¿Y TÚ, QUÉ LEES?
Iniciamos el 2011 con una exacerbación en la problemática social que nos ha venido asolando durante el último año; horroriza toparnos con que los móviles para la comisión de un homicidio son cada vez más absurdos. Tal parece que cualquier obstáculo que se encuentre en el camino es eliminado por la vía rápida, a punta de plomazos. Continúa el juego perverso de los medios haciendo una apología de la muerte día con día, nota tras nota, de manera que la vida va progresivamente perdiendo su valor.
Para este 2011 el Consejo de la Comunicación lanza una campaña orientada al fomento del hábito de la lectura, fundamentalmente la lectura en familia. Valiéndose de una intensa campaña publicitaria busca llegar a niños y jóvenes para despertar en ellos el gusto por la palabra escrita. Echa mano de cuarenta personajes con los que los chicos se identifican fácilmente, para estimularlos en el sentido de, cuando menos veinte minutos por día, emprender una lectura por el simple gusto de hacerlo.
Los índices de analfabetismo real y funcional en México son preocupantes. Aún hay segmentos de la población que no saben leer, aunque es cierto que en los últimos cincuenta años se ha hecho mucho por abatir estos índices, y podemos aventurar que en las zonas urbanas y suburbanas el analfabetismo real es mínimo. Sin embargo el analfabetismo funcional sigue siendo muy elevado, y una buena manera de medirlo es mediante la prueba ENLACE en su sección de Comprensión del Español, en la cual queda visto que el hecho de que un estudiante pueda identificar las palabras en un enunciado, no garantiza en manera alguna que esté asimilando los contenidos del mismo.
Doloroso reconocerlo, pero en gran medida el manejo de los medios, particularmente la televisión, parecieran propositivamente orientados a desalentar la comprensión de la realidad que vive nuestro país, manteniendo a la teleaudiencia en un nivel elemental con programas que para nada retan la capacidad del espectador sino todo lo contrario, parecen llevar a un estado de letargo mental preocupante. Coloca al público en posición de inyectarle los contenidos que el sistema elige, como el sistema lo decide, y justo en el momento en que así lo desea. La masa de espectadores va cayendo en un estado de pasividad que permite a otros actuar sobre la misma sin resistencia alguna.
Noam Chomsky, lingüista y filósofo norteamericano, catedrático del MIT, conoce bien la problemática socio-económica de México, y no ha dudado en señalar que la manipulación mediática que se ejerce sobre las grandes masas no es gratuita, sino que obedece puntualmente a los intereses de una elite dominante, la plutocracia que en nuestro país la conforman fundamentalmente políticos de alto nivel y grandes empresarios. De acuerdo a las teorías de Chomsky, es función de los medios propiciar y mantener ese estado de aletargamiento de la conciencia en la población, para de este modo actuar en beneficio de sus particulares intereses.
El mayor problema para cambiar este estado de cosas es justo incrementar la capacidad lectora en niños y jóvenes; para lograrlo es menester que la lectura sea vista como una actividad placentera, y no como una árida materia del programa escolar. Para que un chico se convenza de leer de modo que le tome gusto a la lectura, es necesario presentarle el libro como un objeto placentero. Y para presentarlo de esta manera es preciso primeramente que el presentador esté convencido de ello. La iniciativa del Consejo es plausible, es más, yo diría que urgente, si queremos sacar a nuestro México del marasmo mental en que se encuentra sumido. Por una parte se embota la razón, y por la otra se somete la voluntad; expresar nuestras ideas equivale muchas de las veces a firmar una sentencia de muerte en el mediano o largo plazo, en un país en donde comienza a optarse la vía de las balas antes que de las palabras.
Hay mucho camino por recorrer; se requiere de la conjunción de esfuerzos, más que de autoridades, más que de maestros asalariados, de ciudadanos convencidos de que leer es ponerse a dialogar con los grandes maestros de todos los tiempos. Que una página es algo así como la alfombra mágica que nos transporta a otros universos, y que una sola palabra es capaz de cambiar al mundo. Necesitamos hombres y mujeres, jóvenes, niños y viejos entusiastas, dispuestos a compartir ese gusto por la lectura, a quitar el rostro severo a los libros, y mostrar a otros a través de las propias experiencias, que en la medida en que leemos y conocemos, estamos en capacidad de cambiar lo que haya qué cambiar para bien de nuestro México.
¡Tiempo de comenzar! ¿Y tú, qué lees?...
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