sábado, 19 de octubre de 2013

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

EL GOZO DEL REENCUENTRO
 Sin temor a equivocarme,  uno de los momentos más significativos para cualquiera lo constituye el  reencuentro con amigos que no hemos  visto en mucho  tiempo.   Resulta muy gratificante   ponernos al día; traer a colación recuerdos que tal vez habíamos borrado; platicar, reír, y finalmente celebrar la vida.   A medida que avanzamos en  edad ese tipo de convivencias  cobran relevancia; habrá pasado más tiempo entre el ayer que se evoca y el ahora, además de que a través del tiempo se habrán generado mayores cambios en unos y otros, aunque venimos a comprobar con agradable sorpresa, que la esencia de aquella amistad ha permanecido inalterable a lo largo de esos años.  Por otra parte, acudir al reencuentro significa  que seguimos con vida y suficiente salud,  lo que viene a constituir un   motivo adicional de regocijo.
   La necesidad del ser humano por socializar está en la base de otras muchas necesidades.  El consumismo apela a esta necesidad: Ser más guapos, más delgados, más ágiles o más jóvenes con miras a  estar en capacidad  para entablar relaciones afectivas óptimas y así  sentirnos mejor.
   Durante la juventud se busca consolidar una relación de pareja, y probablemente iniciar una familia.  Otros aspectos pasan a plano secundario, o se dan en función a los dos anteriores; el círculo cercano lo constituirán  los compañeros de trabajo de la pareja, y más delante los papás de los amigos de los hijos.   Se olvida por un buen tiempo  aquello que nos identificó con  el  grupo de amigos durante los años de escuela, y no será sino hasta muchos años más delante cuando las amistades casi olvidadas de la juventud  recuperen su valor inicial, y pugnemos por reavivarlas.
   El encuentro con amigos en la edad madura tiene cosas divertidas y maravillosas.  Para quienes participan en él  habrán perdido importancia aspectos que en épocas previas de nuestra vida serían prioritarios.  Nadie va a reparar en la cantidad  de canas o de arrugas, ni en los kilos de más, o en  los lentes sin los cuales ahora leer resulta poco menos que imposible. Los signos del paso de la edad se acogen con gracia, y ninguno caerá en el ocioso juego de  juzgar al otro en función de si  usa ropa de marca, o conduce un vehículo  de modelo reciente. Hay aspectos definitivamente más trascendentes sobre los cuales enfocarnos; ahora descubrimos con la sabiduría que da la edad, que las cosas fundamentales que nos hermanan como seres humanos están más allá de apariencias, etiquetas o clasificaciones.  
   Muy  agradable es sentirse libres de prejuicios para actuar sin apego a protocolos; ser capaces de platicar de manera  desenfadada, y actuar con ánimo juguetón  en nuestra interacción con esos viejos amigos.  Maravilloso darnos esta vez  el tiempo para  descubrir en nosotros mismos la capacidad de asombro  con las cosas pequeñas, aquéllas que durante tantos años, en nuestra agitada ocupación, no tuvimos ocasión de detenernos a mirar  por el camino. Podemos volvernos sensibleros  sin llegar a importar lo que otros opinen.
   Cada etapa de la vida tiene su propia riqueza.   Los primeros años  ponen al ser humano en contacto con el mundo, y es a través del juego como el niño va  asimilando los roles que habrá de desempeñar más delante dentro  de la sociedad.  En casos de individuos exitosos, es significativo descubrir  la estrecha relación que hay entre las fantasías de un niño pequeño y su desempeño adulto, lo que anima  a apoyar  la idea  de proporcionar a todos los niños  un ambiente estimulante y rico en opciones que él pueda explorar y conocer, para más delante estar en capacidad de decidir su destino.  Grandes escritores evocan aquellos  primeros cuentos que escucharon de labios de su madre siendo muy pequeños; compositores quedaron marcados por  conciertos a los que acudieron llevados de la mano  paterna, y renombrados creadores dan cuenta de aquella biblioteca  del  abuelo en la cual, en medio de un desorden mayor o menor,  hallaban la ocasión de investigar y experimentar.
   Un poco más delante el individuo comienza a trazar más en forma lo que será su propio proyecto de vida, dejando de lado una serie de elementos de orden personal, que vienen a cobrar relevancia años después, cuando ese proyecto ya se concretó, dio  frutos, y deja de representar un asunto  prioritario.

   Llegado el tiempo de comenzar a redescubrir  lo propio, viene también el entrañable  reencuentro con los amigos. El círculo de la vida nos concede la oportunidad  de  iniciar los últimos noventa grados de existencia de la mejor manera, pues aun cuando los achaques físicos puedan haber aumentado, se asumen con filosofía, como parte de la vida misma, sin por ello desaprovechar la ocasión de vivir cada día de la mejor manera posible. 

COSAS NUESTRAS por Jorge Villegas


Maestros
Lo que nos identifica a todos los mexicanos es que algún día estuvimos en la escuela.
Por pocos o muchos años, ahí aprendimos a ser y a hacer.
A comunicarnos, a hacer cuentas, a trabajar solos y en equipo.
En ese trayecto siempre nos acompañó un maestro, o varios. Renegar de ellos, vituperarlos, es un ejercicio de autodestrucción.
Es válido demandarles que sean cada vez mejores.
Para que sus alumnos, nuestros hijos, sean también cada vez mejores.
Pero al buen maestro hay que apapacharlo, para confiarle nuestro tesoro.
jvillega@rocketmail.com

UNAS PALABRAS ACERCA DE LA MUERTE por Rosendo Villarreal Dávila





 Unas palabras acerca de la muerte

Rosendo A. Villarreal Dávila
"...que a papas y emperadores y prelados, así los
 trata la muerte como a los pobres pastores 
deganados..." Jorge Manrique, Coplas por la
 muerte de su padre. Siglo XV

Recientemente, fallecieron dos amigos y compañeros de generación, y una muy querida sobrina. Estos hechos dolorosos, tan familiares y cercanos a toda persona, me impactaron profundamente y me han movido a reflexionar sobre la muerte, de la que tarde o temprano nadie escaparemos.

No recuerdo exactamente si fue un poco antes de fallecer estos amigos, lo cierto es que hace poco escuché, en alguna de las lecturas de la misa, un texto ligado con la muerte. En ella un hombre se jactaba de lo bien que le estaba yendo en la vida, sus cosechas habían sido tan buenas que no cabía más trigo en sus graneros y tendría que ampliarlos, con la fortuna así acumulada viviría muy a gusto y a sus anchas durante muchos años. Ante esas palabras Dios se dijo: "¡qué hombre insensato!, hoy en la noche morirá. Nada de lo que está pensando le va a servir".

Así de simple, ¡Qué relativo es todo! Si esta noche muero, nada material merece la pena y menos la jactancia.

Si algo nos iguala a todos en la vida, ése algo es la muerte, para ella no hay bellos ni feos; ricos o pobres; sabios ni ignorantes; jóvenes o viejos; inteligentes o idiotas; sanos o enfermos. La muerte es el corte total que acaba con todo lo material de la persona; todo aquello que puede ser materialmente bueno o malo para alguien, termina con la muerte. Así es y, al parecer, así ha sido siempre, y aunque todos estamos muy consientes de este hecho, no todos ordenamos nuestra vida pensando que vamos a morir.

Me parece que para quienes creemos en una vida espiritual después de la muerte, es relativamente más fácil manejarnos frente a ella pero, curiosamente, aunque todas las religiones nos hablan de un paraíso que nos espera al término de esta vida, a pesar de que estemos viviendo graves problemas de salud, económicos o morales, no deseamos dejar esta vida y seguimos aferrados a que nuestro espíritu siga viviendo en este cuerpo nuestro, cada vez más achacoso.

Con frecuencia platicamos o escuchamos conversaciones acerca del paraíso en la vida del espíritu, y sin embargo, nos da mucho miedo abandonar este mundo tan lleno de sufrimiento, incomprensión, limitaciones y problemas. Conforme vamos llegando a una edad avanzada, vamos dejando de ver a la muerte como algo teórico y lejano empezamos a percibirla como un hecho más cercano y menos teórico, conscientes de que pronto puede llegar a nosotros.

Con todo, no por ello nos desasimos de la riqueza, la belleza, la salud o el placer, tan pasajeros como son. No acabamos de caer en la cuenta de que tanto los bienes como los males de esta vida son transitorios, no nos resolvemos a decir de corazón: me despego de ellos, los suelto, los dejo ir.

Por más vueltas que doy al asunto me digo: "debo despegarme, porque o me despego o ella me despega, o doy valor a lo que tiene valor real; si así lo hiciera, me ayudaría a vivir mucho mejor", pero es más fácil dar el consejo y comentarlo con otros, que vivirlo y que ponerlo en práctica.

La muerte, a fin de cuentas, también iguala a los que creemos y a los que no creen. Cuando se discute con ánimo positivo acerca de la existencia de Dios, siempre se llega a la misma conclusión: es muy difícil probar que existe Dios y es muy difícil probar que no lo hay, a fin de cuentas todo se reduce a un acto de fe, nuestra cabeza no alcanza para llegar a más que eso. Sigo pensando para mí, que es más bueno, bello y útil pensar que Dios existe; a pensar que estamos solos en el Universo, creo que nos hace más fácil salir adelante en la vida. 

Usted, qué opina. Por favor escríbame a roalvid@gmail.com Gracias.

EL PATITO FEO en dibujos animados

CONFETI DE PALABRAS por Eréndira Ramírez

Si México tuviera los llenos, la afición, la pasión, la inversión económica, la difusión que tiene el fútbol, en foros de educación, seguro que otra sería nuestra realidad y no viviríamos dependiendo de un gol y menos de uno que haga un equipo ajeno.
¿Dónde encontraremos las verdaderas razones que engrandecen a un país?
¿Cuándo lucharemos por dignificarlo? 
¿Quién tiene la culpa de que cada vez más mexicanos renieguen de serlo?...
La respuesta está dentro de nosotros mismos, México se construye con lo que cada uno de nosotros aporta día a día en actitud, en esfuerzo, en honestidad y congruencia en el trabajo diario.
Depender de lo que los otros hagan para llegar a una meta es denigrante, no solo en el fútbol. ¡Veamos en México algo mas que un balón!

VIDEO: Tango sobre hielo

QUÉ NOS MERECEMOS LOS MEXICANOS

La llamada "Reforma Hacendaria" va consolidándose, y como ya lo temíamos, viene a afectar a la clase media del país, la que ya pagaba impuestos, y que ahora tendrá qué pagar más.
Los mexicanos estamos conscientes de la necesidad de que exista un sistema tributario, pero claro, a la par de reconocer nuestra obligación por cumplir ante el SAT, manifestamos nuestra   exigencia de que esos impuestos nos sean devueltos en infraestructura, bienes y servicios, y seguridad pública, algo que no hemos sentido que se cumpla de manera óptima.
   Hay subejercicio, desviación, falta de transparencia y corrupción.
   Exigimos que los recursos sean bien utilizados, y que lo realizado se evalúe con base en resultados; aquí las buenas intenciones no cuentan.
   Esta mañana me topé con una imagen urbana que representa justo  lo que no debe suceder,  lo que ya no estamos dispuestos a tolerar cuando el incremento en  la tasa de recaudación comienza a asfixiarnos.
   Observen con detenimiento esta fotografía y luego contesten a una simple pregunta: ¿Satisface acaso las necesidades de  un discapacitado en silla de ruedas?   El presupuesto asignado a esta obra se ejerció, sin lugar a dudas, pero ¿acaso se planeó, se supervisó y se evaluó la obra final?...
   Ya no estamos dispuestos a aceptar ejercicios tramposos como éste.  Estemos pues conscientes de que de nuestra organización como ciudadanos depende conseguirlo.