domingo, 6 de junio de 2021

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


TOMA Y DACA

El único autógrafo digno de un hombre es el que deja escrito con sus obras.

José Martí

Para los mexicanos se llega un día muy esperado: el de las votaciones intermedias, que van a determinar el rumbo que llevará el país los próximos años.  Sé que en estos días los grandes columnistas han venido abordando el tema con todas sus minucias y amplio conocimiento de causa.  En lo absoluto pretendería emparejarme con ellos, aunque a la vez siento que debo de tocar el tema, desde la mirada lateral con la que suelo  expresarme en mis colaboraciones.

Con las votaciones de este día termina, al menos en teoría, el juego de polarización que nos ha caracterizado en los últimos meses, en particular a través de redes sociales.  Me recuerda el juego denominado en español “toma y daca”, aunque lo encuentro más acertado con su nombre original en lengua inglesa “tit for tat”, uno golpea al otro y éste le regresa el golpe, y así siguen por buen rato sin la posibilidad de desertar.

Si repasamos la historia de la civilización, vamos entendiendo la cantidad de elementos que intervienen en la formación de las sociedades.  En alguna charla he escuchado a Julián Herberth hablar apasionadamente del lenguaje, preguntándose cómo pudo surgir, a partir de la necesidad de comunicar al otro.  Cuando volteamos a ver  especies distintas a la nuestra, identificamos determinados códigos de comunicación a través de movimientos, sonidos o construcción de espacios, como ocurre con rituales de algunas aves, entre las que el macho construye el nido y una vez terminado, corteja a la hembra.  En lo particular me engancho fácilmente con esas historias que se vienen dando a través del tiempo, en el caso de los humanos partiendo de sonidos guturales y de pinturas rupestres.  Quiero creer que los autores de estas últimas ya habían asimilado el concepto del tiempo, y tenían el propósito de trascender más allá de la muerte.

Es así como el lenguaje va aumentando en cantidad de vocablos, comienza a regionalizarse y a diversificarse, hasta convertirse en la Torre de Babel bíblica, en la cual cada grupo habla su propio idioma y no es capaz de comunicarse más allá.   En ese punto –nuevamente apelando a la imaginación—deben de haber surgido los trovadores que llevaban noticias de uno a otro lado, estableciendo corredores culturales que fueron interconectando a los seres humanos.  Son escasos los grupos que permanecieron ajenos a ese trueque de concepciones, y  es a partir del surgimiento de la imprenta en el siglo XV, cuando la comunicación puede considerarse confiable.  Ya no influye el mensajero en provocar distorsión de los contenidos.  Antes de Gutenberg estuvieron los escribas, en general se trataba de monjes dedicados a transcribir a mano documentos, en su gran mayoría sagrados, para las grandes bibliotecas, inicialmente sobre papiros.  Y dado el coste de estos, no pocas veces se trabajaba con palimpsestos, esto es, un material que ya había sido utilizado se preparaba para volver a escribir sobre él.

Este concepto de palimpsesto bien puede ampliarse a las formas del lenguaje oral.  De distintas maneras vamos haciendo apropiación de elementos antiguos sobre los cuales trabajamos para dejar nuestra impronta.  Lo vemos en la literatura, hay estilos literarios que se apoyan en modelos anteriores, y finalmente, como suele decirse: Todas las historias ya han sido contadas.

Regresando al punto inicial de la polarización en redes sociales.  Tal vez el salto cuántico después de la invención de la imprenta haya sido la world wide web. Esto es, cuando desde un equipo de computación podemos enlazarnos sucesivamente con uno y otro, y otro sitio virtual.  Como usuaria de la Internet, a mí me tocó ese modo de utilizar la computadora como una especie de fichero frente al cual los niños de hoy se morirían de risa.  Asunto lento eso de tener que esperar a que se procese una información para pasar a la siguiente.  El hipertexto o interconexión de la web 2.0 llevó a la creación de redes sociales, iniciando por las salas virtuales, que avanzaron progresivamente  hasta llegar a los mensajes instantáneos con sus grandes beneficios y  terribles  posibilidades, entre ellas la polarización.  Muy en particular en el Twitter, este “toma y daca” se juega de manera continua hasta extremos perversos, llegando a convertirse en una lucha de poder, tantas veces con intereses de fondo que no alcanzamos a identificar, aunque estemos sobre la arena digital, en pleno golpeteo.

¡Cuánto necesitamos ser dueños absolutos de nuestras decisiones, como la de salir a votar hoy! Nos corresponde ser parte de la historia, un arquetipo sobre el cual las futuras generaciones escriban las suyas propias.  El apasionamiento digital poco logra.  Necesitamos forjar historias con hechos.

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