Sin pensarlo dos veces, lo levanté y lo llevé al veterinario. Confirmaron que no tenía chip, y en ese instante tomé una decisión que cambiaría nuestras vidas para siempre: seríamos una familia. No podía dejarlo solo en un mundo tan grande y desconocido. Ahora, mientras escribo esto, él está en casa, dormido plácidamente, seguro y feliz. Su carita expresa una paz que nunca había visto antes, y sé que este es solo el comienzo de una vida llena de amor para él.
Esta es su primera foto feliz, y espero que sea la primera de muchas. Gracias por aparecer en mi vida, pequeño. A veces no somos nosotros los que elegimos a los animales, ellos nos encuentran y nos eligen cuando más lo necesitamos.
Texto y foto tomados de la página de Fb del propio autor.
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