el Comité del Nobel decidió otorgarle la prestigiada presea fueron tres: La primera es porque supo unir la oposición de su país, de modo que la llevó a ganar las elecciones del 2024, aunque, lógico, Maduro se negó a reconocer su triunfo en las urnas. Dicha oposición había estado profundamente dividida y ella logró consolidarla en una sola fuerza en torno a su persona. En segundo lugar, porque ella nunca cejó en su resistencia contra la militarización de Venezuela, aun a riesgo de su propia vida. En sus mismas palabras, según comunicado de CNN, era una elección entre votos o balas, lo que no la arredró en sus propósitos, tanto así la fuerza de su decisión. La tercera razón es porque ella ha sabido apoyar la transición hacia una democracia en un país donde el régimen no ha reparado en la vulneración de los derechos humanos de los votantes de oposición.

María Corina Machado Parisca representa cualidades dignas de exaltar: Ha creído firmemente en el cambio y ha apostado con inteligencia por lograrlo. Trabaja por la democracia para los suyos, desde diversas trincheras y de modo incansable. María Corina es profesional, esposa y madre, que se da el tiempo y consigue la energía para no desfallecer en su lucha por la democracia, dentro de un régimen que es –muy probablemente—el más inexpugnable de toda América Latina. Ella nos llama a todos, cada uno desde su pequeño entorno personal y social, a trabajar por sistemas de gobierno justos, equitativos, simétricos, en los que los gobernantes pongan muy por delante del discurso el sobrio ejemplo para convencer.

Como mujer me siento muy, pero muy feliz de este otorgamiento. María Corina es ejemplo para todas quienes vivimos convencidas de que la paz y la justicia son piedras angulares en cualquier sistema de gobierno exitoso, cuyos logros se miden en términos de satisfacción profunda y duradera de los votantes y sus familias. Satisfacción que deriva de logros como la elevación de la calidad de vida general, con cobertura de las necesidades fundamentales de alimentación, salud, educación, oportunidades de trabajo, desarrollo de identidad y de realización personal.

Vivimos en un mundo cada vez más violento. No hay que ir lejos para corroborarlo. Simplemente abrimos cualquier página de cualquier diario y vemos la cantidad de titulares grandes y pequeños que hablan de conflictos, de arrebatos, de violación a los derechos de otros. Un mundo habitado por todos nosotros, que cada vez nos sentimos más amenazados, y por tanto agredimos. Que caminamos exigiendo el respeto de nuestros derechos, hasta el último de ellos, pero no nos detenemos a considerar que cada derecho lleva implícita una responsabilidad que, en apego a la justicia, nos tocaría cumplir con el mismo celo con que exigimos que se nos respete. Es un mundo que a ratos nos desanima y descorazona, y llegamos a pensar que no tiene remedio, que así son las cosas y que hay que aceptarlas y resignarnos… Pero entonces llega alguien como María Corina a decirnos que nada, que nunca, que de ninguna manera podemos darnos por derrotados, sin haber dado hasta lo último de nuestro ser por esos elevados ideales de transformación y paz para todos.

Con María Corina y su reconocimiento universal toma nuevos bríos la esperanza de todos, en particular los latinoamericanos que vivimos con la sombra del caudillo amenazando la prometedora claridad de nuestros niños. La felicito, me felicito y me animo a seguir adelante, ahora con más entusiasmo, en esos propósitos de hacer de nuestros países latinoamericanos, tierras de hombres y mujeres de bien, dispuestos a labrar entre todos nosotros, cada uno desde su pequeño espacio de influencia, una paz duradera.

CARTÓN de LUY

 


REFLEXIÓN DE JCDOVALA

Soy un viajero de lo invisible, un lector del viento y de las nubes que cruzan el cielo como versos escritos en secreto. Mi nombre es JC Dovala, pero en realidad soy más bien un eco, un puente entre lo que se siente y lo que apenas se alcanza a nombrar.

La vida es un instante

La vida no se mide en años, sino en momentos. En las miradas que nos encienden, en las manos que nos sostienen, en las palabras que dejan huella.

Cada amanecer es un regalo, cada encuentro una oportunidad, cada respiración un milagro. No esperemos al mañana para agradecer lo que hoy nos hace ser.

Honremos el tiempo, abracemos la sencillez, compartamos la bondad.

Porque al final, lo único eterno es el amor que supimos dar. 

CARTAS A MÍ MISMO por Carlos Sosa

La conciencia de morir

La certeza de la muerte no es una visita temprana: llega después de los cincuenta, o cuando la vida te arrincona con un golpe seco, un accidente, un infarto, un filo rozando tu piel. Entonces se enciende un interruptor brutal y definitivo: ya no ves la vida igual, la respirás distinto, la masticás con otra hambre.

De pronto el amanecer no es un paisaje: es un milagro. La puesta de sol no es rutina: es un adiós dorado que se cuela en la piel. Un café con un amigo deja de ser bebida y se convierte en sacramento. El abrazo de la mujer que amas es más que carne y brazos: es un salvavidas contra la nada.

Todo adquiere un peso feroz, un valor que no se mide en billetes ni relojes. Es un llamado urgente, casi desesperado, a vivir como si el reloj estuviera a punto de detenerse. Porque lo está. Y ahí entendés que plenitud no es tener más, sino morder cada instante como si fuera el último pedazo de pan en este mundo hambriento.

Entonces descubrís que ese interruptor no solo enciende la conciencia de morir, sino también la posibilidad de renacer. Y en ese renacer nos damos, por fin, la oportunidad de vivir de verdad: disfrutando lo que el dinero jamás podrá comprar —la risa compartida, la calma de un atardecer, el pulso secreto de un abrazo que nos recuerda que seguimos aquí...

La sonrisa como elemento transformador del mundo por Jaume Sanllorente

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Siempre anhelé ser la madre que mis hijos necesitaban, aun cuando siéndolo no fuera la madre que ellos desearan. No importaban los reclamos que me hicieran, las muecas de desagrado, los portazos, los días de silencios interminables que mi actitud provocara. No iba por el premio a la madre ideal que ellos pretendían, no iba por su aplauso ni su reconocimiento. Hacer lo correcto, o lo que pretendemos es lo correcto como padres, no se premia con ovaciones, con trofeos, ni tampoco lleva este fin. 

Educar a un hijo implica sentirse injusto, nefasto, insoportable a veces ante nuestros adorados jóvenes y niños, sin tomarlo con carácter personal, entender que son seres humanos en tránsito con un criterio distinto, con una forma de ver el mundo no errónea pero sí muy diferente. No esperemos que nos entiendan del todo, no tengamos lástima ni de ellos ni de nosotros mismos por marcar los límites, por señalar lo que pensamos es justo. 

Quien se aventura a ser padre, bien claro debe tener que ha elegido uno de los deportes extremos que implican más destrezas y valores que desarrollar en sí mismo y en sus hijos. Tolerar los reclamos de nuestros hijos va implícito en una buena educación y bien habrá valido la pena, cuando veamos que a pesar de ellos hemos logrado hacerlos seres felices, independientes, responsables, en la medida de nuestras posibilidades, buenos hijos. 

¡Que no nos reclame la vida ni nuestra propia conciencia, demos a nuestros hijos la mejor forma de ser libres con la gran responsabilidad que ello implica!

BUMBLE-BOOGIE para dos pianos

domingo, 5 de octubre de 2025

7 CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 REFLEXIÓN CAMINERA

Estoy viviendo una etapa muy singular de mi existencia, forjada por el paso del tiempo y el hecho de seguir aquí, con vida y una salud tal, que me permite cumplir sin dificultad mis propósitos cada día.

Volteo hacia atrás y descubro que han sido muchos los compañeros de camino que han partido. Unos por razón de su edad, otros por enfermedades o accidentes lamentables. Ya no están a mi lado como antes, pero conservo de ellos la esencia, esa que permanece aun cuando alguien no está presente.

Miro a los lados y alcanzo a observar cómo, a estas alturas del partido, todos somos compañeros de viaje con un equipaje similar. Venimos cargando conflictos no resueltos, achaques del cuerpo y quimeras del alma que a ratos amenazan con entorpecer la marcha. Es entonces cuando entiendo que la mejor manera de seguir adelante es hacerlo abrazados unos a otros, hasta construir una fortaleza común, aprendiendo juntos a enfrentar nuestras limitaciones con un poco de sentido de humor y algo más.

Hoy entiendo que lamentar los tiempos que no supe aprovechar no lleva a nada. Decido entonces capitalizar el presente para hacer de este un tiempo único que me rinda dividendos de aprendizaje y dicha.

Nadie nos dijo que la vida fuera solamente miel sobre hojuelas. Aun así, con sus altas y sus bajas, es una oportunidad que se nos da para probarnos de qué estamos hechos. Probarlo, no frente a otros ni por hacer historia. Frente a nosotros mismos nada más.

¡Tenemos tantos maestros por el mundo! Ese niño pequeño cuya risa nos invita a creer que la vida no tiene por qué ser tan seria. Nos enseña el arte de vivir, haciendo de las cosas más sencillas una fiesta para el espíritu. Creando música a partir del viento, de una caída de agua o el trino de las aves.

Hoy, cuando llevo andado más de medio camino, pido al cielo que me enseñe cada día a ser más simple, contenta, alegre y compartida, como son los niños pequeños antes de aprender lecciones que más delante los limitan.

Deseo desarrollar más y más mi capacidad de asombro frente a los portentosos milagros de la vida, aprender cómo mirarla, de forma que todo se convierta en motivo de gozo, y mi día a día se llene de sorpresas.

Que consiga disfrutar a fondo lo que llevo en mi lonchera de viaje, sin distraerme tratando de averiguar qué hay en las de mis compañeros de camino. A cada cual le ha sido dado el alimento que mejor lo nutre y satisface, solo que a veces tardamos media vida en entenderlo.

Que viva yo el gozo de alegrarme con lo que tengo, de modo de sacar el máximo partido de cada cosa y ser tan feliz como nunca podría haber sido. Pues el par de anteojos que elegimos ponernos define el color del panorama.

Quiero decirle a la vida gracias, gracias por las cimas que me han permitido apreciar valles, lagos y exuberantes bosques. Pero también gracias, muchas gracias por las hondonadas y los pantanos. En cruzarlos y salir de ellos he aprendido a conocerme, a medir lo que tengo para salir adelante y a disfrutar el gozo de lograrlo.

He tenido justo lo necesario para andar mi propio camino, nada me ha faltado. Sí, es verdad, mucho he desaprovechado; en ello he aprendido lecciones muy redituables, que han dejado en mí valiosas enseñanzas. Nada ha sido injusto, puesto que cada hecho y toda situación fueron grandes experiencias para el espíritu.

Vida: Gracias por lo que soy, por lo que he aprendido, por lo que aspiro aún a lograr. Ese propósito me pone en pie cada mañana con todo el entusiasmo, para seguir adelante por este día. Y así mañana y pasado mañana, mientras corra la sangre por mis venas.

Gracias por regalarme la palabra escrita con la que aspiro a tocar la vida del desesperanzado, del que no halla una razón suficiente como para saltar de la cama cuando comienza el día. Esta herramienta maravillosa que me permite crear lazos y puentes, para acrecentar la cadena de locos que animamos al mundo a bregar en contra de la tristeza y del sentido común.

Sé que estoy donde debía de estar en este momento. Doy gracias a la vida por ello y me propongo no defraudarla, ni de pensamiento ni de palabra ni de obra. Con cada amanecer que despliega sus tonos de luz en las fauces de la noche, hasta anularla, y nos lleva a creer. Con cada ocaso que invita a la serena contemplación de Dios en toda su grandeza. Con ese plenilunio otoñal que nos deja sin aliento. Con cada latido del corazón, redoble de tambor con el que la vida invita a marchar, siempre a marchar.

Gracias por permitirme entender el mundo desde el silencio interior. A comprender que soy muy afortunada por el aquí y el ahora que me construye cada día. Y por la paz que acompaña mi oración en los momentos cuando cierro los ojos con plena confianza y digo “va”.