domingo, 25 de septiembre de 2016

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez


La tristeza es sentimiento invasivo y poderoso que gusta de habitar en almas vulnerables.

Es nube que impide ver hasta la más brillante de las lunas, es largo túnel obscuro que nos hace perder el mejor de los paisajes, en este viaje maravilloso de la vida.

La tristeza a veces ni siquiera necesita justificación para hacernos víctimas de ella, se vale de artimañas para deformarnos imágenes y hacer parecer lánguidas sombras, las más hermosas figuras de una flor, de un crepúsculo, de una sonrisa.

Al vivir, por fuerza recibiremos periódicamente dosis de tristeza, pero no hay que volvernos adictos a ella, hay que saber contrarrestar sus efectos y reconocerla a tiempo para encontrar el antídoto que nos libere de ella.

No es fácil, la tristeza se aferra y pareciera tejer una resistente red que nos atrapara el corazón y disminuyera la intensidad de sus latidos hasta hacernos sentir que se nos oprime en el pecho y nos duele profundamente, como nos duele vivir.

No perder la voluntad de vivir plena y alegremente la vida, sin cifrar esta alegría en algo o alguien, sino en nuestro interior; primero estar bien conmigo, después con los demás.

Sumar felicidad a la que que nace de mi, ser generadora de mi dicha, no huir de aquí y de allá buscando lo que realmente debo encontrar dentro de mi mismo, esté donde esté.

Habrá mucha cosas o personas en la vida que potencien nuestra felicidad, pero siempre debemos ser fábricas autosuficientes, con producción idónea para el autoconsumo y si fuera posible. capaces de tener excedente para compartir con los demás, solo es cuestión de aprender a encontrar en la vida, los materiales mejores para lograr un producto de calidad.

Nadie encuentra lo que no busca, hay que salir del mercado de la tristeza para encontrar mercancía que le dé un verdadero significado a nuestro diario vivir.

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