Enrique Jardiel Poncela (1910-1952) fue un escritor español cuya gran aportación social a las Letras Universales fue sobre todo el manejo de un humor ligero e inteligente en tiempos de la Guerra Civil Española.
Su obra no es tan conocida como debiera; cae dentro de esas grandes piezas, fundamentalmente novelísticas, que no han gozado de ese “plus” comercial que mantiene un libro en el mercado. De hecho en la actualidad no es fácil conseguirlas en los estantes de cualquier librería.
Además escribió algunas obras de teatro, e incursionó con piezas sueltas en el cine.
Durante tres domingos estaré presentando algo de la obra que, a cincuenta años de la muerte de Jardiel Poncela, es de elemental justicia dar a conocer en este espacio.
Para empezar, algunas de sus frases célebres:
- Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza.
- Por severo que sea un padre juzgando a su hijo, nunca es tan severo como un hijo juzgando a su padre.
- Los políticos son como los cines de barrio, primero te hacen entrar y después te cambian el programa.
- Realmente, sólo los padres dominan el arte de educar mal a los hijos.
- El que no se atreve a ser inteligente, se hace político.
- El hombre que se ríe de todo es que todo lo desprecia. La mujer que se ríe de todo es que sabe que tiene una dentadura bonita.
- En la vida humana sólo unos pocos sueños se cumplen; la gran mayoría de los sueños se roncan.
- La mujer adora al hombre igual que el creyente adora a Dios; pidiéndole todos los días algo.
- El amor es como la salsa mayonesa: cuando se corta, hay que tirarlo y empezar otro nuevo.
- La amistad, como el diluvio universal, es un fenómeno del que todo el mundo habla, pero que nadie ha visto con sus ojos.
- Todos los que no tienen nada que decir hablan a gritos.
- Se llama experiencia a una cadena de errores.
- Los muertos, por mal que lo hayan hecho, siempre salen en hombros.
- No hay mejor fragata que un libro para llevarnos a tierras lejanas.
- No se sabe nada de la muerte: en el "más allá" hay censura gubernativa.
- Para encontrar gusto a la vida, no hay como morirse.
- La juventud es un defecto que se corrige con el tiempo.
- La Historia es la mentira encuadernada.
- Comúnmente se piensa en la muerte como en una exposición de escultura: suponiendo que va a ir a ella todo el mundo menos uno mismo.
- El médico de cabecera está siempre a los pies de la cama.
- Cuando tiene que decidir el corazón es mejor que decida la cabeza.
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