UN LEGADO DE AMOR
Días atrás falleció Isabel Turrent, escritora y ensayista
mexicana, esposa de Enrique Krauze y madre de León Krauze, ambos también profesionales
de las letras. El hijo ha publicado un
texto conmovedor sobre su madre intitulado “Legados de mi madre”. El agudo periodista da rienda suelta a la
sensibilidad del poeta que recorre con el corazón la casa de su infancia, se
detiene en la habitación que su madre construyó con vivencias y tradiciones, para
expresar el dulce dolor que ahora siente de no poder verla más como cada
día. A ratos –hace saber-- espera que
ella abra los ojos como cualquier otra mañana y que la vida siga adelante, cual
si nada hubiera sucedido.
Su conmovedor manifiesto me remitió a un maravilloso libro
de Juan Villoro intitulado “La vida que se escribe”, en el que analiza la obra
de otro de los grandes: José Emilio Pacheco.
Del escritor fallecido en el 2014 destaca su estilo ensayístico desde el
periodismo, y su forma única de entrelazar temas en apariencia incompatibles
hasta obtener una nota brillante y por demás original. Se refiere en especial a su columna
“Inventario” publicada en el desaparecido periódico Excélsior durante poco más
de cuarenta años, y de la cual no pudo hacerse una compilación sino en forma
póstuma, por parte de la editorial Era, que se dio a prepararla dos años
después de fallecido el escritor.
José Emilio Pacheco insistió en crear un periodismo que
hablara sobre la cultura, generando textos híbridos que iban desde lo memorioso
hasta lo histórico para describir hechos, personajes y notas periodísticas, muy
a su estilo, siempre con un acento poético muy particular. Gracias a todo ese trabajo de Pacheco y de
brillantes periodistas anteriores y contemporáneos a él, es como hoy en día,
quienes procuramos el periodismo escrito nos sentimos liberados de cartabones
que dicten un único estilo para expresar lo que traemos dentro, o bien, las
impresiones de aquello que percibimos en nuestro derredor. Ya no es mal visto combinar diversos géneros,
con tal de que el texto resulte interesante y apegado a la verdad.
Bien señala Villoro que Pacheco conseguía narrar en un tono
conversacional, de forma de atrapar al lector, convirtiendo a la larga ese
cúmulo de diversos “Inventarios” en un libro de consulta que se abre en
cualquier página para transmitir un mensaje único y bien escrito.
Atinadamente señala Villoro que, el golpe que dio el
gobierno de Luis Echeverría al periódico Excélsior de Julio Scherer García en
1974, lejos de acallar las diversas plumas que poblaban sus páginas, derivó en
una diáspora virtuosa que generó diversas publicaciones de muy variado formato
como los periódicos Uno Más uno y La Jornada, y la revista Proceso, y de forma
mediata, la creación de la revista Letras Libres.
A propósito de la intempestiva muerte de Rosario
Castellanos, Pacheco expresó en una de sus columnas Inventario: “Nadie puede
saber verdaderamente quién es un poeta, hasta que sus versos son su única voz…” En este caso se cumple la excepción, y León
Krauze, joven periodista, ante la muerte de su madre deja escapar al poeta que
se abre paso entre las facetas deportivas, políticas e internacionalistas del
comunicador para volcar su dolor en una poesía dicha en prosa que expresa su
sentir más íntimo. Como lectores la revelación
de lo vulnerable de su condición humana nos llega hasta lo más profundo.
¡Con cuánta urgencia necesitamos leer textos que nos
hermanen en esas situaciones que, finalmente, son comunes para todos! El dolor
de una pérdida; la ausencia lacerante por razón de una muerte. Esos trances que
todos hemos pasado o habremos de pasar, y que, al leerlos en pluma de otros,
nos permiten procesarlos y hasta sentirnos acompañados.
La familia ha entrado en crisis. Hay una desvinculación como nunca entre sus
miembros, de modo que vamos cayendo en una convivencia de soledades que se
desconectan entre sí. Triste decirlo,
pero con la muerte de los mayores puede precipitarse esa desunión, hasta
terminar cada integrante por su lado.
Hermoso ejemplo el que dan, en este caso, tanto el esposo como el hijo
ante la muerte de la esposa y madre.
Porque, hay que decirlo, Enrique Krauze ha publicado a su vez una
semblanza de la trayectoria de Isabel Turrent a través de la palabra escrita,
desde sus inicios hasta las publicaciones postreras.
Descanse en paz una gran mujer, que más allá de su actividad
profesional y académica supo generar y afianzar vínculos familiares firmes que
habrán de perpetuarla más allá de su partida física. Nos queda muy claro que ella ha cumplido con
su misión en la tierra.
concuerdo totalmente contigo ! x célebre escrito Carmelita!
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