domingo, 29 de junio de 2025

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

 UN LEGADO DE AMOR

Días atrás falleció Isabel Turrent, escritora y ensayista mexicana, esposa de Enrique Krauze y madre de León Krauze, ambos también profesionales de las letras.  El hijo ha publicado un texto conmovedor sobre su madre intitulado “Legados de mi madre”.  El agudo periodista da rienda suelta a la sensibilidad del poeta que recorre con el corazón la casa de su infancia, se detiene en la habitación que su madre construyó con vivencias y tradiciones, para expresar el dulce dolor que ahora siente de no poder verla más como cada día.  A ratos –hace saber-- espera que ella abra los ojos como cualquier otra mañana y que la vida siga adelante, cual si nada hubiera sucedido.

Su conmovedor manifiesto me remitió a un maravilloso libro de Juan Villoro intitulado “La vida que se escribe”, en el que analiza la obra de otro de los grandes: José Emilio Pacheco.  Del escritor fallecido en el 2014 destaca su estilo ensayístico desde el periodismo, y su forma única de entrelazar temas en apariencia incompatibles hasta obtener una nota brillante y por demás original.  Se refiere en especial a su columna “Inventario” publicada en el desaparecido periódico Excélsior durante poco más de cuarenta años, y de la cual no pudo hacerse una compilación sino en forma póstuma, por parte de la editorial Era, que se dio a prepararla dos años después de fallecido el escritor.

José Emilio Pacheco insistió en crear un periodismo que hablara sobre la cultura, generando textos híbridos que iban desde lo memorioso hasta lo histórico para describir hechos, personajes y notas periodísticas, muy a su estilo, siempre con un acento poético muy particular.   Gracias a todo ese trabajo de Pacheco y de brillantes periodistas anteriores y contemporáneos a él, es como hoy en día, quienes procuramos el periodismo escrito nos sentimos liberados de cartabones que dicten un único estilo para expresar lo que traemos dentro, o bien, las impresiones de aquello que percibimos en nuestro derredor.  Ya no es mal visto combinar diversos géneros, con tal de que el texto resulte interesante y apegado a la verdad.

Bien señala Villoro que Pacheco conseguía narrar en un tono conversacional, de forma de atrapar al lector, convirtiendo a la larga ese cúmulo de diversos “Inventarios” en un libro de consulta que se abre en cualquier página para transmitir un mensaje único y bien escrito.

Atinadamente señala Villoro que, el golpe que dio el gobierno de Luis Echeverría al periódico Excélsior de Julio Scherer García en 1974, lejos de acallar las diversas plumas que poblaban sus páginas, derivó en una diáspora virtuosa que generó diversas publicaciones de muy variado formato como los periódicos Uno Más uno y La Jornada, y la revista Proceso, y de forma mediata, la creación de la revista Letras Libres.

A propósito de la intempestiva muerte de Rosario Castellanos, Pacheco expresó en una de sus columnas Inventario: “Nadie puede saber verdaderamente quién es un poeta, hasta que sus versos son su única voz…”   En este caso se cumple la excepción, y León Krauze, joven periodista, ante la muerte de su madre deja escapar al poeta que se abre paso entre las facetas deportivas, políticas e internacionalistas del comunicador para volcar su dolor en una poesía dicha en prosa que expresa su sentir más íntimo.  Como lectores la revelación de lo vulnerable de su condición humana nos llega hasta lo más profundo.

¡Con cuánta urgencia necesitamos leer textos que nos hermanen en esas situaciones que, finalmente, son comunes para todos! El dolor de una pérdida; la ausencia lacerante por razón de una muerte. Esos trances que todos hemos pasado o habremos de pasar, y que, al leerlos en pluma de otros, nos permiten procesarlos y hasta sentirnos acompañados.

La familia ha entrado en crisis.  Hay una desvinculación como nunca entre sus miembros, de modo que vamos cayendo en una convivencia de soledades que se desconectan entre sí.  Triste decirlo, pero con la muerte de los mayores puede precipitarse esa desunión, hasta terminar cada integrante por su lado.   Hermoso ejemplo el que dan, en este caso, tanto el esposo como el hijo ante la muerte de la esposa y madre.  Porque, hay que decirlo, Enrique Krauze ha publicado a su vez una semblanza de la trayectoria de Isabel Turrent a través de la palabra escrita, desde sus inicios hasta las publicaciones postreras.

Descanse en paz una gran mujer, que más allá de su actividad profesional y académica supo generar y afianzar vínculos familiares firmes que habrán de perpetuarla más allá de su partida física.  Nos queda muy claro que ella ha cumplido con su misión en la tierra.

CARTÓN de LUY

 


Movimiento de la 5a sinfonía de Beethoven en percusiones por el Coro de los colibríes

POESÍA EN PROSA del Dr. Carlos Sosa

El yo que sonríe contigo
Amarte es un ejercicio de contracorriente, como si al hacerlo desobedeciera la partitura original de mi ADN. 
Cada vez que te miro, siento que algo en mi esencia—ese viejo yo tan sólido, tan invulnerable—se tambalea. No es miedo. Es otra cosa, un vértigo que no se alivia cerrando los ojos. Y cuando, en las noches más hostiles, mi cabeza inventa la idea de alejarme, pienso que quizás así podría reencontrarme, volver al eje, recuperar mi centro. Pero entonces llega la verdad, esa verdad que da un golpe seco: el único yo que sobrevive en mí es el que sonríe contigo.
Y ahí estoy, atrapado en una paradoja hermosa y cruel. Porque quererte me desarma, pero también me reconstruye en una versión que, aunque más frágil, es la más feliz que he conocido...


La ciencia de la felicidad según un profesor de Harvard

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


No hay nada que mejore más las relaciones humanas, que el respeto y la tolerancia. En muchas ocasiones decidimos ser agentes de cambio, pretendemos lograr modificar en las personas de aquello que consideramos errores, o que simplemente no van acordes con nuestra forma de ver las cosas. Convertirnos en moderadores de conductas, en reguladores de hábitos o costumbres, nos coloca en una posición difícil de soportar. Además nos exige ser ejemplares dignos de emular y sujetos a la crítica ante la menor falla. 

Decidir la vida de los demás o su comportamiento es pecar de vanidad, y muchas veces carencia de autocrítica que primero construya hacia dentro de nosotros, de los cuales si somos totalmente responsables, de la conducta de los demás, excepto en el caso de nuestros hijos y solo por el tiempo que no lo sean por sí mismos, no tenemos injerencia alguna. Dejar ser, aceptar el que sean, marcar los límites con aquellos que lastimen o irrumpan en nuestra paz, apoyar sin convertirse en juez implacable que sentencia y castiga. Iluminar y no obscurecer el camino de quienes nos rodean, favorecer el crecimiento de otros a través del propio, contagiar entusiasmo por la vida, defender nuestra autonomía y la de los demás. 

Respeto, tolerancia, humildad, y sobre todo amor al prójimo, son las herramientas que logran el cambio, que establecen relaciones armoniosas, y sintonizan almas y conciencias, haciendo que los individuos por diferentes que seamos, podamos coincidir y convivir, a sabiendas que en esta interacción habremos de ser en ocasiones, sin proponérnoslo, por consecuencia inevitable en ello, un oasis o por el contrario un desierto sentimental, no todo, desgraciadamente está en la buena voluntad.

Canelo, el perro fiel por Animagic Studios