POESÍA SOMOS TODOS
Un hecho relevante en nuestro país durante esta semana, fue el encuentro entre Felipe Calderón y Javier Sicilia en las instalaciones del Castillo de Chapultepec. Coincide para Coahuila con la recta final en las campañas políticas para gobernador y diputados, en las que cada contendiente ha buscado desacreditar al contrario, resultando en singular lío mediático.
Dichos asuntos me remiten a una reflexión que hoy deseo compartir: Como mexicana, como coahuilense, como madre, como aspirante a poeta me atrevo a decir: “Poesía somos todos”, como habría cantado el inmortal Bécquer a su amada intangible. El movimiento iniciado por Javier Sicilia a raíz del asesinato de su hijo el pasado marzo, lleva incrustado un pedazo de cada mexicano, una cuña de dolor, de inconformidad; de impotencia o desaliento, y por supuesto, mucho de esperanza. Él ha venido a representar de uno u otro modo el sentir de toda una nación que se percibe victimizada por la terrible oleada de violencia, tanto la generada por el crimen organizado, como aquélla con que la fuerza pública hace frente a los criminales arrastrando vidas inocentes a su paso. Eso sin hablar de la ominosa corrupción que viene infiltrando cuerpos policíacos y militares a lo largo y ancho del país.
Los ciudadanos nos hemos convertido en una suerte de espectadores prestos a señalar con índice de fuego las fallas que tienen las figuras públicas en su actuación, pero que no parecemos dispuestos a abandonar nuestra molicie para salir a cambiar aquellas cosas que reprobamos. Asumimos los acontecimientos del país a manera de telenovela, como si con presenciarlos a la distancia y criticarlos ferozmente estuviéramos cumpliendo como mexicanos. Tal sino ha tenido para este momento la actuación de los dos personajes centrales del encuentro de Chapultepec: Algunos simpatizantes de Sicilia lo han tachado de “vendido”, en tanto los críticos de Calderón señalan que se trata de un montaje publicitario a su favor, y que el propio Sicilia estaba de acuerdo en actuar su parte del supuesto parlamento teatral.
Vienen a mi mente las palabras de Robert Warren que hablan del poema, no como algo que se ve, sino como la luz que nos permite ver, y eso que vemos es precisamente la vida. Yo no concibo que Javier Sicilia pueda traicionar sus propias palabras, su dolor más grande, para vender un producto publicitario. Es, en cambio, la voz de todos que convoca, que denuncia, que exige rendición de cuentas, y que mucho ha logrado al sentarse a dialogar al tú por tú con el primer mandatario, hasta llevarlo a rozar de manera directa el dolor de las madres huérfanas.
Ahora bien, con relación a las elecciones en el estado de Coahuila es evidente que ha habido de todo. Queda claro que en ese río revuelto el desbordado entusiasmo de muchos ciudadanos representa el instrumento para asegurarse una posición o un ingreso para los próximos seis años. Con ello recuerdo al sabio de Tagore cuando dijo: “Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo”. El pájaro son nuestros ideales, esas causas nacionalistas por las que los grandes revolucionarios han emprendido una lucha sin cuartel hasta ver que se hicieran realidad, no para su bolsillo, no para asegurar el patrimonio familiar, sino para el beneficio colectivo de esa patria anónima a la que el líder auténtico se debe en razón de sus principios inamovibles. Pareciera que de esos próceres ya no hay, y que en todo esfuerzo va implícita la expectativa de un beneficio económico.
En medio de este capitalismo que contamina los más altos propósitos de la ciudadanía, el poeta se escapa, todavía sabe condolerse con el sufrimiento del más pobre, del marginado; se apropia del luto ajeno hasta sentirlo como suyo. El poeta es el corazón, el pálpito vivo de una sociedad; su verbo a manera de sangre rutilante mantiene la existencia de aquel entramado social. Él es capaz como ninguno de percibir y luego ahijar las palabras del que sufre y hacerlas suyas por un rato, mientras alcanzan a tocar a los oídos de los sordos para abrirlos.
Termino con las palabras de Gabriela Mistral, chilena, premio Nobel de Literatura. Ella, la mujer que supo llevar en su vientre tantas maternidades prestadas, dijo con claridad y contundencia que en vano se echa la red ante los ojos de los que tienen alas. Sicilia parte de su propio dolor montado en las alas del verso más ligero para conminarnos a no desfallecer en la consecución de una paz duradera, a no pactar más allá de la verdad, y a abrir canales de diálogo y entendimiento.
¡Larga vida al poeta, a su palabra, a su dolor de parto, y que la verdad nos haga libres al momento de votar!
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