Hoy 19 de noviembre cuando debíamos llorar a los muertos de San Juanico a los que después de 27 años ya olvidamos, de todas formas tenemos un motivo nuevo y profundo para hacerlo: Ha muerto Daniel Sada, de quien Juan Villoro expresa en un bello poema de 140 caracteres: “Murió Daniel Sada. Inventó la exuberancia del desierto. Fue abundante donde no había nada. La tierra baldía le debe un bosque.”
Escritor único en América Latina, nunca se cansó de cantar al desierto, de la misma forma como Lezama canta en sus letras al exuberante trópico.
Periodista y narrador, autor de diversas novelas entre las que destacan Lampa Vida; Albedrío, y Una de dos, además de poemarios y antologías de cuento. Su obra ha sido traducida a varios idiomas. En 1992 se hizo acreedor al Premio Xavier Villaurrutia, además formó parte del Sistema Nacional de Creadores. Nacido en Mexicali en 1953, falleció en la ciudad de México la noche del 18 de noviembre, unas cuantas horas después de haberse dado a conocer como uno de los ganadores del Premio de Ciencias y Artes 2011. La Medicina lo tenía sedado, por lo que oficialmente no se enteró del galardón, pero un espíritu como el suyo, acostumbrado a los rigores del desierto, debe haberse encontrado justo encima de aquella cama de hospital, preparando el fuselaje para emprender su último vuelo. Al escuchar la noticia quizás sonrió divertido, al descubrir de cuánto maldito protocolo llegó a salvarlo esta vez la muerte.
Descanse en paz Daniel Sada.
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