CANTO A LA AMISTAD
Doy gracias a Dios por haberme permitido cosechar a lo largo del camino un puñado de amigos verdaderos.
No son muchos, el valor de cada uno guarda otra dimensión, representa un prodigio que invita a creer que el cielo existe.
Un amigo es aquel ser humano de corazón limpio y generoso que, más que con la palabra, habla a través de sus actos.
Él entiende que nuestras ideas no necesariamente tienen que coincidir, y en el respeto creamos puentes de ida y vuelta.
Es él quien se hace presente en los momentos de dificultad, cuando su presencia es más necesaria
El amigo verdadero es íntegro, habla de frente, mirando dentro de mis pupilas para decir lo que piensa.
Un amigo es transparente, de una sola pieza, por ello jamás hará de la confianza botín ni del rumor artificio.
A través suyo entiendo que la verdadera comunión no es andar un mismo camino sino sendas paralelas, compartiendo un mismo canto.
Gracias le doy por hacer de su gran corazón plataforma desde donde puedan despegar mis sueños más acariciados.
Un amigo es de las pocas cosas que nos hemos de llevar de esta vida. Ni el oro ni el prestigio, ni el poder ni la fama saben bordear las estrellas, en cambio la amistad sí, puesto que viene de Dios, en Él actúa y a Él va, llevándonos de su mano cuando la morada terrenal se haya disuelto.
Hoy y siempre cuido y honro, amo y bendigo la presencia de los amigos verdaderos con los que el cielo me ha premiado.
Una red social cuyo propósito es contribuir a enaltecer la calidad humana, la sensibilidad ciudadana y la autoestima. Un pequeño espacio que aliente, reconozca y difunda los valores de los diversos ciudadanos del mundo. Que nos impulse a cuidar del planeta, y a edificar la sociedad justa y buena a la que todos tenemos derecho.
lunes, 20 de febrero de 2017
jueves, 16 de febrero de 2017
CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza
ABUELOS SANADORES
No es Día de los Abuelos, pero en mi caso particular se aproxima una fecha muy especial, el próximo día 21 es aniversario luctuoso de Elvira, mi abuela materna. Murió cuando yo estaba terminando el preescolar, sin embargo son inolvidables las memorias que guardo de ella y de mi abuela paterna quien, aunque murió mucho tiempo después vi poco por vivir en otra ciudad. Mis primeros diez años de vida fui hija única creciendo entre adultos, así que la presencia de estas hermosas compañeras de juegos fue de lo más agradable.Cuando volvemos la vista para identificar los problemas sociales que involucran niños y adolescentes encontramos algo en común, provienen de hogares con escasa calidez; no podríamos apostar a una sola causa pero en cualquier caso el resultado es bastante similar: Chicos que están solos, a quienes urge sentir que pertenecen a un clan por encima de ellos mismos, y si la familia no satisface esa necesidad, marchan a buscar algo o alguien que lo haga. Las suyas no suelen ser demandas de orden material, cuentan con lo necesario para subsistir, incluso en ocasiones tienen de más, lo que falta va en otro sentido: Tiempo, atención y calidez. Tal vez los papás se hallan muy ocupados trabajando en proveer satisfactores materiales para su hijos, tantas veces a costa de elementos de orden emocional que el chico necesita para su desarrollo. Ante un escenario como este surgen figuras salvadoras, muchas veces el hermano mayor, algún maestro o tío, y en particular la figura de los abuelos que aparecen para modular las cosas, para reconocer, tolerar y apapachar, dotando al pequeño de ese sentido de pertenencia que tanto anhela.
Mi abuela Elvira pasó el último año de vida en nuestra casa por razón de una enfermedad que la consumía lentamente, a pesar del dolor que su padecimiento provocaba, nunca la podría recordar de otra forma que no fuera su naturaleza amable y cariñosa de siempre; invariablemente tenía tiempo para mí, lo que resultó maravilloso. En fechas recientes evocaba junto con mis primos por la rama materna un viaje que ella realizó por Europa algunos años antes de su muerte; cada uno conserva aquello que la abuelita vino cargando desde allá para sus entonces trece nietos. En lo personal el recuerdo más querido y que aún conservo, aunque no he sabido cómo reparar es un juguete de plástico que representa una pata y sus patitos, mismo que funcionaba al colocarlo en una superficie inclinada ¡Quién iba a decir que a más de 50 años después aquel artefacto pudiera provocar en mí tantas emociones!
Los abuelos son los grandes sanadores, sin embargo --hay que decirlo-- no están allí para vivir de nueva cuenta un rol de padres, no sería justo ni sano para nadie. El pequeño debe identificar que la autoridad de la familia recae en los padres, quienes habrán de asumir sus responsabilidades, en tanto los abuelos deben dejar en claro que son apoyo y no sustitutos en la atención de los nietos. Las familias actuales en las que hay pocos hijos y escasa convivencia entre los distintos miembros, se benefician enormemente con la presencia de los abuelos sanadores, y ese vínculo generacional provee para los más pequeños raigambre e identidad, y los sitúa en el mundo globalizado de hoy en día como individuos que se conocen a ellos mismos al conocer y amar su historia.
Vivimos tiempos en los que la amistad se condiciona, se cuestiona o se contamina; cuando la palabra ha perdido su valor agregado y se vende al mejor postor. Tiempos en los que el honor es cuestionado o mancillado sin empacho. Es precisamente ahora cuando más necesaria resulta la labor afianzadora y restauradora de la familia, y en esta labor validadora la presencia de los abuelos es fundamental. El niño necesita convencerse de que es amado, independientemente de su comportamiento, y claro, en la medida en que su autoestima aumente, el comportamiento irá mejorando, pues él sentirá que es aceptado por el grupo social, lo que facilita su integración al mismo. Resulta natural que los padres en cierta medida condicionen la expresión de su amor por el hijo, más el padre que la madre, fenómeno que es aún mayor si ellos están presionados viviendo en un mundo que demanda óptimos resultados. A ratos querrán tratar al hijo a partir de los estándares con que ellos son medidos en el ámbito laboral, lo que provocará una crisis en el niño. Maravilloso es entonces descubrir a los abuelos que tanto bien hacen en la vida de esos pequeños, para acuñar en ellos huellas imborrables que duran para siempre, y que constituyen elementos formativos que habrán de facilitar la construcción de la propia identidad, y a partir de ella el desarrollo del respeto y la tolerancia, piedras angulares de una sociedad.
Alborozo en la nieve
Lo que me fascinó es la reacción del padre y su niño ante las gracias del perrito. ¡Esa es una excelente forma de gozar la vida!
CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez
La mayoría de nosotros hacemos de la vida una continua e incansable búsqueda del éxito.
La concepción del mismo para cada uno es distinta, finalmente ser exitoso no necesariamente implica alcanzar la fama. el poder o el dinero, todo depende de nuestro propósito en la vida, de lo que hemos aprendido a considerar valioso, a aquello cuya consecución nos hace felices.
Es tan relativo hablar de éxito, que para algunos el "simple" hecho de estar vivos ya lo es, no hay definición exacta que abarque lo que para cada uno de nosotros significa ser exitoso.
Tener consecuencias acertadas de una acción es un éxito, y eso nos ocurre a diario. De eso se trata la vida, creo yo, de valorar nuestras pequeñas victorias día a día, de que nuestros logros no se midan en pesos y centavos, ni en títulos o cargos, sino en la maravilla de lograr encontrar en nuestra vida el equilibrio. En reconocer que es un triunfo ser capaces de amar y hacer felices a los que nos rodean, en compartir nuestro tiempo, conocimientos y afectos.
El mayor éxito es aquél que da satisfacción no tan solo personal sino que repercute en los demás.
No vivir tras un gran éxito que quizá finalmente al alcanzar,no nos dé la felicidad o nos haya hecho subestimar aquéllos que a diario ocurrieron y dejamos pasar.
Tan subjetivo y relativo es su significado, que hay quien muere sin nunca haber apreciado los más nobles logros de su vida, o reconociendo que lo fueron cuando ya no había forma de recuperarlos. Hoy despertar,sentirme viva y saber que tengo más de un por qué vivir, es para mi todo un éxito.
Que cada peldaño que subas para alcanzar tus metas, sea una nota musical que haga de tu vida una exitosa melodía.
Se necesita un amigo por Vinicius de Moraes
SE NECESITA UN AMIGO.
No es necesario que sea hombre o mujer,
basta que sea humano,
basta que tenga sentimientos,
basta que tenga corazón.
Se necesita que sepa hablar y callar,
sobre todo que sepa escuchar.
Tiene que gustarle la poesía,
de la madrugada, de los pájaros, del sol,
de la luna, del canto, de los vientos y de las canciones de la brisa.
Debe tener amor, un gran amor por alguien,
o sentir entonces la falta de no tener ese amor.
Debe amar al prójimo y respetar el dolor que los peregrinos llevan consigo.
Debe guardar el secreto sin sacrificio,
Debe hablar siempre de frente y no traicionar con mentiras o deslealtades.
No debe tener miedo de enfrentar nuestra mirada.
No es necesario que sea de primera mano, ni es imprescindible que sea de segunda mano.
Puede haber sido engañado, pues todos los amigos son engañados,
no es necesario que sea puro,
ni que sea totalmente impuro, pero no debe de ser vulgar.
Debe tener un ideal, y miedo de perderlo, y en caso de no ser así, debe sentir el gran vacío que esto deja.
Tiene que tener resonancias humanas.
Debe sentir pena por las personas tristes y comprender el inmenso vacío de los solitarios.
Se busca un amigo para gustar de los mismos gustos, que se conmueva cuando es tratado como amigo.
Que sepa conversar de cosas simples,
de lloviznas y de grandes lluvias, y de los recuerdos de la infancia.
Se precisa un amigo para no enloquecer,
para contar lo que vio de bello y de triste durante el día,
de los anhelos y de las realizaciones, de los sueños y de la realidad.
Debe gustar de las calles desiertas, de los charcos de agua y los caminos mojados,
Del borde de la calle, del bosque después de la lluvia, de acostarse en el pasto.
Se precisa un amigo que diga que vale la pena vivir, no porque la vida es bella, sino porque estamos juntos.
Se necesita un amigo para dejar de llorar, para no vivir de cara al pasado, en busca de memorias perdidas.
Que nos palmee los hombros, sonriendo o llorando, pero que nos llame... amigo,
para tener la conciencia de que aún estamos vivos.
Agradezco a Pravahi Laura su excelente sugerencia.
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