domingo, 20 de diciembre de 2020

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez



Una época navideña distinta, unos días que como siempre decía, deseaba vivir en paz, y no lo hacía, motivada por la reunión familiar, por el deseo de tener la casa arreglada, con un bello pino y nochebuenas. En donde el aroma navideño que a mis hijos les encanta, se esparciera por todos lados, movida ciertamente más por ellos que por mí misma.

Y aquí estoy, como tantas veces pensé quería estar, en paz, sin algarabía, sin tener que pensar en que hacer de cenar, en arreglar la casa, nada. Esa ansiada paz viene ahora impuesta, forzada por las circunstancias. Recuerdo entonces el dicho; "cuidado con lo que pides, porque se te puede conceder".
Definitivamente, las circunstancias han cambiado, y mi solicitud no era ésta, no así, no entre tanta incertidumbre, dolor, llanto, enfermedades, miedo, soledad forzada, renuncia a disfrutar de la compañía familiar. No a tener casi un año sin poder abrazar, besar, mantener contacto estrecho con la gente, cantar con mi coro presencialmente, haber tenido que adelantar mi jubilación para no contagiarme. En fin cambiar toda mi vida, y con todo ello dar gracias por permitirme llegar a este día, nunca como antes había valorado tanto despertar y sentirme viva, y que un "buenos días" de mi familia y amigos, haciéndome saber que están bien, me llenara tanto el alma.

Sí, va a ser una noche de paz para mí, cargada de nostalgia, de tristeza por aquellos que han partido, por los que sufren su duelo, por los muchos que estarán enfrentando la enfermedad y por los que renunciarán a los festejos, en aras de cumplir con su misión de curar.

Una paz que no es la que yo quisiera vivir y menos que vivieran los menos afortunados que yo, porque finalmente no tengo derecho a quejarme. Me afligen dolores que no puedo llamar ajenos, porque nos son comunes a todos, pero en lo personal, esta navidad será un espacio para mitigar las penas, para agradecer la vida, para reafirmar la fe, alimentar la esperanza y seguir alentando mi alma a creer en mejores tiempos.

Tengo muchos motivos que soportan mi esperanza, dos de ellos, son dos pequeños, que ya viven en mi corazón desde que sé de su existencia. Son ellos una luz que alumbra mi existencia, cuando la obscuridad de la calamidad quiere arrebatarme la voluntad. Son ellos ahorita mi mayor acicate para seguir siendo positiva, y no perderme en malos presagios, en pesimismos.

Todo pasa y esto también va a pasar. Por lo que a mí toca, hallarán todo el amor y la confianza que mi corazón les puede dar, un escudo que les proteja, como a mí siempre me ha protegido el amor de la adversidad, que en este terrenal andar nos toca tarde o temprano enfrentar.

Una navidad en que el mejor alimento sea la fe y el mejor regalo la salud, la vida, la resignación, el perdón. No sé si feliz, pero navidad al fin, donde nazca en todos nosotros un sentimiento fraterno de unidad, que fortalezca el espíritu y nos renueve el sentimiento de sentirnos hermanos

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