La llamada "Reforma Hacendaria" va consolidándose, y como ya lo temíamos, viene a afectar a la clase media del país, la que ya pagaba impuestos, y que ahora tendrá qué pagar más.
Los mexicanos estamos conscientes de la necesidad de que exista un sistema tributario, pero claro, a la par de reconocer nuestra obligación por cumplir ante el SAT, manifestamos nuestra exigencia de que esos impuestos nos sean devueltos en infraestructura, bienes y servicios, y seguridad pública, algo que no hemos sentido que se cumpla de manera óptima.
Hay subejercicio, desviación, falta de transparencia y corrupción.
Exigimos que los recursos sean bien utilizados, y que lo realizado se evalúe con base en resultados; aquí las buenas intenciones no cuentan.
Esta mañana me topé con una imagen urbana que representa justo lo que no debe suceder, lo que ya no estamos dispuestos a tolerar cuando el incremento en la tasa de recaudación comienza a asfixiarnos.
Observen con detenimiento esta fotografía y luego contesten a una simple pregunta: ¿Satisface acaso las necesidades de un discapacitado en silla de ruedas? El presupuesto asignado a esta obra se ejerció, sin lugar a dudas, pero ¿acaso se planeó, se supervisó y se evaluó la obra final?...
Ya no estamos dispuestos a aceptar ejercicios tramposos como éste. Estemos pues conscientes de que de nuestra organización como ciudadanos depende conseguirlo.
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