domingo, 20 de abril de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 REALIDAD E INTERPRETACIÓN

Marc Augé, antropólogo social francés, en su libro intitulado “Por qué vivimos” considera que todos los elementos culturales que nos rodean son ofrecidos como productos de consumo que tomamos o dejamos al arbitrio.  Habla de “sobremodernidad” y denomina “cosmotecnología” a ese imaginario colectivo que deriva de la tecnología de la información y comunicación, y que determina pautas de conducta generalizadas.  La idea de identidad regional se rompe frente a esos patrones de comportamiento capaces de cruzar barreras geográficas y unificarnos.  Uno de tales patrones tiene que ver con el logro de la felicidad.   Los estímulos para conseguirla tienden ahora a conjuntarse y rondan en torno al materialismo, que determina un tener para ser.

Un círculo que se genera por esta vía es el de la hiperinformación-aislamiento-caos.  Esto es, el individuo cada vez se conecta menos con sus semejantes en el plano real y se sumerge durante gran parte de su tiempo en el mundo virtual.   Todos lo hemos visto: en cualquier sitio público que frecuentemos, una buena parte de las personas sostienen su aparato celular en la mano y no es infrecuente que muchos de ellos estén continuamente deslizando el dedo sobre su pantalla para revisar contenidos que ofrece la red.

La Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales (ENCCA) 2024, señala un consumo diario de Internet por mexicano de 2.3 a 3 horas, y de acuerdo con la encuesta BANGO, el gasto mensual por uso de Internet por mexicano, es de $750 mensuales, que corresponde a la décima parte del salario mínimo de un mexicano.

La tecnología ha creado nuevas necesidades de consumo que acogemos con singular entusiasmo, sin reparar en ese gasto de tiempo-aire.  Hablamos por cuestiones nimias o nos ocupamos en hacer un “zapeo” continuo en el celular, como anteriormente hacíamos con la televisión. A diferencia de esta última, que suele hallarse fija en el domicilio, los aparatos portátiles permiten al usuario utilizarlos en cualquier lugar.

Los habitantes del presente milenio nos sentimos privilegiados por tener un acceso tan libre a contenidos de la red, como si esa descarga infinita de información nos resultara de utilidad, cuando, la verdad sea dicha, ese aluvión de noticias que no tenemos tiempo de discriminar y digerir, lo que termina haciendo es generar picos de cortisol que se traducen en cuadros de ansiedad y males orgánicos como la hipertensión arterial.   Nuestro cerebro primitivo entra en modo “alerta” seguro de que esas amenazas que saltan de la pantalla van a acabar con nosotros.  No nos extrañe, pues, que por las noches no podamos conciliar el sueño.

Volviendo a Marc Augé, hay que revisar en qué medida ese alud informático favorece, o, todo lo contrario, bloquea, nuestra sensación de felicidad.   En lugar de hacer una introspección para conocernos y disfrutarnos a nosotros mismos, vivimos continuamente enfrentados a contenidos irreales, tantas veces editados, que hablan de personas perfectas, familias ideales y viajes de ensoñación, frente a nuestra cotidianidad que, en contraste con esas fantasías tecnológicas, resulta más bien insípida y sin esplendor. O nos saturamos de noticias catastróficas como las que indican que se va a acabar el mundo dentro de diez minutos…

Gonzalo Martín Vivaldi, periodista y catedrático español interesado en redes sociales, habla de romper con ese círculo de hiperinformación que tanto daño hace, para centrarnos, no tanto en alimentar la mente sino en nutrir el corazón. Llama a evitar colocarnos a merced de las cosas, para hacerlo más bien por encima de ellas.  Diría yo que es necesario volvernos selectivos en aquello que permitimos penetrar a la conciencia a través de nuestros sentidos, con el propósito de crecer en nuestra humanidad de unos hacia otros.  Porque, si algo necesita nuestro mundo en estos momentos, son personas más humanitarias.   Los eruditos del caos salen sobrando.

Un concepto adicional a lo antes dicho es que el impacto emocional que tienen los eventos que suceden o que se narran, tiene más que ver con la interpretación que les damos que con lo que realmente son.  Dado lo anterior, entre más preparados estemos para elaborar una interpretación  apegada a la realidad, tanto menor será el impacto.   Para esta preparación necesitamos profundizar en nosotros mismos y aprender a utilizar las mejores herramientas de conocimiento, para medir y mejorar nuestras formas de responder frente a lo que se nos presenta como una realidad.

Lo que es, cómo se presenta y cómo lo interpretamos. En un mundo de alta tecnología como el nuestro, se traduce en distintos estados de ánimo, desde la serenidad hasta los picos de estrés.  Mucho depende del sentido que le demos a lo que revisamos en la red.


CARTÓN de LUY

 


REVISIÓN DE LA OBRA DE MARIO VARGAS LLOSA

 
Con motivo de su lamentable fallecimiento, hallé este video con recomendaciones de las principales obras de Vargas Llosa. Publicado hace un año. Vale la pena revisarlo.

REFLEXIÓN SOBRE LA AMISTAD

¿QUÉ ES LA AMISTAD?
Preguntó la vida:
- Es no hablar mal de esa persona aunque no esté, dijo la lealtad.
- Es permanecer con ella en las buenas y en las malas, dijo el apego.
- Es hablar claro y sin mentiras, dijo la sinceridad.
- Es reír con esa persona y llorar con ella cuando se necesita, dijo el sentimiento.
- Es saber que está contigo hasta con los ojos cerrados, dijo la confianza.
- Es extrañarle cuando sale de viaje y alegrarte de volverla a ver, mencionó la memoria.
- Es desear que siempre esté bien, dijo el deseo.
- Es darle la mano cuando la necesita, dijo el apoyo.
- Es respirar profundo cuando se equivoca, dijo la paciencia.
- Es no conocerme, dijo la traición.
- Es saber perdonar cuando es necesario, dijo el perdón.
- Es la que está contigo en vida, te acompaña en tu enfermedad, y llora en tu agonía, dijo la muerte.
- Es querernos, contestó el amor.
¡Eso y más, mucho más... es la Amistad!
“Mi mejor amigo es el que saca lo mejor de mí mismo.”
“Los amigos son la familia que eliges.”
“La amistad sólo puede tener lugar a través del desarrollo del respeto mutuo y dentro de un espíritu de sinceridad.”
La verdadera amistad llega cuando el silencio entre dos personas es cómodo...
El verdadero amigo ama en todo momento y es un hermano en tiempos de angustia.

Tomado de la red

Las cinco pautas para evitar el insomnio, por el neurofisiólogo Javier Albares

 
Les sugiero ver el video completo de su conferencia en YouTube, dentro de las charlas de "Aprendemos juntos 2030" de BBVA.

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


En los últimos tiempos con frecuencia se habla del "empoderamiento de la mujer". La lucha por lograr la equidad, la conquista de derechos y el perder la invisibilidad que por muchos tiempos tuvieron las cualidades femeninas, para reconocernos con la capacidad para desarrollarnos en cualquier ámbito profesional, ha sido ardua, prolongada, tenaz y por fin en la actualidad podemos ver los frutos de ella.

Ser testigo de ello me enorgullece, sentirme parte de esta era en que el ser mujer reviste mucho más importancia que ser el respaldo de un gran hombre, sino poder ascender a la altura de él, y tener la misma perspectiva del mundo, pudiendo incidir con decisiones y acciones sobre nuestra vida y la sociedad.

Impactan los logros de esta lucha feminista. Hablar de empoderamiento femenino me parece justo, porque se requería lograrlo, pero al mismo tiempo me causa temor que se tergiverse el sentido que tienes esta frase, y se entienda por ello que al hablar de tiempo de mujeres, cometamos el error del que fuimos víctimas y pretendamos asumirnos superiores al hombre, utilizando el fruto de este logro en venganza.

No se trata de convertirnos en el género que tiene supremacía, de hacer mal uso del poder. No permitir nunca más humillaciones, menosprecio, mal trato, no caer en actitudes de prepotencia y de revanchismo en donde las conquistas de derechos nos dignifiquen y no nos conviertan en un género que va más allá de la búsqueda de equidad, que pretende revertir los roles y estigmatizar al hombre como el "macho" incomprensivo al que hay que mantener a raya para que no se sobrepase nunca más en su dominio sobre la mujer.

Creo que debemos asumirnos con la sensibilidad, conciencia, como seres sentipensantes que conectamos corazón con cerebro para encontrar nuestro justo lugar al lado del hombre, para lograr armonía, siendo competentes y no competitivos, para que unidas nuestras causas tengan ese efecto sinérgico que permita una sociedad donde la justicia y el amor sean un factor común entre hombres y mujeres. Que hagamos de este mundo, un mundo donde la tolerancia, la inclusión y el respeto sean la mejor herencia que podamos dejar a las nuevas generaciones.

LAS LECCIONES DEL CAMALEÓN

domingo, 13 de abril de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 TRES FECHAS: UNA SOLA PASIÓN

Hay momentos en que el tiempo se detiene de repente para dar lugar a la eternidad: 

F. Dostoievski

En la vida de todos nosotros hay fechas especiales, que marcan nuestro calendario. En mi caso, justo en estos días, se cumplen, no una sino tres fechas muy significativas, de las cuales hoy me permitiré hablar.  Muy distinto a mi habitual estilo periodístico, en esta ocasión deseo compartir algo de mi vida personal, para aquel lector que generosamente guste acompañarme.

Estoy a escasas horas de entrar al séptimo piso, como se llama eufemísticamente a cumplir setenta años.  Me siento muy afortunada, en particular luego de que en dos ocasiones he tenido condiciones médicas que me pusieron a un paso de la muerte.  Agradezco profundamente a mis padres el regalo de la vida y a Dios el privilegio de seguir aquí haciendo aquello que más me gusta hacer, con total libertad.  Gracias a todo el personal médico y de enfermería que estuvo conmigo en esas horas terribles; sepan que cada día los recuerdo con cariño y gratitud. Si no ha sido por su entrega amorosa y su dedicación, no estaría hoy aquí.

Otra fecha que se cumple junto con mi cumpleaños es el decimoquinto aniversario de mi blog, ese espacio personal que inició hace tres lustros como una necesidad de compartir algo más que mis colaboraciones periodísticas.  Domingo a domingo, salvo en una única ocasión, ha salido la actualización de mi blog, que preparo con entusiasmo y alegría en el curso de la semana.  En más de una oportunidad he expresado que es como un hijo al que me alegra dedicar tiempo y empeño.  No podría determinar cuántas horas de la semana se me van en su preparación, pues como dice Confucio, cuando elegimos un trabajo que nos gusta, no tendremos que trabajar ni un día en la vida.

La tercera fecha que se cumple justo en estas semanas es la de mi primera colaboración periodística.  Fue un 23 de abril de 1975 cuando, lo que habían sido pequeñas aproximaciones en diarios escolares, escaló a un periódico regional.  Recuerdo que me hallaba convencidísima de publicar mi opinión respecto a un asunto ocurrido en las aulas universitarias a raíz de una falta colectiva. Tenía la profunda necesidad de exponerlo al mundo. Tomé mi máquina Olivetti y escribí al menos unas tres veces lo que quería decir. Terminó ocupando una cuartilla y en ese momento descubrí un problema que sería reiterativo durante muchos años: Había que ponerle nombre al niño.  Como si fuera hoy, viene a la memoria una escena donde estamos mi madre y yo, buscando un título a la colaboración. En su deseo de apoyar ella propuso: “Contigo pan y cebolla”, aludiendo a la comedia en cuatro actos del dramaturgo mexicano Manuel Eduardo de Gorostiza. Finalmente intitulé la colaboración como “Naná”, atendiendo al título de la película basada en la novela homónima del francés Zola, que forma parte de la colección de novelas de época reunidas bajo el título de “Los Rougon-Macquart”. La proyección de esa película en una sala de cine de arte en función matutina dio lugar a la falta colectiva de mi grupo que detonó la idea de publicar un texto de protesta. 

Han pasado ya cincuenta años de esa primera colaboración.  Publicar en diversos medios impresos y digitales de manera periódica, representa para mí una tarea sagrada que cumplo con el corazón puesto en ello.  Con los años y la práctica, lo que inicialmente representaba un largo proceso de preparación, ahora me toma mucho menos tiempo.   Conozco mi voz y los temas que me apasionan, y procuro escribir de manera clara y directa, como dicen mis maestros de taller, para ese narratario ideal que soñamos que nos va a leer.

A los setenta queda claro que estamos mucho más allá de la mitad de la vida.  Es difícil saber con precisión cuánto tiempo pueda quedarnos.  Una cosa es cierta, en mi caso deseo vivir ese tiempo con la misma pasión con que he hecho durante estas décadas, propuesta a obtener el máximo provecho del único elemento inaprensible que existe: el tiempo.   Continuar proponiéndome objetivos y esforzándome por cumplirlos.  Que la muerte no me sorprenda derrotada a la vera del camino, sino trabajando por llegar a puerto como navegante entusiasta.

Muchas gracias a quienes hoy han acompañado estas líneas y a quienes han seguido mis letras durante cincuenta años.  Los llevo en el alma, como destinatarios de todos mis empeños. Gracias también a los críticos que, en más de una ocasión han descalificado mis escritos.  Sus señalamientos me han servido para revisar lo propio y para dar una oteada al mundo lector, buscando descifrar sus motivos. Gracias a unos y otros por estar ahí.  Gracias a la palabra escrita que me ha abierto un amplio abanico de expresión. Gracias a mis hijos: mi mayor inspiración. Gracias a la vida.


CARTÓN de LUY

 


Himno Imperial austríaco y canción "Somos los cazadores".

POESÍA de Héctor Olveda




Ayer y hoy

Ayer los santos cubiertos
Muestran hoy atuendo y faz
Ayer creyeron los ciertos
Y hasta hoy Santo Tomas.
Ayer cambiaron los cirios
Escurridos de llorar
Hoy la tierra empuja lirios
Como una herida el sangrar
Ayer lo negro fue rojo
De repente en el altar
Cardos, gladiolas y abrojos
De una pasión cardenal.
Que anuncia sobre los templos
Tan esperada señal
Jesucristo no esta muerto
Ni lo estuvo, ni estará.
Hoy al campo los chiquillos
Van y dejan su alharaca
Los ecos de la matraca
Que ayer sonó el monaguillo
Entre fugas y tañidos
De campanas con euforia
Entre el sabado de Gloria
Y de Pascuas el domingo.
Ayer la tarde plomiza
Se fue aclarando al compás
De las primeras albricias
Y el momento de la paz.
Con la que el alma presiente
En su ejemplo la verdad
Cuando ayer, hoy y por siempre
Se volvió divinidad.

¿Por Qué Leer Puede Ser la Solución a Tus Problemas de Memoria? Dra Mar...

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


La autoestima es fundamental para permitirnos ser felices, reconocernos y apreciar lo que percibimos de nosotros mismos. Esto es algo satisfactorio, para darnos equilibrio emocional. Difícil es hacerlo en la justa medida, en donde reconozcamos nuestras virtudes y defectos, sin que sobreestimemos los primeros, ni los segundos nos lleven a la auto devaluación. 

Debemos aprender a querernos tal y como somos, pero no caer en el amor desmedido que impide reconocernos de forma realista y nos lleva a sentirnos seres superiores, prepotentes, a los que se les dificultan las relaciones humanas, porque no hay quien alcance su nivel,. Personas a las cuales nada se les pueda decir que no sepan, ni corregir fallas, porque simple y sencillamente no las tienen. Siempre verán en los demás los errores y sentirán que tienen la solución a los problemas ajenos, pero no admitirán consejo, porque definitivamente consideran que no los necesitan. 

La línea es muy delgada en esto de apreciarnos y sobreestimarnos, perder el juicio y crítica sobre nosotros mismos es tan fácil, como fácil es criticar y enjuiciar a los demás. La soberbia llega a ser un sentimiento que nos impide recibir y dar afecto, nos coloca en un lugar que solo nosotros nos hemos asignado, y ver desde ahí a los demás hace que nunca sintamos realmente a nadie a nuestra altura.

Ensoberbecernos suena tan difícil, como difícil es entender a una persona cuya vanidad le llega a hacer perder de vista, la naturaleza vulnerable y frágil del ser humano, cuya mayor fortaleza espiritual es la humildad

Los desaciertos del amor

domingo, 6 de abril de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 PANTALLA Y PRINCIPIOS DE VIDA

Hay sucesos que llaman a la profunda reflexión.  Mucho se ha venido hablando de la serie corta “Adolescencia” de Netflix, que narra el asesinato de una niña en manos de otro niño, en cuya trama hay implicaciones sexuales. El propio homicida niega los hechos y cuando finalmente lo confrontan, no termina de dar una razón por la que cometió el crimen.  Lo más grave es que la serie está basada en un caso real, y, por desgracia, no es único en estos tiempos.  Ello nos obliga a todos a hacer una pausa, de modo de reflexionar que todos nosotros, como sociedad, somos en alguna medida responsables de que esto esté ocurriendo.

Existen países en los que un adulto puede y de hecho debe reprender a un menor que detenta una conducta indebida en lugares públicos.  Lo narra con precisión Yokoi Kenji, hijo de padre japonés nacido en Colombia, y profundo conocedor de la cultura nipona.  Un adulto corrige a un niño en la calle simplemente porque es adulto, y el niño está obligado a atenderlo.  Lamentablemente no todo adulto puede ser totalmente confiable, como para indicar a los hijos a obedecerlo.

En su momento la televisión fue la gran deformadora.  Cada hogar comenzó a tener al menos un aparato televisivo y la conducta de los miembros de la familia fue, poco a poco, siendo moldeada por los contenidos que se vertían en pantalla.  Series y películas comenzaron a mostrar modelos de comportamiento que en un inicio nos resultaron poco convencionales, pero que a la vuelta del tiempo fueron normalizándose|, sobre todo en la mente de las nuevas generaciones, con mayor flexibilidad en su forma de pensar.

Alrededor del año 2000 surgen los teléfonos celulares con cámara, lo que marca un antes y un después en la comunicación digital.   Los recursos tecnológicos van modificando las formas de actuar y de pensar de los usuarios, máxime cuando cada joven o niño tiene su propio aparato al cual puede acceder desde cualquier sitio dentro o fuera del hogar.  Surgen fenómenos como la costumbre de autoexpresión editada, esto es, de mi perfil original hago modificaciones que me vuelvan más popular.  Nos recuerda el concepto de “sociedad líquida” de Zygmunt Bauman. Hoy en día no es de extrañar algo que en el siglo pasado habría resultado increíble: Una persona en solitario desde un lugar público, tomándose diez o veinte selfis en distintas posiciones; tal es su necesidad de agradar a otros en la red.

Derivado de lo anterior, de editar lo propio para resultar más interesantes y atractivos, surge el concepto denominado “Fear of missing out” (FOMO) o “miedo a perderse algo”, término utilizado desde el 2015 para señalar un fenómeno relacionado con redes sociales: Es una sensación de ansiedad al visitar el Facebook o el Instagram de otros y concluir que la vida de todos los que ahí aparecen es mejor que la propia.  

Los fenómenos surgidos a raíz de la continua utilización de pantallas electrónicas se van encadenando progresivamente. Por desgracia hay contenidos en los que pareciera que se celebra más la sagacidad que la honestidad, como dando a entender que la primera es signo de inteligencia y la segunda de estupidez. Las comunidades virtuales satisfacen nuestro sentido de pertenencia.  Sentimos que somos parte de un grupo de personas con intereses similares hacia las que debemos lealtad, aunque en muchas ocasiones la realidad no se corresponda con esos escenarios virtuales, y bien podemos resultar decepcionados, o hasta dañados de diversos modos, por quienes encabezan tales grupos.

Finalmente llegamos al caso con el que comenzamos: Jovencitos que llevan a cabo hechos delictivos sin acaso percatarse de la trascendencia de estos.   La normalización de la violencia a través de redes sociales lleva a un embotamiento mental que no permite discriminar claramente el bien del mal.  Se percibe una ausencia de la moral recibida en casa, ante la urgencia de identificarse con personajes o conductas que les resultan tan atractivos.  Tal vez muchos chicos, tras de cometer el crimen, no alcanzan a dimensionar la magnitud de los hechos.

Hemos constituido sociedades de comportamiento blando, cuyas prioridades se centran en la comodidad de los menores y nada más.  Que un adulto reprenda a un chico es visto como una violación a los derechos del menor, en lugar de visualizarlo como un acto correctivo para su bien.  Tristemente, a veces esta actitud de los adultos comienza en el propio hogar como padres, temerosos de contrariar a los hijos con regaños.   Estamos actuando para el corto plazo, desatendiendo el hecho de que un hijo se educa con la mira puesta en el largo plazo, apostando a que se convierta en un ciudadano de bien.

En algún momento la fragua o el cincel son necesarios para perfeccionar una obra.  No lo olvidemos.


CARTÓN de LUY


 

ETERNAL ECLIPSE presenta: El destino de los caídos.

REFLEXIÓN PARA LA VIDA DIARIA


 

Actitud positiva, con Víctor Küppers

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


¡Me sorprenden las nuevas generaciones! Manejo extraordinario de la tecnología a edades cada vez mas tempranas. como si se hubiera desarrollado junto con ella un nuevo dispositivo cerebral que permite hacer uso de ella sin mayor estudio, instintivamente quizá, cosa que para nosotros los bastante adultos resulta complicadísimo y a veces imposible, teniendo que recurrir vergonzosamente a preguntarle a un niño o a un joven como acceder a tal o cual programa, a veces teniendo que soportar una cara con exclamación de desconcierto ante nuestra ineptitud. 

Se supone que los adultos debíamos tener todas las respuestas y ahora nos rebasa la tecnología y quedamos tan obsoletos que damos la impresión de ser ¡taaaan ignorantes! Acepto humildemente mi ineptitud. Todos los días a mi consultorio llegan niños con IPADs, no cualquier Tablet, IPAD. Apenas logro captar su atención unos minutos para poderlos examinar y vuelven a ella. Se asoman al mundo virtual y quedan atrapados en él, no los juzgo, yo a mi edad me enredo en esto, en lo poco que logro adentrarme, tiene demasiada atracción, pero tengo la ventaja de haber vivido ya anteriormente, de haber sabido lo que era leer una respuesta en un libro y tardar en encontrarla después de investigar en varios de ellos, de tener paciencia para saber de alguien mediante una carta y saborear la espera y más la llegada de la misma. Desarrollé cualidades que me hicieron resolver los problemas de la vida cotidiana, pensamiento crítico, sentido común, intuición. Aprendí a leer en las miradas, en las inflexiones de la voz, en el lenguaje corporal de las personas lo que sentían. Supe de improvisar juegos y de la maravillosa sensación de compartirlos con más de un amigo, al aire libre, utilizando mas que solo el movimiento de mis dedos, utilizando además de mi cuerpo, mis emociones. No hubo Google, ni "copy paste" que me permitiera realizar tareas en automático, mi creatividad mucha o poca tuvo que desarrollarse. 

Innegables las bondades de la tecnología, las reconozco y disfruto, pero no dejo de reconocer también que anula cualidades humanas que habrán de reflejarse en las próximas generaciones, básicas, fundamentales para el verdadero desarrollo del ser HUMANO. En esta interfase me tocó vivir, seguramente no llegaré a comprobar si este era el camino correcto a seguir, si este era el mejor camino, si los errores se borrarán tan solo con la tecla SUPRIMIR.

Cortometraje animado: Cenote

domingo, 30 de marzo de 2025

7 CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 EL VALOR DE LA PALABRA

Michel de Montaigne, filósofo y escritor francés del siglo dieciséis, sentenció que la palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha. Algo muy cierto.

Cuando volteamos a ver el mundo, nos encontramos personas apasionadas por el futbol; por la naturaleza; el danzón, la gastronomía o la fotografía.  En mi caso personal, soy una apasionada de la palabra escrita en todas sus formas, desde libros, cartas, anuncios publicitarios o mensajes de texto.  Me sorprende ver la forma como un error al escribir o una omisión al leer, modifican el sentido final del escrito.  Esto es válido para la obra de Nietzsche o para un sencillo mensaje en un chat.

La tecnología nos ha vuelto lectores a ojo de pájaro.  Vamos planeando por las publicaciones electrónicas y pepenamos alguna que otra palabra que, consideramos, tiene significado para interpretar lo escrito, muchas de las veces omitiendo términos clave que en realidad hacen la diferencia, como son las preposiciones o los adverbios.  No es lo mismo leer a saltos que hacerlo de manera íntegra, hasta hallar un sentido a cada una de las oraciones sobre las que pasamos la vista.

Esta forma fraccionada de leer nos conduce a muchos errores, además de que resta enormemente el valor a lo expresado.  En una lectura rápida y a brincos no es posible hallar el disfrute profundo, y posiblemente ello explique en buena parte la pérdida de afición lectora.  Al no encontrar un goce en la exploración de las palabras, es lógico suponer que un texto no represente algo deseado.

Lo que los especialistas han llamado “hiperinformación” se halla en el fondo del problema.  Es tal la cantidad de contenidos a los que podemos tener acceso en un momento dado, que simplemente los revisamos a vuelo de pájaro, sin entrar en detalle.  A ratos nos sentimos rebasados por la abundancia de temas y las opiniones derivadas de cada uno de ellos.  Tanto, que quizás nos bloqueamos por mera salud mental.   Cuando lo más sano sería navegar, elegir qué vamos a leer, hacerlo con toda la atención puesta en ello y finalmente concluir si esa lectura fue verosímil y si nos aporta algo a nuestra vida personal.  De otra manera llegará un punto en que nos angustiemos bajo noticias catastrofistas y huecas. 

Nuestro tercer milenio se caracteriza, en gran medida, porque todos llevamos prisa siempre.  Nos proponemos mantenernos continuamente ocupados, sin tiempo para un respiro, y como si nos vinieran correteando, procuramos llevar a cabo nuestras tareas en el menor tiempo, tantas veces sacrificando la calidad de lo que hacemos.  Justo eso mismo sucede cuando nos enfrentamos a la palabra escrita, leemos con descuido y escribimos de manera arrebatada, sin detenernos a pensar las consecuencias que una y otra acción llegan a generar en nuestro diario actuar.

Cuando tenemos oportunidad de revisar algunos libros de texto de hace cincuenta o cien años, descubrimos unas ediciones bellas, ilustradas con viñetas, en las cuales las ideas corrían de manera fluida del escritor a los ojos del lector, para brindarnos lecciones que, me atrevo a decir, habrán quedado grabadas para siempre en nuestra mente y en nuestro corazón.  Esos libros son verdaderas joyas literarias que, por desgracia, ahora son piezas de museo.  En ellos, los que ya tenemos cierta edad, aprendimos a descubrir el mundo de nuestros mayores, ese mundo al cual en un futuro habríamos de aterrizar.   Hoy en día las cosas han cambiado, los textos son interactivos, ya no llevan esa impronta personal de los creadores y editores.  Observo con nostalgia estos cambios que, si de hecho son necesarios, habrán roto para siempre con la magia de quienes dábamos vuelta a la hoja de papel revolución para toparnos con un grabado o un texto que nos hacía transportarnos, en el tiempo y el espacio, a explorar otros mundos.

La actualidad se impone, ni qué dudarlo, con un coste emocional que vamos pagando.   Lo que en otros tiempos dejábamos a la imaginación, hoy lo tenemos frente a los sentidos de manera tangible.  Lo que se ha ganado en información se ha perdido en ilusión por descubrir y ahijar el material que los maestros compartían con nosotros.

La palabra es la gran saeta para el cambio.  Exige calidad, precisión al lanzarla y correcta interpretación al recibirla, para que la comunicación se cumpla.   ¿Qué pasaría si, en lugar de dejarnos inundar con información de la red, nos volvemos selectivos en los contenidos que leemos? ¿Qué, si restamos carga de emoción a los materiales alarmistas y sin fundamento? ¿Qué, si otorgamos a la palabra escrita su justo valor como herramienta de comunicación real y certera?

Todos tenemos un llavero vital. La palabra escrita es una llave que abre infinidad de puertas.  Cada uno de nosotros decide cuáles.


6 CARTÓN de LUY

 


5 Serenata de Schubert con increíbles imágenes

4 REFLEXIÓN INSPIRADORA


Ernest Hemingway dijo una vez: En nuestros momentos más oscuros, no necesitamos soluciones ni consejos. Lo que anhelamos es simplemente una conexión humana: una presencia tranquila, un toque gentil. Estos pequeños gestos son las anclas que nos mantienen firmes cuando la vida parece demasiado.

Por favor no intentes arreglarme. No cargues con mi dolor ni alejes mis sombras. Siéntate a mi lado mientras supero mis propias tormentas internas. Sé la mano firme que puedo alcanzar mientras encuentro mi camino.

Mi dolor es mío para soportarlo, mis batallas son mías para enfrentarlas. Pero tu presencia me recuerda que no estoy solo en este mundo vasto y a veces aterrador. Es un recordatorio silencioso de que soy digno de amor, incluso cuando me siento destrozado.

Entonces, en esas horas oscuras en las que me pierdo, ¿estarás aquí? No como salvador, sino como compañero. Sostén mi mano hasta que llegue el amanecer, ayudándome a recordar mi fuerza.
Tu apoyo silencioso es el regalo más preciado que puedes dar. Es un amor que me ayuda a recordar quién soy, incluso cuando lo olvido.

Tomado de la página "Fuimos" en Fb

3 Mario Alonso Puig: Cómo eliminar las creencias limitantes.

2 CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


En la vida se coincide con tantas personas a través de los años, muchas de las cuales llegaran a borrarse de nuestra memoria irremediablemente. Sin embargo habrá otras que no solo decidan mantenerse vivas en ella, sino que se alojan en el corazón, y esas siempre serán recordadas, quizá por eso el verbo recordar etimológicamente tiene ese significado: "volver a pasar por el corazón".

Hoy quiero hablar de una de esas personas que en mi vida ha dejado huella, una gran señora por la que siempre estaré agradecida a la vida y a Dios de haber tenido esa maravillosa coincidencia en tiempo y espacio.

Yo, al igual que muchos que la queremos, le llamamos "Carmelona", y si que le queda el nombre a esta señorona.. Dueña de una personalidad imponente, sensible al punto de llanto fácilmente, igual ha sido de voluntad férrea ante la adversidad.

Mi cuñada, que la verdad decirle así me parece restarle a mi afinidad sentimental hacia ella méritos, fue durante mi estancia en Cajeme, depositaria de mi afecto, de mi confianza, compañera en risas y llantos, con gran asertividad en sus consejos, positividad que me ayudó tantas veces a tomar y aceptar decisiones de las que dudaba.

Su casa, la casa de tantos que por ella pasábamos, sus deliciosas comidas que compartía sin reservas, así como su tiempo, su cariño, su nobleza, ese criterio amplio que podía asimilar los cambios de la modernidad, la hacían una persona sin ataduras a creencias o patrones ajustados, con la flexibilidad para poder adaptarse a lo que iba sucediendo y con ello ser comprensiva con generaciones más jóvenes.

Mi Carmelona querida, la mejor madre, esposa, hermana, abuela, y bisabuela. ¿Cómo olvidar su relación con mi finado esposo, al cual por tantas coincidencias con ella le llamaba yo a veces Carmelito? Disfrutaban la vida, con ese don de gente que se le dice a personas que como ellos parecen poseer un imán que nos atrae, carismáticos a más no poder, con una gran afición a las compras, ¡hasta en eso eran compatibles los Carmelitos!

Hoy decidí en este narración solo hacerle un humilde homenaje a la Carmelona, para hacerle saber a ella, en vida, deseando puedan llegarles mis palabras, mi cariño, mi admiración , respeto y un agradecimiento enorme por todo lo que significa en mi vida.

Seres humanos como ella hay pocos, soy una afortunada de haber convivido tanto tiempo y tan de cerca con ella.

Por siempre querida Carmelona, vives y vivirás en mi corazón.

1 Danza varonil húngara: MEMORIA AETERNA

domingo, 23 de marzo de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 AUTORRETRATO

Vivimos una época en la que es muy común disociar la realidad propia de las apariencias que mostramos al mundo.  Muy en particular por el uso de redes sociales.   Llevamos dentro cierta urgencia por proyectar la mejor imagen de nosotros mismos, así pueda no ser apegada a la realidad de nuestra persona.   Tenemos desde los casos poco trascendentes en los que alguien se presenta en el mundo virtual modificando su aspecto o su historia personal, hasta los terribles casos de robo de identidad, en los cuales el ciberdelincuente utiliza una identidad falsa para tratar de obtener beneficios.

Podríamos decir que esta tendencia a enmascarar ha existido siempre, pero me atrevo a afirmar que se ha visto incrementada en el actual milenio.  Lo observamos en relaciones interpersonales de amistad, de negocios, y no se diga en política: tamizamos lo que somos para presentar esa faceta que es apropiada para lo que buscamos lograr.   Hay una multiplicación de identidades que hemos normalizado de un modo hasta alarmante.

Existen momentos, sin embargo, en los que tenemos que enfrentar lo que en verdad es, sin valernos de velos o dobleces.  Resulta un ejercicio de honestidad difícil pero muy enriquecedor, en el que nos plantamos frente al espejo a observar y a describir lo que realmente somos, al margen de cualquier intento de edición.   En un taller literario que estoy por terminar, esta semana el maestro solicitó a cada participante elaborar un autorretrato. Para ilustrarnos sobre cómo hacerlo nos dejó varios ejemplos de escritores y de un pintor que publicaron sus autorretratos, además de algunos otros que han llevado a cabo ejercicios autobiográficos por escrito, para que nosotros visualizáramos la amplitud y la profundidad que se esperaba de nuestros propios textos.

Debo reconocer que de todas las tareas que habíamos venido teniendo durante el curso, esta fue, en definitiva, la más difícil.  Atrevernos a plasmar lo propio, tanto las cualidades que nos distinguen como los defectos que tantas veces tratamos de disimular o francamente ocultar.   En mi caso personal tuve que hacer un listado de características que me son propias y luego hablar de ellas, teniendo muy presente el concepto de las cuatro ventanas de Johari, esto es: Lo que pienso que soy, lo que otros piensan que soy, lo que sé de mí, pero no revelo, y lo que ni yo ni los demás sabemos de mí.  No deja de haber un choque cuando nos enfrentamos a lo que otros opinan de nosotros, y que muchas veces representa lo contrario de lo que queremos expresar.

El autorretrato comprende desde el marco familiar, el aspecto físico, los gustos y las limitaciones; actividades y tendencias; filias y fobias, entre muchos otros aspectos que se pueden incluir.  Admiro a escritores como Joe Brainard, Ricardo Piglia, Edouard Leve, Anne Carson y Vivian Gornick, cuyos textos revisamos para el taller.  Cada uno de ellos, muy a su manera, no duda en volcar en el papel su verdadera esencia y las aristas que integran su personalidad. Lo hacen con una voz auténtica y valiente, sin reparar en los juicios de quienes puedan criticarlos desde su palestra de infalibilidad.

En estos tiempos de simulación y apariencias, de duplicidades y de comportamientos acomodaticios, según sea el caso, resulta un proceso muy liberador el atreverse a enfrentar la desnudez de lo que somos y trabajar desde ella.  Nos permite entender que, finalmente, todos formamos parte de la condición humana errática y falible, y que las posturas de perfección no son sino corazas tras las cuales pretendemos ocultar nuestra vulnerabilidad.

De momento nuestras sociedades parecieran un mar helado, en el cual se desarrollan eventos que nos cimbran, que representan solamente la punta del “iceberg”.  Tal es el caso de Teuchitlán, Jalisco.  Por un lado, nos aterroriza el grado de crueldad con la que, según varios testimonios, actuaron los delincuentes en contra de personas privadas de su libertad y sometidas a prácticas infrahumanas.   Por otro lado, golpea la indiferencia que mostramos los ciudadanos frente a tales hechos desgarradores.  Pareciera que la frecuencia de eventos tan cruentos nos ha vuelto insensibles ante el dolor que habrán padecido los jóvenes masacrados, y que sufren los familiares que han encontrado evidencia de que ahí pudo haber terminado su ser querido.

Ya lo dijo Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados, sino la indiferencia de los buenos”. Volver a nuestra propia humanidad y permitirnos recuperar la capacidad de sentir lo que nos hermana a otros, con toda seguridad redundará en una sociedad digna para todos nosotros.

Plantarnos frente al espejo y sincerarnos, es un buen camino para, algún día, en estas aguas revueltas, ver surgir tan anhelada sociedad.


CARTÓN de LUY

 


Cuando dejas de preocuparte, los resultados llegan.

POEMA de Gianni Rodari


Las Palabras

Tenemos palabras para vender,
Palabras para comprar,
Palabras para hacer palabras.

Busquemos juntos palabras para pensar . . .

Tenemos palabras para fingir,
Palabras para lastimar,
Palabras para hacer cosquillas.

Busquemos juntos palabras para amar . . .

Tenemos palabras para llorar,
Palabras para callar,
Palabras para hacer ruido.

Busquemos juntos palabras para hablar.

Tomado de la página LEER vale la pena.

Esto Es Lo Que Pasa en Tu Cerebro con la Lectura | Marian Rojas

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Cuando niña y aún durante mi juventud, presté poca atención al concepto de inteligencia emocional. En contadas ocasiones reflexioné sobre el manejo de las emociones y mi capacidad para saberlo llevar bien o mis fallas en ello.

Poco a poco se fue haciendo más patente para mí el gran valor que tiene la inteligencia emocional en el desarrollo personal y la convivencia social de las personas. Era tema no tratado en casa.
No recuerdo una sola charla con mis padres o hermanos, acerca de la autoestima, o de nuestras reacciones ante los acontecimientos cotidianos o aquellos extraordinarios como accidentes, pérdida de un ser querido, o un simple pleito.

Nos inculcaron principios, valores y creo que he podido lograr hasta ahorita, una estabilidad emocional que me permite sostenerme ante la adversidad, ser empática profesional y en los ámbitos familiares y sociales, sin embargo, aún descubro cuantas fallas tengo en ser asertiva, para evitar ser controladora, para respetar las formas de ser de los demás y no influir en ellas, menos cuando ni siquiera se me solicita. Continúo haciendo críticas a espaldas o de frente, algunas pretenden ser constructivas, pero finalmente resultan muchas veces provocadas por ese afán de conducir a la gente por el camino "correcto", pretendiendo entonces que están equivocadas y hay que redirigirlas hacia el mío. ¿No es esto acaso un grave error de autopercepción? Mi ego parece salir a flote en forma constante, dando por resultado que aquello que indudablemente es una buena intención, termina siendo un acto de arrogancia, que hasta mucho después he llegado a reconocer.

Apenas ahora, me hago cargo más a menudo de mis emociones, apenas ahora pongo límites en mis relaciones, en mis palabras y mis actos, me permito ser yo sin moldear mi carácter para que me acepten o me incluyan, no compito por el cariño, a pesar de que siempre he sido favorecida por él, acepto que hay gente que puede no quererme o quererme menos que a otros, que eso está bien y no tiene por qué doler.

Pongo distancia si alguien me humilla, creo que solo una vez en mi vida he sabido de ello, reconociendo que quien humilla solo nos ve como un espejo distorsionado donde encuentra todos sus fantasmas y sus miedos, es a ellos a los que les insulta, o agrede.

Con la conciencia tranquila de nunca actuar de mala fe, reconozco mis errores, y sí acepto que en una gran parte lo hago tardíamente, pero soy de lento aprendizaje en cuanto al tema, o quizá no sea eso, sino que llevé instrucción y seguí patrones ya trazados, sin comprender que muchas de mis fallas en la gestión de emociones son causadas por la incapacidad de regular los sentimientos.

Hoy me digo, que está bien enojarse, que está bien estar triste, tener miedo, estar alegre. No me condeno por ello, solo intento aprender día a día a controlarlas, a reconocer las causas y a que no impacten negativamente en mis relaciones ni en mi autoestima.

Soy un ser sentipensante, mantengo interrelación amigable entre mi corazón y mi cerebro, tratando de darles mantenimiento a diario.

Diría Galeano:  "Amo a la gente sentipensante que no divorcia razón de emoción".

CÓDIGO ROSA: Animación

domingo, 16 de marzo de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 NOSOTROS Y LA HISTORIA

Leer a los clásicos nos proporciona elementos para entender nuestra actualidad de otro modo.  Tal es el caso de mi lectura de la obra de Émile Zolá intitulada “Los misterios de Marsella”.  La historia habla de dos hermanos, Philippe y Mario Cayol y una situación personal del primero, con la que se dispara toda una serie de acontecimientos que involucran a altos funcionarios, jerarcas religiosos y dueños de establecimientos privados, para dar cuenta del trasfondo que se vivía en los años previos al estallido de la Revolución Francesa.  De hecho, uno de los puntos nodales de la obra ocurre en pleno levantamiento popular en el puerto marsellés en el mes de junio de 1789, un par se semanas antes del estallamiento del conflicto social que llevaría a Francia a convertirse en una república y a surgir como un modelo político que sería seguido por muchos otros países.

Vivir los hechos revolucionarios hombro con hombro con los personajes y sus aviesos adversarios es entender las cosas de otra manera, desde casa, descubriendo los intereses que a cada personaje movían a participar en la revuelta.  Sabemos que el novelista francés utilizó la ficción para crear sus sólidos personajes, pero es indudable que él conocía muy bien el escenario histórico en el cual los puso a actuar, y que, en 1867, año de la publicación de su novela, él tenía perfectamente delineado lo que quería decir a través de sus letras.

Al principio mencionaba que la lectura de los clásicos nos permite leer nuestra actualidad de otra manera.  Es cierto que a nivel global estamos viviendo una desesperanza provocada por muchos motivos, y en esta desolación interna salimos en busca de líderes carismáticos que satisfagan ese hueco emocional que estamos sintiendo.  Anhelamos hallar personajes que se dirijan a nuestro corazón de un modo paternalista, para decirnos que todo va a estar bien.  Sus palabras nos seducen y caemos bajo el encanto de estas, con tal sumisión, que pasará mucho tiempo hasta que salgamos de ese letargo.  Para ejemplos más que conocidos tenemos en el siglo veinte la Alemania Nazi de Hitler, la Italia de Mussolini y los regímenes autocráticos de nuestros tiempos, tanto en la vastedad de Asia y África como en esta parte occidental del planeta.

El presente es un buen momento para preguntarnos por qué caemos bajo el encanto de líderes paternalistas cuyos intereses de raíz no son precisamente el beneficio del pueblo.  Y que, como algunos personajes de Zolá, encubren sus fines particulares bajo el manto de la lucha por el mejoramiento de las condiciones de vida para todos.  Seguir de la mano del escritor hasta descubrir lo que hay oculto tras esos velos, nos proporciona, sin lugar a duda, herramientas para observar la realidad de este siglo veintiuno de otra forma, anteponiendo la mirada crítica a los anhelos de una figura de líder paternalista que nos promete que todo va a estar bien porque él lo dice, aunque en los hechos veamos la obvia discordancia entre el discurso y la acción.

Los seres humanos estamos compuestos de cuerpo, mente y espíritu.  Las emociones son algo así como el andamiaje entre las partes, que nos provee de una óptica muy particular para ver las cosas que suceden.  Mal haríamos en querer borrar las emociones de la ecuación, cuando son parte fundamental de la misma, como los enlaces químicos entre los elementos de un compuesto.  El líder carismático que lo sabe y apuesta a ello puede sorprendernos de entrada, pero de nuestro raciocinio depende separar las expectativas generadas por nuestras emociones con respecto a los hechos demostrables, para encaminarnos a formar una sociedad sustentada por evidencias y alejada de encantamientos que apelan a nuestro niño interior, queriendo conquistarlo.

La tecnología nos conduce a una lectura rápida, fragmentada y que en poco tiempo olvidamos.  El retorno a la literatura clásica, escrita por esos novelistas que siguen diciendo mucho a tantos años de distancia, es un sano ejercicio de revisión de nuestros patrones de conducta, tanto personales como sociales.  Adentrarnos en los personajes que ellos crearon con inteligencia para deleite de los lectores de sus tiempos y que siguen fascinando, así hayan pasado más de cien años de su creación.  A través de sus líneas descubrimos que la historia no comenzó en años recientes, sino que es un proceso humano de afrontar y crear nuevas condiciones de vida, que se remonta a tiempos remotos, cuando el primer ser humano tuvo la capacidad de reflexionar.

Mucho que leer, mucho que descubrir y más todavía por cuestionarnos si lo que hacemos como individuos o como naciones es lo mejor que podemos hacer.  Que no nos sorprenda el futuro sin haber analizado el impacto de nuestra propia actuación para la historia.


CARTÓN de LUY

 


Chess mx - Medley de Boleros

FRAGMENTO de Ángeles Caso, escritora y periodista española


 

El alma del sinergético: Charla de Jorge Serratos

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Carta a mi hij@:

No se trata de convencerte de que tu puedes, de que lo lograrás, de que no hay imposibles y de que eres invencible, de que todos tus sueños se harán realidad.

No se trata de decirte que eres héroe que ganas todas las batallas, tampoco es elevar tu autoestima magnificando tus cualidades y minimizando debilidades.

Solo intento decirte que no cejes en el intento de una lucha diaria por alcanzar tus metas, que midas tus fuerzas y las reconozcas objetivamente, que te aceptes tal cual eres, pero no olvides que eres susceptible de mejorar.

Que aceptes el fracaso sin que te rebase la frustración y te quedes con la experiencia de lo rescatable para intentarlo otra vez. Que tu energía vital sea suficiente para seguir a tu voluntad y no te dejes vencer por la apatía o la flojera.

No compres las ofertas que a tu paso se te ofrezcan de éxito, define en base a tus creencias y auténticos anhelos el significado que para ti tiene la palabra, no vayas tras conceptos prefabricados, que no por ser populares son genuinos.

No hay magia, hij@ mí@ en esta vida, esa fue acaparada por la luna. Los imposibles sí existen, pero no son indispensables para una vida plena, cree sin embargo que no hay travesía más fantástica para nosotros los mortales, que la vida.

Si yo pudiera hablar: Video motivacional

 
No pueden traducirse los subtítulos. Confío en que sea suficientemente explícito aun así.

domingo, 9 de marzo de 2025

Susie el pequeño coupé azul (Walt Disney 1952)

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 GÉNERO AUTOBIOGRÁFICO Y EMPATÍA

“Lo que no tiene nombre”, novela autobiográfica de la colombiana Piedad Bonnett, publicada en el 2013. A través de sus páginas la escritora habla desde la distancia emocional acerca del suicidio de su hijo Daniel, un joven artista radicado en la ciudad de Nueva York.

Con toda seguridad el dolor más hondo para un padre o una madre es la muerte de uno de sus hijos; máxime, como sucede en este caso, siendo una terminación voluntaria de la propia existencia, lo que, sin lugar a duda, pone a temblar todos los principios éticos que  ellos consideran haber inculcado a su hijo.

Piedad Bonnett se zafa de lamentos autocompasivos para instalarse físicamente en el lugar de los hechos, tratando de entender los motivos que llevaron a su hijo a la fatal decisión.  A través de chispazos de analepsis revisa el pasado familiar, la historia médica del hijo y los últimos momentos que él vivió, para tratar de hallar un sentido lógico a los acontecimientos.

Escribir en primera persona acerca de lo propio no es fácil.  Revelar nuestro yo íntimo a un lector que no conocemos, cuidando de no caer en sentimentalismos, no es tarea sencilla de ninguna manera.  La colombiana lo logra con especial acierto, mediante una emoción permanentemente contenida que nos sumerge a los lectores en un mundo en un principio ajeno, que llega a convertirse en un espacio familiar en el cual acompañamos a los personajes descritos en sus luchas por hallar un significado a todo lo que les rodea, y en especial, a lo que sucede en su interior.

Continuando con el tema de la semana anterior, escribir acerca de lo que nos sucede cumple dos funciones fundamentales: Una catártica que permite sacar de nuestro interior la angustia que estamos sintiendo en el trance, y otra didáctica, a través de la cual buscamos proporcionar al lector una advertencia para prevenirlo sobre pasar lo que estamos pasando, mediante un ejercicio documental de lo que nos sucede y cómo fue que llegamos a ello, así como los pasos necesarios para salir adelante ahora que lo padecemos.

La lectura nos conecta con universos ajenos al propio, tanto en tiempo como en espacio.  Al leer somos capaces de penetrar en la vida de personajes que, de otro modo, jamás habríamos conocido.  Y, en la medida en que un libro esté bien escrito, nos permite empatizar con los protagonistas, su viaje personal, los sueños que albergan y las dificultades que habrán de enfrentar a lo largo del camino.   Al volver al mundo real en el que vivimos el día a día, seremos capaces de aceptar de mejor manera a esos compañeros de ruta que son muy distintos a nosotros.

Cualquier conflicto que enfrentemos en la vida diaria puede ser plasmado en el papel como eje central de una obra literaria, sea autobiográfica o ficcional.  Para ejemplo de este último subgénero tenemos las incontables obras de los novelistas europeos del siglo diecinueve y veinte, como es el caso de Tolstoi, Balzac o Kafka, por citar algunos, que llevan al papel las problemáticas sociales de su época, pero siempre con un fondo autobiográfico que queda en evidencia luego de que conocemos parte de su obra.  Los autores modernos de género autobiográfico son muchos.  Tenemos a Joan Didion, Annie Ernaux o el peruano Julio Ramón Ribeyro, o los colombianos Tomás González o la ya citada Piedad Bonnett, ejemplo de narrativas íntimas crudas, que no se contienen a la hora de revelar sus propios sentimientos frente a hechos que han impactado su existencia de manera notable.

Leer obras de género autobiográfico nos permite descubrir que aquello que considerábamos solo nuestro resulta, muchas de las veces, una situación compartida con otros de cuya descripción a través de la literatura podemos abarcar mejor lo propio, dilucidarlo y emprender acciones encaminadas a sacarlo adelante.

Como un buen café, un buen libro es un elemento enriquecedor en nuestra vida.  Hay obras para cada momento, o las hay de cabecera, aquellas que en cualquier circunstancia son capaces de acompañarnos y aconsejarnos de la mejor manera.  

Philippe Lejeune, un estudioso del género de literatura íntima habla de lo que es un pacto autobiográfico, a través del cual el autor se obliga consigo mismo a narrar lo propio en retrospectiva, desde la memoria, al margen de juicios morales o de loas a la propia persona.  Se obliga a presentar su condición humana sin ambages, de modo de conectar con el lector a través de un vínculo emocional nacido desde lo profundo de su ser.

Una vez más queda en evidencia la enorme riqueza que la literatura es capaz de proporcionarnos.  En este caso, la recomendación es procurar lecturas autobiográficas que nos conecten con las luchas de otros seres humanos, tan generosos como para compartir.


CARTÓN de LUY



Coro infantil de la escuela coral Glinka de San Petesburgo

REFLEXIÓN DE TEMPORADA



Si tuviera que darte un consejo, te diría que nunca dejes de ser tú, que te valores y que te quieras, que te quieras mucho, porque cuando uno se quiere, se es más feliz.

Si tuviera que darte un consejo, te diría que trates con dulzura a los niños y con respeto a los ancianos, que no te calles, que el amor te cautive y que la maldad nunca te deje indiferente.

Si tuviera que darte un consejo, te diría que seas valiente y que persigas tus sueños, sin importarte lo que digan los demás, que te alejes de la gente envidiosa, de los que no te valoran y te acerques a la gente que es feliz, a los que de verdad te quieren, porque la felicidad es contagiosa.

Si tuviera que darte una recomendación última, te diría que nunca pierdas el tiempo, porque la vida es un rato y un rato es muy poco.

Cómo cambiar y adquirir un hábito: Mario Alonso Puig

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Día de la mujer, día no de festejarnos tan solo por serlo, porque finalmente no lo elegimos, día de reconocer la lucha de aquellas que nos han antecedido y han allanado el camino, camino que ahora tenemos más conciencia de cómo recorrerlo sorteando las injusticias, luchando por nuestros derechos que ahora tenemos claro son los mismos que el hombre, reconociendo la fortaleza y virtudes que poseemos, que la dignidad no tiene género, que merecemos ser respetadas y evaluadas por nuestros actos, aptitudes y desempeño en cualquier ámbito en que nos desarrollemos, sin discriminaciones, sin menoscabo alguno de nuestro valor, dejando de una vez por todas la concepción de considerarnos el sexo débil.

Débiles los argumentos para sostener esta idea que nos estigmatizó por tantos años y de la que fuimos víctimas para aceptar el papel que se nos impuso, sin tener más remedio que aceptarlo.

Hoy no es día para recibir felicitaciones es día de hacer conciencia, de reconocimientos a nuestras líderes de antaño, a nuestras abuelas, a nuestras madres, madres que como la mía tuvo que optar por dedicarse a ser ama de casa y renunciar a su labor como maestra, pero que nos impulsó a sus hijos e hijas sin hacer diferencia alguna a lograr ser independientes y a no cifrar en las mujeres tan solo la concepción de llegar a un matrimonio, siempre infundiéndonos el ideal de tener una profesión, un oficio, y que nuestras elecciones no fueran llevadas por la intención de una dependencia económica, Gracias madre, de ideas vanguardistas, por ofrecernos un hogar con igualdad de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres.

Cada una de nosotras las mujeres, tenemos nuestra historia, nuestras batallas, nuestras derrotas y triunfos. Hoy celebro a aquéllas que no pierden la por las primeras y que no se ensoberbecen por sus conquistas, por aquellas que no cejan en su continua lucha por alcanzar sus metas, por proteger su identidad, su integridad, la de aquellos que dependen de ella, sin perder de vista que no están solas, y que la unión entre nosotras es indispensable para alcanzar de una vez por todas, para las generaciones actuales y las futuras, un mundo donde avancemos hombro a hombro con el hombre.

Un día como hoy, hace 117 años una tragedia donde mueren decenas de mujeres costureras que exigían justicia laboral perdieron la vida, como ellas muchas mujeres más en todo el mundo han luchado y siguen haciéndolo por alcanzar esa equidad de género que ahora ya no está tan distante como entonces. Unamos conciencias y corazones, mujeres y hombres, que queden atrás los estigmas machistas que son denostación e insulto.

Hoy es día de reconocimiento, agradecimiento a esas mujeres de ayer, de hoy, que enarbolan la dignidad femenina desde su trinchera, cualquiera que esta sea.

domingo, 2 de marzo de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 HOJA DE RUTA

Tal vez amar es aprender a caminar por este mundo: Octavio Paz

“Hoja de ruta”: De acuerdo con el sentido original que marca la RAE, es un documento en el que constan las instrucciones y los incidentes de un viaje o transporte de personas o mercancías, aunque, hay que señalarlo, hoy en día tiende a modificarse el sentido del término, para señalar un programa a desarrollar, con objetivos y plazos específicos.   Remitiéndome al sentido original intitulé esta colaboración para hablar de algo muy concreto: El registro de un viaje con sus incidentes, lo que también podría denominarse “bitácora de viaje”.  Por alguna razón caprichosa, me satisfizo más el primer término para desarrollar lo que pretendo decir.

A lo largo de la vida todos vamos sufriendo diversos contratiempos: Sean estos en nuestro desempeño, de salud o económicos.  Eventos que marcan nuestra existencia como hierro candente; acontecimientos que transforman nuestro modo de vivir el día a día.   Entre más tiempo se ha vivido es más probable que hayamos pasado algo que nos marcó, de lo que deseamos dejar constancia.   Comunicarlo a otros es una forma de elaborar nuestro propio proceso de aceptación, nuestro duelo.  Además, conlleva un propósito didáctico: deseamos mostrar a otros lo que nos ha sucedido, probablemente señalando por qué pensamos que nos ha sucedido, de manera de prevenir a otros para que no les suceda.   En esta descripción podemos ser tan parcos o prolijos como cada uno elija.  Podemos narrarlo a través de la palabra hablada o hacerlo en forma escrita.

En mi caso particular, he vivido un par de condiciones de salud que me han puesto al borde de la muerte.   Por mi forma de ser me he inclinado a narrarlas por escrito, el primer caso mediante un relato autobiográfico en donde describí mi proceso de enfermedad, lo que fue ocurriendo en el tiempo, las reflexiones que me invadían en esos primeros días de incertidumbre; el desarrollo del problema de salud, su abordaje médico y su resolución.  Todo narrado en primera persona y con una intención didáctica, para advertir a otros que pudieran pasar por algo similar, para que no afronten los primeros síntomas como yo lo hice, y así evitar la gravedad de problemas en los que yo me vi. Terminó siendo un libro que se publicó en el 2018. La segunda condición de gravedad me dio tela para trabajar de otra manera, mediante una serie de ensayos autobiográficos que presentan los estados de ánimo básicos por los que pasé, para subirlos al flujo de conciencia y así alcanzar a lectores en un rango más amplio, que hayan vivido o estén viviendo la angustia y la incertidumbre que yo viví, pero no necesariamente por un problema de salud igual al mío.  Este segundo constituye un libro de ensayos que estoy terminando de trabajar.

Amigos muy queridos que han atravesado situaciones similares, como tantos otros escritores, han llevado al papel sus experiencias muy personales frente a una enfermedad.  Los leo y los comprendo, puesto que yo ya lo viví. Ellos en sus expresiones no lo están haciendo para despertar en los lectores sentimientos de conmiseración o piedad.  Mueve su pluma solamente el propósito de despejar el camino de guijarros que pudieran hacer tropezar a quienes vienen más atrás.

He insistido en colaboraciones anteriores que uno de los grandes males de nuestros tiempos es la falta de empatía.  Solemos circunscribirnos a lo propio, y a partir de ahí pretendemos juzgar todo lo demás.  Nos falta desarrollar ese sentido de “otredad” que nos lleve a tener la suficiente inteligencia emocional para entender que lo que los demás atraviesan, o manifiestan, o expresan, no es menos válido que lo nuestro propio.  Que formamos parte de una sociedad donde hasta ahora está garantizada la libertad para vivir, expresarnos o actuar como nos parezca, siempre y cuando no violemos los derechos de otros. Y que, lejos de lanzarnos a señalar o a condenar lo que los demás hacen, bien haríamos en plantarnos frente al espejo y comenzar esa crítica por nosotros mismos.

Solamente quien ha atravesado una condición de salud en la que no sabe si vivirá o morirá; si sus capacidades sufrirán merma; si su patrimonio se perderá.  Cada evento de esa naturaleza daña en lo emocional a quien lo padece, a sus familiares y amigos.  El dolor puede llevar a enquistarnos en el propio sufrimiento, a enojarnos con todo y con todos, y perder.  O podemos abrirnos a la vida, entender que son cosas que pueden suceder a cualquiera, y que, si suceden, representan un buen momento para preguntarnos qué lección se obtiene de ello.  Salir de nuestra coraza movidos por la generosidad de alertar a los demás. 

Hoja de ruta que se comparte: Un corazón dispuesto a avanzar por el camino del amor.


CARTÓN de LUY

 


Mix De Boleros para el alma 2

Texto explicativo de una bella escultura



"EL MURMULLO DEL ÁNGEL"

Obra esculpida a partir de un poema Samuel Lover, que cuenta esta creencia irlandesa: cuando un bebé sonríe durmiendo, es que está hablando con un ángel.

El escultor Spence es un émulo del neo-clasicismo: vive y trabaja en Roma, con el mayor escultor inglés de la época, John Gibson. Utiliza su tratamiento de los cuerpos y de los volúmenes definidos con precisión, que la luz envuelve sin encontrar asperidades. Pero matiza los aspectos rígidos de su maestro, con un afán por una cierta sentimentalidad, y extrae fácilmente sus temas, no de la mitología griega, sino de Shakespeare, de la literatura romántica inglesa, como aquí, o de la Biblia.

El grupo hace de hincapié los juegos de curvas y de contra curvas: el ángel se inclina con un movimiento muy flexible. La serie de pliegues, el suave arrugado de la cama del niño, subrayan delicadamente las carnes modeladas con matices. El conjunto está marcado con discreción en algunos puntos, como el cabello del ángel, cuyas mechas y corona de flores, están particularmente trabajadas.

Fue en Italia que un importante mercante de Liverpool encargó la obra, que mostrará, entre otras esculturas, en una galería construida para esta ocasión.

Tomado de la página del Museo D'Orsay


¿Amamos como nos amaron? Marian Rojas Estapé

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

Uno tiene trazado un camino, una meta, decidido que hacer hasta el final de su vida.  Se puede ver a futuro, e imaginar lo que será, sin detenerse mucho a pensar en que  en el camino las cosas pueden cambiar drásticamente de un momento a otro.
     De repente nos vemos forzados a  tomar decisiones que nunca contemplamos, a cerrar círculos que nunca pensamos se cerrarían antes del fin de nuestra vida. 
    Y cuando parecía que estábamos en la recta final, ya en el carril que seguiríamos hasta llegar a la meta, hay que cambiar hasta de pista y reconocer otro terreno, hay que readaptarse a otra rutina, sortear obstáculos cuando ya se había allanado el camino. 
       Habrá que enfrentar el reto,  vencer los miedos, y aceptar, que si bien podemos tener una agenda muy programada, la única cita que tenemos segura es la muerte  y ni siquiera se nos concede saber la fecha ni la hora. Reconocer que somos tan solo coautores del libreto de nuestra historia, y que nuestra vida es entretejer nuestra voluntad con adaptabilidad a aquellos sucesos que son ajenos a ella, destino, designios de Dios, aconteicmientos, situaciones  que suceden sin que podamos pronosticarlos ni evitarlos.
     Cambiar la dirección de la marcha, dejar el camino andado, quemar las naves, y emprender el viaje  con fe, con esperanza, con la experiencia de lo vivido, llenando en las arcas los mejores recuerdos, los afectos cosechados, los logros alcanzados, con agradecimiento por todo ello, con nostalgia quizá, mas no con tristeza, llevando en el alma la paz del deber cumplido y en la mente la actitud de reconquistar y volver a  hacer propio un territorio ajeno. 

La importancia de la amistad y compartir

Wu-Wei: El arte de fluir con la vida

domingo, 23 de febrero de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 MINDFULNESS HOY EN DÍA

No deja de sorprender el grado de violencia que encontramos expresado en los diversos medios de comunicación.  Sabedores de que es un tema que vende, los productores y difusores de información hacen un especial énfasis en asuntos que tienen que ver con la violencia en sus diversos modos, tanto que nos presentan un mundo que a ratos parece invivible.

Los estudiosos de la conducta humana afirman, con bases científicas, que el aislamiento al que nos empujan los medios digitales nos vuelve torpes para la convivencia con otros.  Vamos esperando que los demás respondan como lo haría nuestro aparato digital, al primer clic y justo como queremos que lo haga.  Se nos olvida que la convivencia entre humanos no se da de este modo, y que esperarlo solamente va a generar frustración e irritabilidad.  No extraña entonces que surjan los conatos de violencia, cuando una persona no siente satisfechas sus expectativas con relación a otra persona.   Nos vamos convirtiendo en reactores de mecha corta, por lo que, a la primera de cambios, podría generarse la agresión.

Si nos remontamos en la historia, recordaremos que los primeros homínidos requirieron de acciones grupales para su sobrevivencia.  Un individuo en forma aislada estaría limitado para conseguir alimento y para defenderse de los depredadores.  En cambio, la organización grupal le proveía de mayor seguridad y sustento.  Así fue como los nómadas avanzaron en grupos, y mucho tiempo después se asentaron, conformando las primeras comunidades.  Entre ellos fueron detectando diversas necesidades y surgió la especialización, de modo que ya no todos cazaban o sembraban.  Hubo quienes se dedicaron a otras labores y la interacción entre unos y otros se dio mediante el trueque.

A la vuelta de los siglos las comunidades fueron mejorando, se sometieron a distintos regímenes políticos, tal vez hasta la segunda mitad del siglo dieciocho, con la revolución industrial que marcó un cambio de paradigma.  Las religiones suplieron en buena medida el llamado al orden de los antiguos soberanos, y se hizo más marcada la diversificación entre grupos y comunidades a lo largo y ancho del orbe.

Fuimos evolucionando hasta el siglo veinte, cuando, por influencia de muy diversos factores, la personalidad del individuo comenzó a ser menos gregaria y más individualista, hasta el siglo actual, cuando la tecnología marca una tendencia extrema, egocéntrica diría yo, que nos lleva hacia el aislamiento.

Ciertamente no podemos desembarazarnos totalmente del grupo. Para cubrir nuestras necesidades continuamos siendo dependientes del comerciante, del profesional de la salud, de la educación o de las leyes.  La infraestructura urbana depende de organismos centrales, así como el mantenimiento del orden público.  Pero en lo que se refiere a nuestro pensamiento, tendemos cada vez más a conducirnos por cuenta propia, sin mucho atender a otros. Cuando queremos trasladar esa forma de actuar a las relaciones con los demás, la cosa se complica y surgen las fricciones, que no pocas veces terminan en actos violentos.

Tal vez consideramos que la agresión daña solamente al agredido, pero no es así. El agresor va acumulando una carga de negatividad que, tarde o temprano, termina también por afectarlo.   Entonces, la violencia entre nosotros no apuesta a la salud integral de nadie.

Hoy en día escuchamos mucho hablar del “Mindfulness” o “Conciencia plena”, un arte milenario que tiene sus raíces en oriente.  Nos habla de hallar el punto armónico con nosotros mismos primero, y con los demás después, mediante diversas técnicas.  Parte de la respiración consciente, base de la meditación, a la que progresivamente se van agregando pasos que conducen a la serenidad, al disfrute, al aprendizaje de respuestas que sustituyan las reacciones, y a comunicar a otros nuestros estados de paz interna.   Constituye una disciplina más que necesaria en estos tiempos cuando con tanta facilidad perdemos la calma y nos invaden, tanto la ansiedad como la depresión.

Partimos del momento presente, del aquí y del ahora, para vivirlo a profundidad, aprender a disfrutarlo y sacar el máximo provecho de este.  A partir de ello aprendemos a respetar al otro, su derecho a pensar y a actuar distinto a nosotros, lo que favorece la comunicación y disminuye los choques entre quienes piensan distinto.  Ahora bien, hay que decirlo, el mindfulness se presta a prácticas falsarias, a que alguno se diga maestro o guía y busque dar clases o asesorías, sin estar calificado.  Como en todo, hay que buscar fuentes auténticas en las cuales depositar nuestra confianza.

Mindfulness: Una excelente disciplina que nos permite conocernos y emprender relaciones armónicas, que coadyuven a limitar la violencia en nuestros tiempos.


CARTÓN de LUY

 


Música boliviana: "Y sueño que vuelo."

 
Agradezco a mi querida Malena su puntual sugerencia.

REFLEXIÓN DE ALEJANDRO JODOROWSKY

No es fácil envejecer,
te tienes que acostumbrar
a caminar más despacio,
a despedirte de quien eras
y saludar a quien te has convertido.
Es difícil esto de cumplir años,
hay que saber aceptar tu nuevo rostro
y pasear con orgullo tu nuevo cuerpo
y desprenderse de vergüenzas,
de prejuicios y del miedo que dan los años,
y dejar que pase lo que tenga que pasar,
y dejar que se vaya quien se tenga que ir,
y dejar que se quede el que se quiera quedar.
No, no es fácil esto de hacerse viejo,
hay que aprender a no esperar nada de nadie,
a caminar solo, a despertar solo
y a que no te atrape cada mañana
el tipo que ves frente al espejo,
y aceptar que todo se acaba
y la vida también,
y saber despedirse de los que se van
y recordar a los que ya se fueron,
y llorar hasta vaciarse
hasta secarse por dentro,
para que crezcan nuevas sonrisas,
otras ilusiones y nuevos anhelos.

Tomado de la página: Planeta Tierra

MOTIVACIÓN PARA LA MAÑANA con Keanu Reeves

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


Sin poder decir que lo logro, siempre me esfuerzo por ser positiva. cierto es que que a veces me esfuerzo en vano, pero no he perdido la intención de serlo hasta ahora.

A veces, sin embargo, hay negaciones que me han permitido proteger el corazón, he tenido que decir no y negarme a muchas cosas en aras de no perpetuar un sufrimiento o no permitirlo incluso. Si bien creo en el amor y sus bondades, sé que a veces amar no es suficiente, cuando menos no para lo que nuestras expectativas ponen en el amor. Uno puede haber amado con toda el alma y recibir a cambio indiferencia, quizá haya casos en los que hasta desprecio se reciba a cambio, ambas situaciones por demás dolorosas. Es entonces que el no adquiere valor positivo, porque uno debe negarse a permitir que la indiferencia o el desprecio le quiten significado al amor que se ha entregado, ese sentimiento que fue auténtico y que se prodigó sin que se nos hubiese solicitado.

Difícil no cifrar esperanzas en la reciprocidad de ese sentimiento, quizá nuestras ilusiones eran falsas, o se nos crearon por una percepción equívoca de lo que el otro sentía, o simple y sencillamente amamos porque el sentimiento despertó en nosotros antes de siquiera habernos percatado del porqué y el cuando, de a quien estábamos amando.

Amor filial, amor de pareja, de amigos, amor el que sea, a veces necesita un no para no arrebatarnos la paz. Decir no a las ataduras a un sentimiento que nos causa dolor, si no nos da a cambio felicidad, si se convierte en lastre que nos impida avanzar, que nos amargue la vida. Hay que decir no al deseo de permanecer en donde es obvio no nos necesitan ni nos desean tener cerca. Decirle no al corazón que en su ceguera pretende no ver las claras señales de que estamos en el lugar o con la persona equivocada.

Negarnos a sufrir por quien nos rechace, y reencontrarnos en aquellos en los que nuestro cariño echa raíces y da frutos.

El no a veces es tan positivo, que nos impide perdernos en el laberinto del dolor.

Un no será liberadora respuesta negativa, que nos reafirme y confirme, la actitud más asertiva que nos devuelva la paz y la fe en el porvenir y se refleje en un si a la vida.

CORTOMETRAJE "DONDE ESTÁ LA TIENDA MÁS CERCANA"

domingo, 16 de febrero de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo

 BÁJALE TRES RAYITAS

Estos primeros meses del año son de trámites vehiculares. En esas andanzas me tocó esperar turno en unas oficinas de control vehicular de Coahuila. Quedó frente a mí una pantalla que proyectó un par de videos muy impactantes. Son dramatizaciones que narran las consecuencias de los errores que cometemos los automovilistas al conducir, en particular los que se refieren a hacerlo bajo los efectos del alcohol, a alta velocidad, o distraídos atendiendo el teléfono móvil. Esos cortometrajes, muy bien realizados, nos ponen frente a los ojos cuadros verosímiles de accidentes que nos pueden ocurrir a cualquiera de nosotros.

Rumbo a las oficinas de Recaudación, en un semáforo, observé que el flujo de vehículos en sentido contrario era ágil, a excepción de la última unidad, un sedán blanco conducido por una chica que venía revisando su celular. Prácticamente se había ido frenando hasta detenerse, ignorando por completo que debía avanzar, o que pronto cambiaría la luz y podría estar cruzando cuando el semáforo estuviera ya en rojo. Como era la última de la fila, y no había tras de ella quien la alertara con el claxon, terminó prácticamente detenida a media calle con toda su atención centrada en la pantalla. A ese grado nos llega a absorber la tecnología.

Se considera que los tiempos actuales tienden a las multitareas. Los sistemas informáticos están diseñados para efectuar dos o más actividades en forma simultánea, o pasar de una a otra tarea de modo inmediato. Erróneamente pensamos que nosotros podemos hacer lo mismo, y que los jóvenes están tan entrenados en el manejo de la tecnología, que son capaces de convertirse en multitareas, esto es, atender dos o tres tareas cognitivas de manera simultánea. La neurociencia ha demostrado que esto es una falacia y que no es posible rendir al 100% cuando repartimos nuestra atención en más de una actividad a la vez. Por veloces que los chicos sean escribiendo mensajes en el celular, no es humanamente posible hacerlo al tiempo de venir conduciendo. Finalmente, algo saldrá mal. Además de que el organismo resiente esa carga de estrés de muchas maneras, una de ellas es liberando cortisol, con sus múltiples efectos deletéreos para la salud.

A la salida de las oficinas en donde llevé a cabo mi trámite, me abordó una simpática estudiante del CBTIS 34 con una encuesta respecto a normas básicas de seguridad vial. Con preguntas como que si sé identificar el uso correcto del carril izquierdo, que si considero seguro conducir alcoholizado o utilizando el teléfono móvil. Sentí que es una herramienta de investigación a la que podría sacarse mucho más provecho si se incluye en ella la edad de los encuestados, y si es primera vez que sacan su licencia o subsecuente. Porque, hay que decirlo, no ha habido en México una verdadera regulación en cuanto a capacitación para aspirantes a conductor, que contribuya a disminuir la gran cantidad de accidentes viales. Ese video con dramatizaciones que presentan en la oficina de asuntos viales debería extenderse a otros ámbitos, digamos en intermedios de cines, proyecciones en pantallas fijas urbanas, o mediante redes sociales, para hacer conciencia de que el riesgo existe y es real, y que nadie, por experto que se considere tras el volante, está a salvo si no sigue los principios elementales de seguridad al conducir.

“Bájale tres rayitas” es el lema que acompaña al video, algo que debería de estar presente en nuestra mente siempre que vamos a manejar. Bájale tres rayitas al ego que te lleva a suponer que nada puede pasarte. Bájale tres rayitas a la velocidad con que te desplazas o a la imprudencia de utilizar el teléfono móvil mientras conduces. Muchas vidas han sido afectadas para siempre o se han perdido por actitudes imprudentes de parte de los conductores. En el caso del alcohol, la persona intoxicada no está en condiciones de medir por sí misma la torpeza de sus reacciones, así que no detectará el riesgo al conducir. Además, surge una distorsión en la percepción entre tiempo y distancia, lo que le lleva a calcular en forma errónea los objetos que encuentre en su camino. Conducir de este modo es irracional, y peor aun cuando se llevan pasajeros. Doloroso pensar que, en muchos casos, estos pasajeros son los propios hijos menores de edad.

En un mundo colmado de estímulos, se requieren mensajes fuertes para captar nuestra atención de modo de hacernos reaccionar. Las dramatizaciones a que me he referido lo logran, definitivamente. Nos ubican por un momento en el escenario real de un accidente automovilístico en el que hay muertos y heridos, y se vislumbran las terribles consecuencias de conducir en forma inadecuada. Ojalá se difundan a todos los niveles, como una urgente llamada de atención.