TRASCENDENCIA
En días pasados, dentro de la lucha contra el ébola que ha
impactado con mayor fuerza que nunca, falleció uno de los grandes personajes
que han trabajado en su combate. El Dr.
Sheik Humarr Jan, joven médico que consiguió salvar muchas vidas de enfermos
afectados por esta terrible enfermedad, sucumbió a los pocos días de haberla
contraído.
Desde el punto de vista médico preocupa el grado de letalidad
del virus, que consigue infectar al personal que toma las debidas providencias
para no contaminarse, como es el caso referido. Aun así cabe destacar algo muy importante, él fallece en el escenario de una feroz lucha
contra un virus muy letal ante el cual sucumbe, pero deja una gran huella de su paso por este
mundo.
Pudiera decirse del Doctor Humarr Jan, que vivió una vida
con propósito. Que aquello que fuera su proyecto de vida desde
pequeño, hasta el último día de su existencia, se cumplió de manera sobrada, y
que gracias a que trabajó con pasión por una causa superior a sí mismo, hoy el
mundo es mejor que si él no hubiera existido.
Lo anterior viene a colación cuando vemos tantos casos de
jóvenes vidas perdidas en el ocio, sin un propósito que las haga trascender. Vidas desperdiciadas, como quien quema combustible en su vehículo dando vueltas y vueltas sobre el asfalto pero
que finalmente no va a ninguna parte.
Basta con asomarnos a las calles para hallar casos de
jóvenes que se comportan con total imprudencia, y que protagonizan accidentes o pleitos grandes y
pequeños.
Basta con echar un vistazo a las redes sociales para hallar
manifestaciones de jóvenes enajenados, que emprenden todo tipo de conductas
riesgosas, con tal de tomarse la mejor fotografía.
Esta semana acaba de ocurrir en Brasil una tragedia que
nunca debió suceder. Un padre de familia
en un zoológico ayuda a su hijo de doce
años a brincar las rejas de contención frente a la jaula de los tigres, induce
al niño a introducir la mano para acariciar al tigre y darle de comer, y la
fiera, atendiendo a sus instintos naturales, le arranca el brazo al niño. Todo ello sucede mientras un tercero toma
video con el celular. Cabe señalar que el
video no se interrumpe en ningún momento.
En torno a todos estos casos que sugieren la necesidad de
llamar la atención del mundo por un instante, amén de las consecuencias que
pueda tener hacerlo, se percibe una gran soledad, una escasa autoestima, y un pobre aprecio por la vida en su más amplio
contexto. Así tenemos el caso de dos niñas que matan a una
tercera supuestamente aconsejadas por un personaje de ficción. O el caso del niño ganador de varios premios en Física que mata a
una jovencita en una primera cita por una diferencia de opiniones. O el caso del niño de 12 años en Florida que
dispara a la cabeza a un indigente y luego se va como si nada, dejándolo tirado
en plena calle.
Una posibilidad es que los trastornos mentales vayan en
franco aumento, y otra que pareciera más
factible, es que nos encontremos actuando
de manera irreflexiva, despegados de la realidad, como si estuviéramos protagonizando una
historia de ficción, sin medir las consecuencias de nuestros actos. Me parece que el mundo actual no nos da mucha oportunidad de ejercer la introspección,
y actuamos como por impulso, dejándonos llevar por el primer pensamiento, sin tomar en cuenta cuáles pueden ser las consecuencias de nuestros actos
en el mediano y largo plazo.
Don Fidel Velázquez es un personaje único en la historia del
México moderno, y su frase aquella de “El que se mueve no sale en la foto”,
independientemente de las implicaciones políticas que pueda tener, resulta de lo más aplicable frente a estos
fenómenos sociales. Tal parece que gran
parte de los hechos bizarros que protagonizan nuestros jóvenes hoy en día
tienen qué ver con “la foto”. Como si
esperaran hallar en ese “selfie” o en ese video la trascendencia que su propia vida
no consigue darles, o al menos así lo
sienten ellos.
Gran parte de esos actos perversos que graban y luego
difunden por las redes sociales son una forma de decirle al mundo “¡mírame, soy
poderoso!”, porque en el fondo se sienten totalmente marginados y anulados.
¿Pasarán a la historia los chavos laguneros que colgaron un
perro del puente peatonal y se tomaron la foto con el pobre can al fondo…?
¿Será este el mayor logro de su vida…? ¿Los llevará a escribir un capítulo de la historia de México?
Descanse en paz el Doctor Humarr Jan, quien parte después de
una existencia vivida con profundo
sentido, dejando una huella indeleble
para la historia. Que su ejemplo cunda.
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