domingo, 2 de septiembre de 2012

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza

TRES MARÍAS Y  EL BOTÓN
Alejandro Pérez Varela publica en la revista digital “Sin Embargo” un artículo altamente recomendable,  cuyo título describe el estado de ánimo que muchos de nosotros traemos a últimas fechas: “Qué cansado es México”.  El periodista habla de su malestar frente a tantas inconsistencias  del sistema, turbiedades y excesos por un lado, y por el otro desviación de recursos frente a necesidades de primer orden.
   Para abundar un poco en los puntos que señala, diría yo que este reciente asunto de la emboscada en Tres Marías contra un vehículo consular  tripulado por dos norteamericanos y un militar mexicano,  ilustra perfectamente aquello de “para muestra basta un botón”.  Resulta terrible  descubrir la forma como las partes involucradas  se dicen, se desdicen y luego se contradicen con aquella tranquilidad: Que si los supuestos atacantes eran policías, o narcotraficantes, o zetas; que si atacaron o contraatacaron; que si iban de civiles; que entonces cómo estaban uniformados cuando los aprehendieron; que si los atacados eran de la CIA, que si de la DEA, que si de ninguna… Que si cumplían una misión conjunta con México; que quién autorizó que lo hicieran; que si eran infiltrados; que si obraban por cuenta propia, sin permiso.  Que si el militar mexicano que iba con ellos conducía el automotor; que si no  iba conduciendo…Versiones van, versiones vienen, para vergüenza de todos nosotros como mexicanos.  Y para rematar, los norteamericanos abandonan territorio nacional sin que las autoridades correspondientes hayan integrado una averiguación previa, y hasta me atrevo a suponer,  quizás sin estar enteradas de que salieron del país.
   Parafraseo a Pérez Varela: “El problema es que cada uno de estos asuntos que nos quita la fuerza, se la entrega a alguien más.” Y nuevamente vuelvo a mis cavilaciones: Desde los altos mandos pasando por los políticos “de estreno”  que vienen con la nueva administración, y otros tantos reciclados, hasta nosotros como ciudadanos, como medios, como ONGs, ante situaciones como ésta nos expresamos en el sentido de que ya no  se van a permitir abusos, incongruencias, impunidad, corrupción, malos manejos, y mil cosas más.  O bien, nos quejamos amargamente de los millonarios sueldos y dietas de nuestros diputados y líderes sindicales, o de cómo se reparten   recursos a discreción. Pero simplemente lo decimos, o quizás lo gritamos por un rato;  luego de ello no sucede nada distinto, y las cosas vuelven a sus patrones anómalos, y nuestro país sigue empantanado.
   “A veces pienso que se inyecta este cansancio porque a muchos les conviene que estemos cansados” continúa diciendo Pérez Varela, y otra vez nos conmina a la reflexión.  ¿Cómo es posible que con lo que se ha invertido en la lucha contra el narcotráfico no haya resultados alentadores? ¿Cómo es que con lo que destinado al rubro de Seguridad Pública Genaro García Luna no salga ahora a dar la cara? Y lo peor, ¿que México, sus instituciones, sus ciudadanos, no parezcamos mayormente preocupados por ello?
  Con respecto a un incidente de alcances internacionales como el ocurrido en Tres Marías: ¿Cuál es la opinión de la Secretaría de Relaciones Exteriores? ¿En qué sentido se ha manifestado? ¿Qué pueden decirnos los altos mandos de la SEDENA? ¿Ya investigó la PGR la filiación de los atacantes?...
   A ratos pareciera que las investigaciones se dejan a medias a propósito, para que  existan suficientes  inconsistencias que permitan  concluir una falta de pruebas con miras al carpetazo,  sobre todo en un sistema en el cual tenemos visto que no es raro que la autoridad  se incline a favor de los delincuentes.  ¡Ah! Pero que a una pobre infeliz no se le ocurra robarse un paquete de jamón por hambre, porque se queda refundida en prisión, aún sin haber sido sentenciada.
   El artículo en cuestión me hizo reflexionar: Lo que sucede en nuestro país tiene un efecto de “cuchillito de palo” en el ánimo de todos los mexicanos.  Vaya, aunque yo no haya padecido de manera directa a causa de alguno de los muchos delitos que se cometen en nuestro país, o aunque no me haya tocado un daño en mi vida personal debido al proceder  ilícito de algunas autoridades, el hecho de saber que esas cosas ocurren, y que  llegan a afectar de manera grave e irreversible  a ciudadanos que tratan de cumplir  y de llevar el sustento a sus hijos, me  causa desánimo.   Ahora bien, ¿quién sale ganando con mi desánimo? Es la pregunta central que el periodista nos plantea en su escrito, y que más nos vale apurarnos a contestar.
   Termino con una frase de Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos.” A todos quienes conformamos este México bueno pero  pasmado, más nos vale darnos cuenta de ello y comenzar a actuar.

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