domingo, 18 de agosto de 2019

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

La paz interior es tan importante, que no se debe permitir se contamine con las toxinas de aquellos que viven a nuestro alrededor. Sin embargo aún en las relaciones de afecto auténtico y bien intencionado, pueden surgir efectos secundarios. Todos estamos expuestos a sufrir y causar daños en nuestras relaciones interpersonales, intencionalmente quizá sean las menos, sin duda habrá quien lo hace, pero la mayoría de las veces es involuntaria.
          Hay individualidades, situaciones especiales en que nuestra intención es una y la consecuencia de nuestra acción es otra, porque se malinterpreta o porque quizá fue poco asertiva, fuera de tiempo, o dimos una medicina adecuada pero nuestro diagnóstico era erróneo.
          No podemos huir de la toxicidad que las relaciones a veces nos causan, o causamos, hay que intentar limitar los daños, y evitar en lo posible que nos los hagan, por lo menos deliberadamente.
Asumir que en el amor más profundo y verdadero, pueden surgir palabras o actitudes que provoquen daños, pero mientras se reconozca que no hay intencionalidad, y que puede ser que seamos nosotros los que asimilamos mal la situación y por ello nos resulta tóxica, no todo los que nos daña viene de fuera. Hay que sanear el alma, saber asimilar los errores propios y ajenos, perdonar y reconocer que pocos serán aquellos a quienes tengamos que retirar definitivamente de nuestras vidas. Cuidarnos de no equivocarnos al sacar de ella a quien valía la pena mantener, a quien no supimos comprender y juzgamos de manera implacable sin considerarlo siquiera digno de perdón. 
          Con juicios tan severos y faltos de reconocimiento propio de nuestra naturaleza falible, corremos el riesgo de quedarnos solos. No todo lo que nos daña, viene de fuera. Un espíritu enfermo genera toxinas y esas, esas son las más dañinas.

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