sábado, 19 de octubre de 2013

UNAS PALABRAS ACERCA DE LA MUERTE por Rosendo Villarreal Dávila





 Unas palabras acerca de la muerte

Rosendo A. Villarreal Dávila
"...que a papas y emperadores y prelados, así los
 trata la muerte como a los pobres pastores 
deganados..." Jorge Manrique, Coplas por la
 muerte de su padre. Siglo XV

Recientemente, fallecieron dos amigos y compañeros de generación, y una muy querida sobrina. Estos hechos dolorosos, tan familiares y cercanos a toda persona, me impactaron profundamente y me han movido a reflexionar sobre la muerte, de la que tarde o temprano nadie escaparemos.

No recuerdo exactamente si fue un poco antes de fallecer estos amigos, lo cierto es que hace poco escuché, en alguna de las lecturas de la misa, un texto ligado con la muerte. En ella un hombre se jactaba de lo bien que le estaba yendo en la vida, sus cosechas habían sido tan buenas que no cabía más trigo en sus graneros y tendría que ampliarlos, con la fortuna así acumulada viviría muy a gusto y a sus anchas durante muchos años. Ante esas palabras Dios se dijo: "¡qué hombre insensato!, hoy en la noche morirá. Nada de lo que está pensando le va a servir".

Así de simple, ¡Qué relativo es todo! Si esta noche muero, nada material merece la pena y menos la jactancia.

Si algo nos iguala a todos en la vida, ése algo es la muerte, para ella no hay bellos ni feos; ricos o pobres; sabios ni ignorantes; jóvenes o viejos; inteligentes o idiotas; sanos o enfermos. La muerte es el corte total que acaba con todo lo material de la persona; todo aquello que puede ser materialmente bueno o malo para alguien, termina con la muerte. Así es y, al parecer, así ha sido siempre, y aunque todos estamos muy consientes de este hecho, no todos ordenamos nuestra vida pensando que vamos a morir.

Me parece que para quienes creemos en una vida espiritual después de la muerte, es relativamente más fácil manejarnos frente a ella pero, curiosamente, aunque todas las religiones nos hablan de un paraíso que nos espera al término de esta vida, a pesar de que estemos viviendo graves problemas de salud, económicos o morales, no deseamos dejar esta vida y seguimos aferrados a que nuestro espíritu siga viviendo en este cuerpo nuestro, cada vez más achacoso.

Con frecuencia platicamos o escuchamos conversaciones acerca del paraíso en la vida del espíritu, y sin embargo, nos da mucho miedo abandonar este mundo tan lleno de sufrimiento, incomprensión, limitaciones y problemas. Conforme vamos llegando a una edad avanzada, vamos dejando de ver a la muerte como algo teórico y lejano empezamos a percibirla como un hecho más cercano y menos teórico, conscientes de que pronto puede llegar a nosotros.

Con todo, no por ello nos desasimos de la riqueza, la belleza, la salud o el placer, tan pasajeros como son. No acabamos de caer en la cuenta de que tanto los bienes como los males de esta vida son transitorios, no nos resolvemos a decir de corazón: me despego de ellos, los suelto, los dejo ir.

Por más vueltas que doy al asunto me digo: "debo despegarme, porque o me despego o ella me despega, o doy valor a lo que tiene valor real; si así lo hiciera, me ayudaría a vivir mucho mejor", pero es más fácil dar el consejo y comentarlo con otros, que vivirlo y que ponerlo en práctica.

La muerte, a fin de cuentas, también iguala a los que creemos y a los que no creen. Cuando se discute con ánimo positivo acerca de la existencia de Dios, siempre se llega a la misma conclusión: es muy difícil probar que existe Dios y es muy difícil probar que no lo hay, a fin de cuentas todo se reduce a un acto de fe, nuestra cabeza no alcanza para llegar a más que eso. Sigo pensando para mí, que es más bueno, bello y útil pensar que Dios existe; a pensar que estamos solos en el Universo, creo que nos hace más fácil salir adelante en la vida. 

Usted, qué opina. Por favor escríbame a roalvid@gmail.com Gracias.

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