domingo, 7 de mayo de 2023

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

En esta vida se tiene que aprender a reconocer los límites, para poder disfrutar de nuestra libertad sin afectar a otros.
 
Llevada aún por la mejor de las voluntades, por la buena fe, nuestra injerencia en la vida de los demás tiene fronteras que no se deben rebasar.

En ocasiones y creo yo que por soberbia, sentimos que tenemos la capacidad de poder influir en la forma de vivir de otros; nos consideramos "todólogos" y pretendemos ser maestros de vida en aspectos sobre los cuales ni siquiera tenemos experiencia .

Como si nuestra vida fuera ejemplar, modelo a seguir, nos entrometemos en hábitos de gente a la cual queremos y sentimos equivocada. Llegamos a creer que somos instrumento de cambio que les hacía falta, a pesar de que han vivido sin nosotros y tienen sus vidas en armonía, nos dedicamos a conducirlos a un estilo de vida, la nuestra, esa que con total falta de modestia parecemos considerar por mucho, vale la pena imitar.

Falta total de humildad, de respeto, porque el amor y la buena fe, ante todo debe demostrarse precisamente con respeto, sin pretensiones de cambiar a nadie, sin aspirar a que todos tengamos un mismo esquema de vida, reconociendo que hay muchos caminos para llegar a la meta, meta que en esta vida no debiera ser otra que la consecución de la felicidad.

La humildad es la base de la sabiduría, la arrogancia de considerarse cercano siquiera a la perfección, demerita cualquier acción, aun cuando sea llevada por la buena intención, por el amor.

Reflexiono hoy, a tantas décadas de camino andado, sobre la necesidad imperiosa de no trasgredir las fronteras de la individualidad de nuestros seres queridos, a no dar consejos no solicitados, a aceptar que son diferentes, y que esas mismas diferencias nos deben unir, sin intentar igualarnos,- A saber que un día te llamaran Doña Perfecta y no será adulación, sino sarcasmo, para evidenciar que te has sobrepasado en tus juicios y correcciones, sin que por ello te hayan intentado cambiar.

Siempre hay tiempo para enmendar errores, a veces falta un espejo que evidenciara, triste, dolorosamente esa imagen que uno misma se niega a mirar.

Nunca es tarde, si hay vida, si hay voluntad.

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