CON OTROS OJOS
Christopher es un joven enamorado de México, que igual se entusiasma oyendo hablar de las riquezas de cada estado, como lo hace al platicar con perfecta dicción sobre sus viajes por Quintana Roo, Yucatán, Colima, Jalisco, Chihuahua y Zacatecas. Estuvo en Baja California y Sonora, y para el verano planea conocer Veracruz y el sur de Tamaulipas, y por qué no, tal vez Durango. Está perfectamente informado de nuestras instituciones y conoce sus funciones, de manera que no duda en identificar a cuál recurrir en un momento dado. Aguza sus sentidos para capturar imágenes, vocablos, acordes musicales, aromas, sabores; se detiene en cada uno, los goza y los guarda. Disfruta las historias que la gente cuenta, y lleva consigo mucha información impresa que ha recolectado durante su viaje. Cualquiera de nosotros pensaría que se trata de un mexicano que ama tanto a su país que se ha propuesto agotarlo; el pequeño detalle es que Christopher es austríaco y visita México por quinta vez desde el 2006.
Este joven investigador utiliza el dinero de un premio académico de excelencia otorgado por el gobierno de su país, para recorrer la frontera norte de México investigando su cultura. Llegó a Piedras Negras ávido de información, aunque de entrada se topó con que la institución encargada oficialmente de la cultura en nuestro municipio se negó a atenderlo, y ha sido mediante otras instancias, y la buena voluntad de ciudadanos “de a pie”, involucrados en el movimiento cultural local, como Christopher ha venido recabando la información necesaria para su tesis de doctorado. Su perfil profesional le brinda las herramientas para abrirse paso en circunstancias adversas, y a la fecha cuenta con un nutrido grupo de amigos, entre los cuales me cuento, que hemos sellado con él un pacto de cooperación. En lo personal me mueven dos cuestiones, la primera es sentirme mucho muy honrada como mexicana al percibir que alguien venga desde tan lejos con singular entusiasmo a recordarme cuán grande es mi país. Y la segunda, que sea antropólogo social, profesión que tuvo José, mi compañero para vivir la vida, de quien aprendí una perspectiva muy particular para compenetrarme con las riquezas de mi amado México.
A Christopher nada lo arredra, ni la indiferencia de las instancias oficiales, ni la tibieza de las que sí lo recibieron pero se quedaron casi en buenas intenciones. Su trabajo de investigación llegará a feliz término, de eso estoy más que convencida, y algo que él no se propuso con su visita, pero que en lo personal me queda como enseñanza de la misma, es que los mexicanos, y en este caso los coahuilenses, necesitamos despertar y entender la urgente necesidad que tenemos de cerrar filas, en este caso creadores y promotores culturales. Cerrar filas para tejer una red que nos sustente a todos, facilitando nuevas oportunidades de crecimiento, pero sobre todo hacerlo con el fin de ofrecer una propuesta enriquecedora para nuestros jóvenes, en un país que en ratos el desánimo nos tienta a considerar como causa perdida.
Está visto que muchos de los organismos oficiales están muy alejados de los propósitos, tanto de creadores como de promotores culturales, en tanto nosotros nos hallamos algo aislados unos de otros, de manera que la comunidad se queda en niveles pobres de participación. Esta inquietud ha sido compartida al menos por aquéllos a quienes el entusiasmo del joven investigador europeo incidentalmente ha acercado, quizás más de lo que nosotros mismos habíamos hecho antes de ahora.
En aras de nuestro rescate como nación urge comenzar a ver a México con otros ojos, redimensionar aquellos elementos que nos pertenecen a todos, y que nuestra misma indiferencia está entregando a la delincuencia para que haga pedazos: La diversidad de nuestros ecosistemas; la grandeza de los grupos humanos; el inagotable abanico de formas y colores que se despliega a través de tiempo y geografía. La maravilla de nuestra artesanía, llámese textiles, cestería, cerámica, maderas, metales, vidrio soplado. La arquitectura colonial y moderna; las artes plásticas; esa gastronomía que no por nada nos coloca entre las tres más ricas del mundo; nuestra música, nuestras danzas. Las bellas tradiciones centenarias; las letras, el cine, el teatro; en fin, toda expresión de identidad nacional. Y por encima de ello la alegría que aún en las mayores adversidades no nos abandona, y ésa nuestra fe que nos lleva a encomendar al cielo las causas más difíciles con absoluta confianza, como haría un niño.
Christopher: Gracias por creer en México, por exhortarnos a ver lo propio con otros ojos; a redescubrir y aquilatar todo aquello que tu amor por lo que es nuestro pone muy en alto. Ello nos conmina a sacar del letargo, de una vez y para siempre, nuestro oxidado orgullo patrio.
http://contraluzcoah.blogspot.com/
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