sábado, 13 de agosto de 2011

CONTRALUZ por María del Carmen Maqueo Garza


SINFONÍA NEGRA
Vamos con nuestro inventario semanal: Un futbolista muerto de veintisiete impactos  mientras viajaba.  Un poeta que celebra el lanzamiento de su nuevo libro y dos días después  es terriblemente violentado en la persona suya,  de su esposa, y en su casa habitación.  Una investigadora de posgrado de la UNAM desaparecida.  Además están los muertos nuestros de cada día, que por cotidianos no  parecemos tomar tanto en cuenta aunque claro,  rompimos récord  el martes con 86 en 24 horas.  Y está también el absurdo de las aprehensiones “en tiempo real” (El “Compayito”), y  la  contundente evidencia de que en un razonable período de tiempo a cualquiera  le van desapareciendo los  delitos (“La Reina del Pacífico”).
   Sin embargo esta semana surge algo esperanzador, parece que las palabras de José Narro Robles, rector de la UNAM, han tenido algo de eco en donde deberían tenerlo, y Felipe Calderón propone un diálogo entre representantes y representados  en torno a la Ley de Seguridad.  Comienzan a dar frutos las luchas sembradas por Javier Sicilia y  el Padre Solalinde; por Isabel Miranda y  Alejandro Martí; por Julián Le Barón y  Maricela Escobedo;  por los Juanes, los Pedros, las Marías;  mexicanos cercenados pero  jamás abatidos.
   Vivimos tiempos singulares: Destapes oficiales  y fortuitos van  indicando quién aspira a la presidencia, y de inmediato las piezas sobre  el tablero comienzan a  cambiar posiciones en busca del jaque-mate del 2012.   Sin embargo en medio de este  jolgorio hay un clima pesado que algunos detectamos, otros parecen no hacerlo,  y  unos más se ocupan de camuflar.  Hay que analizar lo que está sucediendo,  la forma sistemática como se violentan los derechos humanos, tanto por parte de los delincuentes, como de las corporaciones que, al menos en teoría,  están para vigilar que se cumplan nuestras garantías individuales.
   Vamos llegando a un peligroso límite como sociedad. No es nada más la violencia de los últimos tiempos,  es la descomposición social de varias décadas que ahora simplemente entra, como sinfonía negra, a un cuarto movimiento “in crescendo” del cual resulta cada vez más difícil  desprenderse.
   Más vale que lo creamos: Hemos criado una legión de niños solos, que no se sienten amados, que no han desarrollado aprecio por la vida.  Hemos cambiado la   cercanía afectiva hacia los hijos por objetos materiales de todo género. Hay estudios que lo demuestran: La falta de calidez en la infancia genera adultos violentos.
   Ahí tenemos a las nuevas generaciones emprendiendo su huida  emocional hacia mundos virtuales que  perciben más prometedores.
   Conviene que tomemos en serio las recomendaciones de los líderes de opinión, el tiempo se nos agota. Un problema social puesto en manos de las fuerzas armadas, es una bomba de tiempo.  Ya comenzamos a ver sus consecuencias.
   Más vale que lo creamos, que ya mismo apaguemos el televisor y encendamos la razón.  Que abandonemos la comodidad de los contenidos digeridos, y  comencemos por hacer nuestras propias lecturas de la realidad.
   Durante mucho tiempo  nos hemos conformado con ver pasar la vida frente a nosotros, como un tren  que no nos   decidimos a abordar. Por  temor o por  candor, hemos preferido permanecer al margen de las vías sin correr riesgos, finalmente sin  generar cambio alguno.
   Más vale que atendamos esas llamadas de atención cada día más frecuentes y numerosas.
Hay cientos de cuerpos regados que hablan por sí solos.  Hay miles de niños que gritan a voz en cuello desde sus silencios.
   Ya basta de atropellos contra la población civil; de errores en la estrategia policíaca;  de atentar contra  vidas y patrimonios de ciudadanos de manos limpias.
   Hemos tenido suficiente de funcionarios ocupados en llenar sus bolsillos.   De  fuerzas de seguridad  que  rehúyen cumplir con su deber  parapetadas tras de mil pretextos.
   Más vale que salgamos de nuestra poltrona para comenzar a trabajar por el México que se nos está yendo de las manos. Por ese país hermoso y calmo que nos  han prestado nuestros hijos por un rato, y que no hemos sabido cuidar.
   Hoy hay convención de poetas: Javier Sicilia y Efraín Bartolomé a la cabeza.  Cuando la poesía llama más vale atenderla,  lamento incendiario de un  pueblo herido.
   Desde aquí hablamos quienes no tenemos escoltas, ni cuentas millonarias, ni  propiedades en el extranjero. Quienes aún creemos en un México justo y democrático, en cuyos hogares no   debe carecerse de lo más indispensable.
   Hemos cubierto nuestra cuota en cuestión de inequidades, de inseguridad, de miedo galopante  montado sobre horas y minutos en las vidas de nuestros hijos.
   Más vale que entendamos que la ofensa a la patria no está en ofender un pedazo de lienzo.  La verdadera traición a la patria de nuestros mayores está en humillar a México en sus mexicanos.
   O nos sumamos de una vez y actuamos, o  comenzamos a morir.

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