LA PALABRA SANADORA
María del Carmen Maqueo Garza
Inicia febrero con una dolorosa noticia para las Letras universales: Wislawa Szymborska ha muerto. “Se apaga una voz tierna, irónica, libre” publica el ABC de España al dar la noticia. Poeta polaca, ganadora del Nobel de Literatura en 1996, para quien el galardón no significó otra cosa que la oportunidad de destinar su parte económica a obras sociales.
Nacida en Bnin en 1923 y habiendo transcurrido toda su vida en Cracovia, vivió de cerca la Segunda Guerra Mundial, lo que graciosamente le dio una visión cósmica de su propia realidad a lo largo de 88 años de vida. Así lo deja ver en un fragmento de su poesía “Una del montón”:
“En el vestuario de la naturaleza
hay muchos trajes.
Traje de araña, de gaviota, de ratón de campo.
Cada uno, como hecho a la medida
se lleva dócilmente
hasta que se hace tiras….”
En mi ámbito muy personal llega dicha nota luctuosa en uno de esos días cuando me siento agobiada por los contenidos que comunica la palabra escrita en los medios noticiosos. Tomo el periódico y me topo con los siguientes encabezados: “Acribillan soldados a un narco/Sicarios lo matan frente a su esposa/No me preocupan los pobres (de labios de un político)/Mata moto bomba a seis…/Muere un hombre con cocaína en el estómago/Interceptan un paquete de ántrax/Atacan a desertores/16 mil niños explotados sexualmente”… Después de este repaso calamitoso me queda el alma desinflada, llevándome a cuestionar en qué mundo les ha tocado vivir a mis hijos.
Es entonces cuando recurro a la palabra sanadora, aquélla que al ser leída revierte de manera casi absoluta los contenidos negativos, y exorciza demonios. Palabras cálidas como las de Wislawa quien supo encarar la adversidad con humor, sin perder la sonrisa, propuesta a dejar constancia escrita de ello y así inyectar ánimos a sus lectores.
La poeta emprendió estudios universitarios de Literatura Polaca y Sociología, publicando sus primicias literarias a finales de la década de los cuarentas. Sus primeras obras mostraban apego a la corriente de realismo socialista, y ya hacia la segunda mitad de los cincuentas define una postura crítica frente al sistema, que la distinguiría a lo largo de su vasta obra. El suyo es un claro ejemplo de un espíritu preclaro que se vale de la palabra escrita para escudriñar su propia realidad hasta entenderla, pero sobre todo, pasa del análisis llano a hacer propuestas de gran valor, que van más allá de tiempos y geografías y tocan el corazón de quien se adentra en la lectura de sus textos.
El ser humano en los albores del nuevo milenio baraja opciones de comunicación que se antojan interminables; la gama es amplísima, desde perder el tiempo en navegaciones sin rumbo, hasta volcarse con sus personales cuitas en una suerte de monólogo que posiblemente alcance a contagiar a otros, aunque la mayoría de las veces se concreta a ser eso, una catarsis personal cuya utilidad es propiamente para el autor.
Otros utilizan los medios electrónicos transitando de la sensación interna a la comunicación con los demás, concediéndose licencia para romper cualquier barrera que el sentido común pueda marcar. Por este camino se desarrollan escritos que van desde muy creativos hasta próximos a la coprolalia, y que conectan al autor con lectores en iguales condiciones internas, convirtiendo aquello en corrientes interpersonales que por lo general llegan a agotarse pronto.
Finalmente tenemos a los iluminados de la palabra escrita, los de espíritu sensible y elevado quienes se aplican a la utilización del lenguaje con un propósito humanista. Los impulsa el afán de contribuir al bien común: Tenemos a lo largo de la historia muchísimos escritores que han partido de su realidad personal para trascender en tiempo y geografía hasta ir a tocar la vida de muchos otros. En la actualidad, además de quienes publican mediante ediciones impresas contamos con aquéllos en línea que procuran la utilización de la palabra escrita para aportar algo digno de ser leído, y que resulte enriquecedor y reconfortante.
Internet representa una maravillosa ventana a través de la cual observar al mundo, y de igual manera llega a constituir un muelle desde el cual podemos lanzar nuestros propios contenidos al océano de la conciencia global, para entre todos construir el imaginario colectivo. Wislawa es un extraordinario ejemplo a seguir, mujer de espíritu libre que no se quedó anclada en la desgracia que le tocó vivir durante su juventud, sino que se dio a la tarea de utilizarla como plataforma para lanzarse a sanar a otros mediante su visión de las cosas.
Nuestro mundo está urgido de más poesía y de menos armas; necesita volver los ojos al niño interior que invita a celebrar un solo hecho maravilloso: Estar con vida hoy, en este preciso instante.
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