Decenas de muertos en forma nunca conocida, sin mayor indagación, sin deslinde de responsabilidades, sin respuestas y mucho menos indemnizaciones justas a los deudos, quedan como noticias que nos enmudecen, nos paralizan, que indignan pero que más allá de eso, no pasa de ser un mal momento que se deja resuelva el paso del tiempo, poco a poco deja de doler, se celebran aniversarios de las masacres, se dan pésames públicos y se dice siguen las averiguaciones hasta las últimas consecuencias sin que sepamos nunca a que se le llama así, durante año se nos han acumulado tantas últimas consecuencias que ya la memoria ha olvidado una buena parte, y seguramente nunca podremos darle significado real a esta frase tan trillada.
Para que la vida del mexicano adquiera valor, tiene que ser víctima en el extranjero, ahí si se despliega todo un movimiento nacional, con intervención de la Secretaría de Relaciones Exteriores, viajes, denuncias, protestas, reclamos llanos y contundentes de que se haga justicia, ahí si se exige que se den resultados de las averiguaciones y las indemnizaciones, se actúa con tal prestancia, con tal energía que pareciera otro gobierno ante los atentados del mexicano en el extranjero al que reacciones a los que suceden dentro de los límites de nuestro país.
Somos víctimas de enemigos no extraños, sino propios, mexicanos contra mexicanos que impunemente pueden segar vidas y huir como siempre con rumbo desconocido, vivimos a expensas de criminales que se esconden tras el humo de la corrupción, de la complicidad de autoridades que solapan el crimen al brindar tan solo resultados parciales, de poca credibilidad, a veces menospreciando nuestro intelecto al dar las más inverosímiles versiones de lo sucedido.
De verdad devaluada la vida del mexicano en su propio país, por eso se busca migrar para ser digno de que se exija a los mandatarios en otro países lo que el nuestro no es capaz de ofrecernos.
Profanado nuestro suelo por la planta del enemigo de casa,el sueño de muchos de los mexicanos es ahora adquirir otra nacionalidad, porque aquí en su amado México, "la vida no vale nada".
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