domingo, 9 de julio de 2023

CONFETI DE LETRAS por Eréndira Ramírez

¿Qué es lo que nos mueve? A veces resulta difícil saber cuál es la fuerza que mueve al ser humano a hacer o no hacer algo, a querer o no querer a alguien, o si no a quererlo, sí a compadecerse y apoyarlo cuando lo ve desvalido o enfermo. 

Ayer Iris me hacía estremecer con su historia, la conozco hace más de 15 años, en encuentros breves y generalmente restringidos a una cita médica, poco habíamos hablado de su vida.

Hoy a propósito del Día del Padre que recién festejamos, surgió el tema del mío, del amor que le he tenido antes y después de su muerte, de sus grandes virtudes, mi emoción al evocarlo no tenía eco en ella, su mirada permanecía ausente no denotaba sentimiento, cuando menos no descifraba yo alguno. Esperó a que terminara y en la misma actitud me dijo: "mi padre está en fase terminal de cáncer", pude entender su dolor, su padre, mucho más joven que el mío llegando al final, sin embargo su inexpresiva mirada tampoco mostraba la profunda pena que la situación justificaría, no, si acaso un dejo de tristeza, Iris, supe entonces, sufrió el abandono de sus padres, cuando era muy pequeña, cada uno por su lado rehízo o deshizo sus vida, eso no lo supe a ciencia cierta. Ella quedó entonces bajo la custodia de un tío político, esposo de la hermana de su madre, quien además poco después enviudó, padre de cinco hijos.  Jamás renunció a hacerse cargo de Iris, fue para ella un padre, un ejemplo viviente de humanismo, de amor al prójimo, es él quien sigue siendo el mejor recuerdo de su vida pasada. ¿Que movió a ese hombre sin lazos de sangre, sin una responsabilidad legal a hacerse cargo de esa niña? con apenas lo suficiente para mantener a sus hijos, sin esposa, bastante tenía ya que lidiar en la vida, pero lo hizo, y a decir de Iris, compartió el pan, el hogar y el amor con los hijos de ese maravilloso hombre, que desafortunadamente murió cuando ella era aún muy joven.

Iris me conmueve, porque cuando uno oye su historia, pretendería que su corazón solo albergara rencor, frustraciones, y que los resentimientos no le permitieran ser feliz, pero lo extraordinario en ella es que no pudieras adivinar su pasado, cuando la ves tan plena, tan realizada en su presente. Se casó muy joven y ha formado una bella familia con tres hijos, amorosa madre, responsable, guiada más por el sentido común y por la buena fe que por la educación formal.  Iris tiene la sabiduría que la vida le ha brindado, ha podido rescatar los mejores sentimientos de la gente que la ha rodeado y hacer a un lado el rechazo del que fue víctima. Ha cultivado el amor, y el odio lo ha enterrado. Ha sido capaz de perdonar, y tan humilde es que ni siquiera se da el derecho de juzgar. Sus padres biológicos tuvieron errores, pero ¿quién no los tiene? dice suspirando. 

Ahora con su padre enfermo, ella se muestra solidaria, ¿que la mueve? ella misma no sabe precisar que es lo que la lleva a su lado, no es la hija que acude amorosa a darle caricias, lo acepta, no es un amor de hija lo que la guía, menos se siente obligada a hacerlo, porque en honor a la verdad, nada tiene que agradecerle a su padre, pero no es ya momento de reclamos. A ella la vida la ha recompensado tanto, que no tiene nada que cobrarle a nadie, quizá se mueve por instinto o por ese sentimiento que su padre adoptivo le inculcó de ayudar al prójimo y más cuando ese prójimo, dice Iris, seguramente estuvo unida a ella por un sentimiento de amor, aunque después las circunstancias hayan cambiado.

Iris me dejó una mejor receta, que la que yo pude haberle dado para la enfermedad de su hija; vivir, sabiendo perdonar, atarnos a los sentimientos y recuerdos que nos reconforten liberándonos de aquellos que nos impiden avanzar, no auto compadecerse, dejar a un lado resentimientos para dar cabida a una vida plena y tener la capacidad de reconocerla y disfrutarla. Iris es un ejemplo viviente de que la gente de buena voluntad sigue existiendo. Hay que descubrirla, hay que imitarla y rogar porque sea esa gente la que mueva al mundo....

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