Nos rezagamos en la economía global por nuestra inconstancia laboral.
Sobran festivos, vacaciones, peregrinaciones y puentes holgados.
Los malos hábitos de trabajo los aprendemos, por supuesto, en la escuela.
Nuestros escolares tienen muchos menos días de clase que los niños japoneses o coreanos.
Y a eso se agregan puentes arbitrarios recetados por el Gobierno. Fueron cinco días sin clases por la celebración del Bicentenario.
Sin necesidad, decretó la SEP otros cuatro por el Día de Muertos.
Falta la holganza por el Centenario de la Revolución, el Día de la Virgen de Guadalupe y Navidad.
Por eso al banquete del desarrollo llegamos cuando la sopa ya se enfrió.
jvillega@rocketmail.com
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